martes, 28 de agosto de 2012

Rondina enfrenta (su origen y) su destino

No será un partido cualquiera el del próximo sábado ante Flandria en Villa Crespo. Sergio Rondina enfrentará a su ex-equipo cuando está atravesando un momento delicado en su actual club: lleva un punto obtenido en tres partidos jugados, el equipo está respondiendo muy por debajo de las expectativas de los hinchas, y el crédito del técnico es cada vez menor. En el fútbol actual, la paciencia es escasa. Rondina lo sabe, conoce el descontento de los hinchas, y es consciente del peligro que corre su cargo si no obtiene un resultado positivo el próximo sábado.
El Huevo enfrentará su destino paradójicamente al mismo tiempo que se reencontrará con su pasado, que al fin y al cabo lo trajo a Villa Crespo. En Flandria hizo un buen trabajo y salvó al equipo del descenso pero en definitiva terminó en la mitad de tabla. Para armar su plantel en Atlanta de cara a la temporada 2012/2013, Rondina hizo una apuesta fuerte: se la jugó por la base de su Flandria, con la llegada de Gagliardo, Parentini y Ferreiro. Es decir, el arquero, el cinco, y el conductor del juego. Cierto es que no es de Rondina la totalidad del armado del plantel. Para empezar, hay un presupuesto, y el técnico debe adaptarse a ese presupuesto. Claro está que el presupuesto bohemio está lejos de los más altos y por eso el club no puede competir en cuanto a promesas de sueldos con rivales como Morón o Platense. Prueba de ello es que la mayoría de los jugadores que vinieron son juveniles, o provienen de una categoría inferior, o no forman parte de lo más destacado de la Primera B Metro. 
Sin embargo, son decisiones. Y Rondina decidió apostar por sus hombres, pese a que no venían precisamente de integrar un equipo protagonista. Puede salir bien, o puede salir mal. Si ocurre lo primero, seguramente los sabelotodo rescatarán la humildad, el trabajo y el hambre. Si el barco no se endereza, podrán decir que se armó un equipo para, a lo sumo, naufragar en mitad de tabla. 

sábado, 25 de agosto de 2012

Del encanto a una nueva decepción

Es difícil explicar que lo mejor que se haya visto de Atlanta en este campeonato haya sido en este partido en Adrogué en donde terminó cayendo goleado por 3-0. El resultado es preocupante y desesperanzador como la paupérrima campaña del equipo en el torneo, en donde lleva un empate y dos derrotas. Tras el descenso a la Primera B Metropolitana, los hinchas esperaban ver un equipo protagonista que peleara por el ascenso, pero la realidad les está mostrando un panorama oscuro. Sergio Rondina queda con poco margen, obligado a ganar la próxima fecha ante Flandria en Villa Crespo.
Poco importará -y todos olvidarán- lo bien que jugó Atlanta en la primera media hora de partido. El resultado de tintes catastróficos opaca lo que había sido un comienzo esperanzador del equipo en el comienzo del encuentro. Arrancando con un esquema 4-3-1-2, con Francés y Gabriel López desde el inicio, el Bohemio empezó siendo claro dominador del juego. La clave estuvo en un mediocampo mcho más firme y una actitud más agresiva y dinámica. Mamberti manejó la pelota y de su pie salieron algunas de las situaciones más peligrosas. Si en los anteriores partidos el gran déficit estuvo en la generación de juego, la creación y el abastecimiento de los delanteros, lo de los primeros 30 minutos fue realmente excepcional. Atlanta no sólo dominaba la pelota sino que también llegaba con gran número de oportunidades favorables, pero Alfaro y Soriano fallaron en la definición. Hubo además dos goles anulados por posición adelantada.
Por supuesto, los goles que no se hacen en un arco, se hacen en el otro. Y Brown de Adrogué se hizo eco de este refrán, convirtiendo en gol la primera chance clara que tuvo. 100% de efectividad e inmerecida ventaja frente a un Atlanta que había hecho méritos como para llevar dos goles de diferencia, pero que pagó caro su falta de eficacia en la red. Con el 0-1 en el marcador, el partido pasó a ser otro totalmente distinto. Brown, más tranquilo, fue creciendo en el juego y llegando con más peligro. El Bohemio, nervioso, confundido, se perdió en la cancha y no pudo reaccionar para ir en busca del empate. No supo cómo reencontrarse con el juego de los primeros minutos y casi no tuvo chanches para remontarlo. El Atlanta del segundo tiempo se pareció más al de los partidos anteriores: apático, sin ideas, débil. Los ingresos de Acuña, Henneberg y Guzmán no aportaron nada fresco. Y los errores defensivos terminaron de redondear una goleada en contra en lo que fue la peor actuación de la defensa en lo que va del campeonato, con muy malas labores de Vega y Lopes, quien había sido la figura contra Barracas.
Segunda derrota consecutiva, ante un rival que no es de los mejores de la categoría. Preocupó la inseguridad defensiva, la inexistente reacción del equipo frente a la desventaja en el marcador, y la anemia goleadora que conspira contra cualquier intento de triunfo. El técnico prueba algunas variantes pero ninguna parece ser la solución. La clave para ir por el buen camino será reproducir lo hecho en la primera media hora, agregando más certeza en la definición.

