lunes, 24 de noviembre de 2014

La Taberna despide a su progenitor

Nuestro deber filial nos llama y despedimos así a Sentimiento Bohemio, de cuyas entrañas nació este peculiar sitio web denominado "La Taberna del Siome". El engendro se fue gestando en su vientre, como una sección humorística de un medio que se destacaba más bien por una vocación informativa, investigadora y crítica. "Alienados por Alianello" dio el puntapié para ilustrar lo que fue sin dudas el "pecado siome original", cuando Atlanta contrató al jugador que lo había mandado al descenso. Más siome imposible. 
Sentimiento Bohemio puso el primer ladrillo, y acogió además en su Libro de Visitas una especie de incubadora en donde creció el germen siome. La creatividad volaba por los aires en ese gran brainstorm orgiástico siomeril y lo que surgió como un insulto terminó convirtiéndose en un motivo de extraño orgullo, en una cuestión de identidad: el siomerío. Nació La Taberna del Siome en su máximo esplendor, en un momento muy particular en la historia de Atlanta, ya que se trataba del peor momento futbolístico vivido jamás. Después de descender del Nacional B y de fracasar con el Dream Team, el Bohemio se encontraba prácticamente descendido a la Primera C al comenzar la temporada 2002/03, época del apogeo siome y nacimiento de esta página. Ese año se sufría cada minuto de partido, propio o ajeno. Era una angustia constante, pero eso no impidió que la situación pudiera ser tomada con humor sino todo lo contrario. 
Lo importante es que Sentimiento Bohemio nos deja no solamente un modelo de periodismo partidario de calidad, serio y comprometido, sino que también nos enseña la importancia del humor como herramienta de supervivencia y superación de problemas. Al fin y al cabo, por mucho que queramos a Atlanta, por mucho que nos amarguemos en cada derrota, debemos entender que el fútbol no es más que un juego. Y es un mensaje muy relevante en tiempos de dramatismo y violencia.
Andá a saber si Sentimiento Bohemio estará orgulloso de su hijo, La Taberna. Un hijo medio atorrante, que nunca estudió ni laburó, que siempre vivió de arriba. Jodanse, ahora que somos el Decano de los medios partidarios no nos para nadie. Hasta capaz actualizamos seguido y comentamos los partidos, quién te dice.

martes, 18 de noviembre de 2014

Un semestre para olvidar

A mediados de este año, Atlanta se quedaba por segunda temporada consecutiva en la puerta de una final por un ascenso, después de haber ido puntero y peleado el título durante la mayor parte del campeonato. Carlos Mayor había llegado en las últimas fechas para levantar a un equipo que había perdido terreno y todavía tenía chances. Logró enderezar el rumbo y Atlanta fue superior en la semifinal frente a Platense, pero no se le dio en los penales. El Bohemio no era menos que sus rivales, como por ejemplo Temperley, que terminó ascendiendo y ahora está cerca de Primera.
Mayor juró junto a sus dirigidos tomarse revancha en el torneo de transición, con el objetivo de conseguir el ascenso negado. Reforzó el equipo con jugadores que conocía de Almagro, llegaron dos buenas incorporaciones de Fenix como Puch y Torres, y volvía al arco el recordado Santillo. Considerando que la mayor parte del plantel y de los titulares -con la excepción de Vega y Godoy- permanecía para este torneo, se podía suponer que Atlanta volvería a ser protagonsta.
Sin embargo, un hecho inesperado convulsionó a todo Villa Crespo y cambió los planes. Mayor fue tentado por Godoy Cruz y se fue a Mendoza a poco de comenzar el campeonato. De urgencia, la dirigencia optó como reemplazo por la contratación de Rubén Capria, uno de los mayores errores futbolísticos de los últimos años. Capria llegó sin experiencia como DT y tampoco conocía la B Metropolitana. Intentó implementar un esquema de juego muy generoso, abierto, bien ofensivo, como tantas veces se ha escuchado el reclamo del hincha. Pero descuidó totalmente el aspecto defensivo -aunque tampoco ayudaron las lesiones de Francés y Peláez- y se tuvo que ir con cinco derrotas en cinco encuentros, entre ellas el clásico con Chacarita, de local. Fue una mochila difícil de levantar la de aquel comienzo en el que todo salió mal y parecía que ya no había chances en un torneo tan corto. El ciclo del Pipa Cassano, interino hasta el final del semestre, tuvo muchos altibajos, más bajos que altos. En algunos partidos parecía que había encontrado el equipo, con un 4-4-2 más compacto y solidario, con Francés liderando en la defensa y Palisi en el medio, con Puch como lo más peligroso por el medio y Pedrozo complicando arriba. Fueron algunos partidos interesantes pero aislados, sin continuidad, y sin contundencia para obtener más puntos. Hizo un gran partido de visitante con Tristán Suárez, también en San Martín donde perdió increíblemente sobre la hora, y logró su único punto de visitante en Caseros. A su vez, goleó a Villa Dálmine, otro de los protagonistas. También mostró su faceta más oscura, la de un equipo sin ideas y sin alma.
Al final, salió todo muy mal porque fue una de las peores campañas en la historia, y para colmo ascendió el clásico rival en el mismo torneo, lo cual empeoró aún más el ánimo de los hinchas. Es difícil de explicar lo que pasó. La ida de Mayor fue un golpe duro, pero aun así, hubo rendimientos individuales muy lejos de lo esperado. Díaz Villán, antes muy rgular, cometió muchas equivocaciones. Sardella, la figura del equipo de Méndez, ya venía de un bajón en el último tramo del campeonato anterior, y continuó en la pendiente negativa. Maraschi completó un mal semestre. Finalmente lo que parecía una merma menor en el plantel -las idas de Vega y Godoy- terminaron siendo determinantes. Porque Santillo estuvo muy lejos de ser el del 2003 y nunca dio seguridad en el arco. Porque faltó un nueve con presencia que diera su cuota goleadora.
Un semestre para barajar y dar de nuevo. Hay que recuperar la senda que nos dejó como protagonistas de la categoría en los últimos años. 

