En su 110° aniversario Atlanta tenía una visita de riesgo en Caseros, frente al puntero de la zona Estudiantes. Sin embargo, el Bohemio confirmó su buen momento y estuvo más cerca del triunfo que de la derrota. Mereció más que el empate en cero que se llevó para Villa Crespo. Le jugó de igual a igual al líder, tuvo la iniciativa, generó situaciones, y hasta encontró el gol cuando ya tenía un jugador menos, pero el árbitro Possi no convalidó la conquista en una polémica decisión. Hubiera sido un gran y merecido triunfo.
Fue más que digno lo que hizo esta nueva versión del equipo que supo encontrar el interino Cassano y que se aleja muchísimo de aquella deslucida versión que perdiera todo lo que jugare. Un 4-4-2 prácticamente inamovible, basado en la firmeza defensiva, el sacrificio y la solidaridad. Con Francés como líder desde el fondo, fortaleciendo a Díaz Villán y Peláez, que habían tenido un inicio de torneo atroz. Con Silva ganándose la titularidad en lugar de Perujo. Doble cinco con Palisi marcando y Galeano intentando armar el juego. Puch y Torres por las bandas, con menos obligación en la marca que antes. Arriba, Maraschi volvió al gol frente a su ex club Almirante y Pedrozo se ganó el puesto pese a arrancar al inicio de la temporada por detrás de Bonfigli, Maraschi, Ledesma y el incorporado Cavallo. Lástima que en Caseros se fue tontamente expulsado.
Atlanta es hoy un equipo más que digno. Repitió en cuanto a rendimiento una actuación similar a la que mostró en otros dos recientes complicados partidos de visitante, frente a Tristán Suárez y Chacarita, con la diferencia de que en esas dos ocasiones se fue derrotado injustamente. Quizá ya sea tarde para pelear por algo a esta altura de este corto torneo de transición que premia a las grandes apuestas de los abultados bolsillos de los barones del Conurbano, y terminó castigando a un Atlanta que tuvo un inicio plagado de errores y catástrofes.
110° años de historia. Buen momento para recordar que no siempre las grandes historias se forjaron desplegando un fútbol vistoso y generoso. Que en algún momento en Atlanta se incubó el germen de la escuela de Zubeldía, un hito en la historia del fútbol argentino. Que el Toto Lorenzo nos dio el último ascenso a Primera. Que en los '60 tiraban claveles a la platea y patadas a los rivales. ¿Mito?¿Realidad? ¿Cuento? De algo hay que aferrarse para encontrar una identidad futbolística. Eso sí, el cuento de que Atlanta es grande y por historia tiene que salir a atacar suicidamente siempre, no me lo creo más.