lunes, 20 de agosto de 2012

Las nostalgias de un pasado cercano

Hace dos años Atlanta comenzaba a construir un campeonato glorioso que culminó en un lógico ascenso tras 12 años en la tercera categoría. Javier Alonso era el técnico de aquel equipo. Sin embargo, Alonso sufrió los cuestionamientos de parte de los hinchas prácticamente de principio a fin, y tras el mal comienzo en la B Nacional no pudo sostenerse demasiado tiempo en el cargo. Hoy en Villa Crespo lo recibieron con aplausos, como también recibieron a Pogonza y Arancibia, integrantes de aquel equipo campeón, pese a que hace unos meses sólo recibpian insultos y recriminaciones por la campaña en la B Nacional. 
El hincha, usualmente histérico y ciclotímico, en su momento supo olvidar fácil  el grato recuerdo del torneo 2010/11. Los héroes pasaron a ser villanos en muy poco tiempo. Alonso era un técnico que no sabía nada de fútbol, un tipo con suerte. Los Soriano, Arancibia, Ferragut y compañía eran simplemente jugadores para la tercera categoría. El título de la B Metro se convirtió para la memoria del hincha en un mero trámite en una categoría sencilla. Había que chocar con esta realidad para darse cuenta de que la categoría no es para nada fácil por más que el nivel sea mucho menor al de la B Nacional. Por algo tuvieron que pasar 12 años para ascender. 
Y llegamos así a este triste presente en donde nace la nostalgia de aquel gran equipo que supimos tener hace tan poco. No fue fácil construir aquel equipo ni fue fácil salir campeón tantas fechas antes, sacándoles tanta diferencia a los rivales. No se puede no extrañar aquellos tiempos, viendo a este Atlanta que da ganas de llorar y que juega tan mal como en la última temporada, con la diferencia de que antes jugaba con Central, River y Quilmes, y ahora le toca perder de local con un Barracas Central que posiblemente no pelee en los puestos de vanguardia.
Lo que se vivió hoy en Villa Crespo fue una tarde gris y triste, y dejó un panorama desolador, porque muchos hinchas concluyeron, con razón, que este año no será posible el ascenso. El equipo dejó una imagen de impotencia, de incapacidad futbolística. Ofensivamente lo de este Atlanta es prácticamente nulo. Soriano y Alfaron apenas reciben un par de pelotas por partido. En la creación las carencias son absolutas: Mamberti y Ferreiro están en un nivel paupérrimo. La esperanza estaba puesta en Fede Domínguez pero el volante proveniente de Newell's jugó tan mal como sus compañeros. Las actuaciones del equipo reclaman cambios estructurales urgentes. Atlanta no hiere a nadie, no hay jugadores desequilibrantes y no tiene una idea de juego. ¿Será Matías Castro la solución? En el mediocampo, el doble cinco no va más. La lesión de Parentini será la oportunidad de probar quizá con Francés, un jugador con experiencia en la categoría. Deberá encontrar la solución Sergio Rondina, que al fin y al cabo eligió a estos jugadores y armó este plantel. Sabe que el crédito no es infinito y que Atlanta tiene la obligación de dar mucho más de lo que está mostrando.

martes, 14 de agosto de 2012

Habrá que esperar

Tan gusto a nada tuvo el viejo clásico entre los Innombrables y Atlanta que el partido ni siquiera se terminó. Esta vez no fueron los cánticos discriminatorios ni la violencia de los salvajes: la culpa la tuvo la oscuridad brutal que invadió la tarde de San Martín, a causa de la tormenta que finalmente explotó en torrencial descarga. Sin grupo electrógeno en el estadio y por lo tanto sin forma de aportar la iluminación que el encuentro requería, no quedó otra que suspender el cotejo, cuando quedaban 30 minutos por jugarse.
Hasta el momento, se había jugado muy poco en los primeros 60 minutos. Dos equipos con miedo a perder, con pocas ideas, sin argumentos futbolísticos, armaron un partido pobre, mal jugado. Los Exiliados fueron un poco más, apenas más ambiciosos, quizá por su obligación como locales, y tuvieron la más clara con un tiro en el poste, pero en general el trámite fue parejo y trabado.
En esta segunda presentación, el Bohemio volvió a mostrar algunos de los problemas que había mostrado en la primera fecha. Un equipo apático, sin jugadores desequilibrantes, que no arriesga demasiado y sin demasiadas ideas de cómo herir al rival. En contraposición, lo mejor del equipo es que parece estar bien parado, ordenado, y firme en defensa. Pese a que no jugó Valdez, figura contra Defe, Lopes y Segovia cumplieron en la zaga central. Y Gagliardo, que había tenido un debut muy malo, se hizo fuerte en San Martín y a fuerza de atajadas dejó más tranquilos a los bohemios con respecto al arco. Sin embargo, sigue siendo una incógnita cómo logrará Atlanta mejorar en la parte ofensiva, de la mitad de cancha hacia adelante, para arriesgar más y buscar los partidos con mayor peso en ataque. Quizá haya que hacer alguna variante.