domingo, 9 de noviembre de 2014

El mal de las reestructuraciones

En tiempos en que el fútbol argentino afronta una nueva reestructuración, podemos hacer un balance de cómo le ha ido a Atlanta en cambios de esta mangitud en el formato de los torneos de AFA.
Desde el inicio de la era profesional en 1931, el primer gran cambio que afectó a la Primera División fue la inauguración de los torneos Metropolitano y Nacional en 1967. Hasta ese momento, los cinco grandes habían dominado de forma exclusiva la escena, pero Atlanta había logrado desde su vuelta a Primera en 1956 meterse en un importante puesto de protagonismo, peleando arriba en varios campeonatos, armando grandes equipos y sacando muy buenos jugadores de sus Inferiores.
Sin embargo, el cambio abrió la cancha a los más diversos equipos, especialmente los más populares del Interior como Rosario Central, Newell's, Unión, Talleres de Córdoba, etc. Si bien Atlanta pudo realizar la mejor campaña de su historia en el Nacional de 1973, fue más bien un hecho aislado, y en muchos campeonatos de esa época peleó el descenso o no logró clasificar a las fases finales de los Nacionales. Su época dorada se estaba apagando, y estaba perdiendo terreno frente a los otros equipos chicos.
Pese a todo, el descenso de 1979 encontró a Atlanta como un protagonista y candidato indiscutible de la segunda categoría, por entonces la Primera B que solamente tenía clubes metropolitanos. La B parecía quedarle chica: estuvo cerca en 1982, se le dio en 1983, y volvió a quedar en la puerta en 1985. Allí ocurrió una nueva importante reestructuración en nuestro fútbol, que nos perjudicó enormemente: la instauración del Nacional B. En ese torneo de transición de 1986 se suponía que Atlanta debía pelear por subir, y así lo hizo en un principio, pero terminó quedándose en lo que se convertiría en la Primera B Metropolitana, la tercera categoría, algo inédito. 
Fue un golpe duro en lo futbolístico que se sumó a una crisis institucional que finalmente derivó en la quiebra. Luego de superar lo más duro de la quiebra, volvió la alegría a Villa Crespo con el ascenso de 1995, pero una nueva reestructuración ocurrió, esta vez únicamente en la segunda categoría. Atlanta había ascendido a un Nacional B de 20 equipos, pero al año siguiente aumentaron el número para armar las zonas Metro e Interior, regalando ascensos a mansalva. Los dirigentes de AFA deberían aprender hoy de aquella lección, ya que el formato ampliado duró apenas cinco años y luego debieron aumentar el número de descensos, lo que terminó siendo una carnicería. Atlanta descendió justo antes de que empezara la carnicería, de eso no nos podemos quejar. Pero la B Metro a la que el Bohemio descendió en 1999 y en donde no había equipos de peso se convirtió pronto en una categoría atractiva y competitiva, con varios clubes con una rica historia.
Ahora nuevamente afrontamos otra reestructuración, esta vez mucho más grande y que afecta a todas las categorías, aunque personalmente no sé cuánto puede durar este monstruo que armaron en la calle Viamonte. En un intento de federalizar el fútbol argentino a la fuerza y no en base a los méritos deportivos, no sólo aumentará el número de equipos en Primera (lo cual implicará, en promedio, más equipos del Interior en la A) sino que también se modificará de prepo la proporción de equipos metropolitanos y del Interior en la B Nacional en favor de éstos últimos. 
El perjuicio a clubes como Atlanta es enorme. En la práctica, no será más sencillo que antes ascender a la segunda categoría porque la cantidad de ascensos será la misma y los rivales serán más o menos de la misma envergadura que en los últimos años. Y para colmo, la segunda categoría será de un nivel inferior a la B Nacional actual, en donde vemos equipos que tranquilamente podrían estar en Primera. 
¿Casualidad o destino? La realidad es que a Atlanta nunca le ha ido bien con las reestructuraciones. En general han significado un paso atrás más que un paso adelante.