jueves, 26 de diciembre de 2019

El repentino fin de un ciclo exitoso

La noticia conmovió a Villa Crespo. Aquello a lo que nos aferrábamos con tanto orgullo, con tanta ilusión, se escurría de las manos. La ida de Alejandro Orfila es un golpe del que será difícil reponerse, en un momento inesperado. El uruguayo tenía todo para hacer historia en la institución y convertirse en ídolo. Cuando la gente empezaba a corear su nombre, el DT aceptó una jugosa oferta de Defensor Sporting y eligió irse por la puerta trasera, de manera desprolija, sin dar explicaciones, sin una despedida acorde a los momentos vividos en el club, al cariño recibido, y a lo que significó Atlanta en su carrera como entrenador.
Esta salida dolorosa y con sabor a traición deja un sabor muy amargo en el balance del ciclo de Orfila en Atlanta. Con razón, posiblemente ya no sea bienvenido en Villa Crespo, pese a que el DT fue justamente el gran responsable de los increíbles éxitos alcanzados en este 2019. El Chano, en silencio y a pura dedicación, con trabajo, sin hacer demagogia, realizó una verdadera revolución en un Atlanta acostumbrado a las frustraciones y a buscar las culpas fuera de casa. Cuando llegó al club, Atlanta estaba quinto, fuera de los puestos de ascenso. La decepción era muy grande por el dramático bajón futbolístico y anímico en un equipo que había generado enormes expectativas en la primera rueda de la mano de la vuelta del ídolo Pepe Castro. La situación era crítica. El equipo no ofrecía respuestas y venía en caída libre. Los jugadores salían a la cancha nerviosos cuando en la semana solamente se hablaba de que los arbitrajes perjudicaban a Atlanta y los ascensos ya estaban supuestamente arreglados. La llegada de Orfila cambió todo. El cambio más importante fue mental: convenció a sus jugadores de que ellos podían revertir la situación. Ya no se volvió a hablar más de los árbitros, pese a que quizá la jugada más polémica del campeonato haya sido en el debut del Chano. En el aspecto táctico, el uruguayo optó preferentemente por el 4-3-3, aunque al principio también probó con el 4-3-1-2. En este sentido, la ida de Caneo junto con la del Pepe, que en un principio parecía que sumaba otro componente catastrófico a la crisis del equipo, terminó siendo un beneficioso empujón para la suerte de Orfila en Atlanta. Al no tener la necesidad de lidiar con la posibilidad de dejar afuera a un nombre pesado como Caneo, encontró vía libre para poner en práctica su exitoso 4-3-3. Sin enganche, el DT pudo desarrollar un sistema de juego agresivo, dinámico, con prácticamente todos los jugadores dedicados tanto al aspecto defensivo como ofensivo. En su versión más temprana, el Atlanta de Orfila logró corregir una de las principales fallas que tenía: la fragilidad defensiva. El DT puso la dupla central Alan Pérez - Tecilla sacando al capitán Cherro y armó toda una estructura colectiva que fortaleció la defensa, con volantes y delanteros cooperando en la recuperación. Orfila además sacó del ostracismo a Ochoa Giménez y Mazzantti, ahora cómodo en un esquema de tres puntas. Y le encontró a Pedrozo una posición en la que se volvió una pieza clave en el equilibrio del equipo, en el sector izquierdo del ataque. La polifuncionalidad de Pedrozo y su gran rendimiento a puro sacrificio fueron todo un símbolo del ciclo Orfila en Atlanta, una muestra de cómo con orden y convicción le cambió la cara al equipo.
El camino del entrenador no empezó siendo sencillo. Le tocó arrancar con el líder Barracas y luego visitar al entonado San Telmo. Apenas logró dos empates pero luego llegaron los triunfos. Atlanta era un equipo muy sólido defensivamente, con un Rago que se convirtió en figura y guardián de una larga valla invicta que terminó siendo récord del club. A la vez, era efectivo arriba, con un Colombini enchufadísimo. Orfila mostraba que no se casaba ni se conformaba con nadie, y mantenía a todos los jugadores con ganas de demostrar y ganarse sus minutos en la cancha. La campaña en la B Metro fue extraordinaria, habiendo recibido sólo dos goles en contra en los primeros dos partidos del ciclo. El premio fue el ansiado ascenso a la B Nacional.
Para esta nueva experiencia en la segunda categoría, Orfila arregló su continuidad y comenzó a darle forma a su nuevo Atlanta. Las noticias sobre el armado eran desconcertantes. La gran figura Colombini decidía irse buscando otro rumbo, y el DT comunicó que no tendría en cuenta a Martínez y Enrique, dos hombres muy importantes en el torneo del ascenso. En cambio, apostó por la continuidad de jugadores como Oyola y Mazzantti que no habían tenido muy buenos rendimientos la temporada anterior. Estaba claro que Orfila tenía una idea muy clara de lo que pretendía para su equipo: un equipo muy rápido, con mucha dinámica, con el objetivo de mantener el ritmo los 90 minutos. No hubo refuerzos rutilantes y se mantuvo un presupuesto bajo. Como centrodelantero, el DT arriesgó con la contratación de un viejo conocido suyo, el Animal López, que venía de una temporada pobre en Tristán Suárez. Para qué estaba Atlanta era una incógnita, pero con Orfila en el banco todo era posible.
Efectivamente, el Bohemio fue la gran revelación de la primera rueda, alcanzando por momentos un rendimiento colectivo excepcional, con triunfos resonantes ante Belgrano, San Martín de San Juan, Independiente Rivadavia y Estudiantes de Caseros. La impronta de Orfila estaba marcada en un equipo que logró generar la ilusión de una vuelta a la máxima categoría. Sin grandes nombres, Atlanta logró un funcionamiento colectivo que le permitió ser superior a muchos de sus rivales. La clave estuvo en el desequilibrio de Walter Mazzantti, la gran sorpresa del torneo, en los goles de un renacido Luis López, en el aporte creativo de Valdez Chamorro. Se vio un Atlanta más audaz, que asumió más riesgos. Por momentos le dio sus frutos, por momentos también sufrió por sus problemas defensivos. Ya no se vio el equipo de la B Metro que garantizaba el cero en su arco y que sabía que si hacía un gol lo ganaba. Fue un gran mérito del entrenador darse cuenta qué es lo que necesitaba para esta categoría y cómo podía armar un equipo competitivo con un presupuesto limitado. A veces parecía tocado por una varita mágica: cada decisión que tomaba terminaba dando resultados positivos.
Lamentablemente, quizá esta última decisión que tomó termine siendo positiva para su carrera, pero difícilmente para el Bohemio. Atlanta está puntero de la zona A pero viene de una mala racha de resultados en los que perdió el rumbo de juego. Los dirigentes deberán encontrar rápidamente un nuevo entrenador que no tendrá la tarea sencilla ya que Orfila dejó la vara muy alta y además el Bohemio afronta una segunda rueda más complicada, con una agenda repleta de viajes al Interior. De hecho, los dos primeros partidos del 2020 serán en Mendoza y Santiago del Estero. Habrá que esperar que ningún jugador titular siga el camino del entrenador, y el club está obligado a sumar al menos un centrodelantero como refuerzo tras las idas de Astina y Molina por bajos rendimientos. Mucho para hacer y para arreglar en poco tiempo. Hay que reponerse del golpe y reconstruir la ilusión.