miércoles, 29 de mayo de 2019

Evolución futbolística de Atlanta 1931-2019


“Éste es el peor momento de la historia de Atlanta”. “Esta Primera B no es la Primera B de antes”. “Esta B es la nueva C”. Frases como éstas surgen más bien desde el sentimiento, desde el instinto sin asidero estadístico. ¿Cómo contrastar estas afirmaciones con la realidad, con los datos? Veamos si podemos hacerlo.
Para comenzar, si queremos hacer una comparación objetiva, histórica, del rendimiento futbolístico de Atlanta en el profesionalismo, tenemos que empezar a fijar ciertas variables externas. Podemos sacarnos de encima de la comparación a los clubes no afiliados directamente a AFA, ya que sólo desde 1986 se les permitió competir en pie de igualdad con los afiliados, y aun así hubo variaciones arbitrarias en el medio que complicarían la comparación (por ejemplo, en 2014 hubo más ascensos del Federal que de la B Metro, y en el 2019 más ascensos de la B Metro que del Federal). Para ser coherentes, tampoco deberíamos contabilizar los campeonatos Nacionales que se disputaron entre 1967 y 1985. Podemos entonces cuantificar, año a año, la posición de Atlanta relativa al resto de los clubes directamente afiliados. Para esto sólo debemos mirar la posición del Bohemio en el campeonato y la cantidad de clubes metropolitanos que tenía en las categorías superiores en cada caso.
Al graficar este parámetro, obtenemos la curva amarilla (Figura 1). Atlanta alcanzó así sus mejores posiciones en 1958 y 1961 (4°), y su peor posición en 2002, cuando terminó 48°. Desde 1986, nunca estuvo arriba de la posición 22°, cuando alcanzó ese puesto en 1996. Y hasta 1987 nunca había bajado del puesto 27°.


Figura 1. Evolución de las posiciones anuales de Atlanta relativas al resto de los clubes afiliados directamente a AFA. En amarillo: curva de posiciones anuales. En azul: curva suavizada promedio de 5 temporadas.

Las campañas anuales tienen un cierto ruido y dificultan ver tendencias, un panorama más amplio. Por lo tanto, en azul se representa también un promedio de las posiciones de 5 temporadas consecutivas, año a año (Figura 2). Esta curva permite ver tendencias, diluyendo posibles “outliers” (una campaña muy buena en un mal momento o viceversa).
A partir de estos datos, podemos ver por un lado que el mejor momento histórico corresponde al período de finales de los ’50 y principios de los ’60, la época dorada de Atlanta. Con oscilaciones, en su período mayormente de Primera, el Bohemio se mantuvo generalmente en la franja de los puestos 10°-20° desde 1931 hasta comenzar la década del ’80, cuando se estancó brevemente en el limbo entre la primera y la segunda categoría. A mediados de esta década ocurrió el estrepitoso y repentino derrumbe del cual todavía no se ha podido reponer. En las últimas tres décadas, Atlanta exploró la franja de los puestos 30°-40°, con algunos bajones y repuntes. La última década, en términos generales, no difirió en números de lo hecho en los últimos 30 años.
Respecto a las comparaciones en el nivel de los diferentes torneos de ascenso, estos fueron variando principalmente debido a los cambios en el número de equipos en cada categoría. Por ejemplo, cuando se amplió la cantidad de clubes en Primera a 30, o las constantes idas y venidas de la B Nacional, que por momentos se agrandó y en otros se achicó. Una buena forma de comparar categorías en diferentes años es contar cuántos clubes metropolitanos había en categorías superiores.
De esta forma, podemos ver que, por ejemplo, en 1981 cuando Chacarita jugó en Primera C, había 38 clubes metropolitanos arriba. Si bien algunos funebreros dirán que esa Primera C era equivalente a la B Metro de hoy, la realidad es que todos los torneos de B Metro disputados por Atlanta hasta ahora tuvieron menos de 38 clubes metropolitanos arriba. El máximo de hecho fue 34 en la 1999/2000, que sería la temporada de menor jerarquía que disputó Atlanta en su historia, según el criterio anteriormente explicado. Si comparamos las B Metro de los últimos ascensos bohemios, vemos que en 1990 había 28 equipos metropolitanos arriba, en 1995 31 equipos, en 2011 25 equipos y en 2019 32 equipos. Es decir, en esta B Metro reciente nos encontramos con una categoría más similar a la del 95, mientras que la del 2011 era superior.


domingo, 19 de mayo de 2019

El Uno x Uno de Atlanta Nacional

JUAN FRANCISCO RAGO. Con sus enormes actuaciones en el arco, se transformó en pieza fundamental del ascenso y uno de los más queridos por los hinchas. Audaz, con personalidad, protagonista de atajadas brillantes que salvaron al equipo en varias oportunidades. Terminó con el arco en cero en 20 partidos, y llegó al récord de valla invicta en el club, con 982 minutos sin que le conviertan.
MATÍAS MOLINA. Gracias a sus proyecciones y participación en ataque, sus centros, sus asociaciones con Enrique en la banda derecha, generó una buena cantidad de goles para Atlanta. Indiscutido en el lateral, fue una de las figuras del equipo a lo largo de todo el torneo. Cuando no estuvo, se lo extrañó mucho.
NICOLÁS CHERRO. Volvió al club con la cinta de capitán y logró su segundo ascenso con la institución, algo que sólo había conseguido como jugador el Pepe Castro. Líder en los primeros partidos, su nivel decayó notablemente en la segunda rueda y salió del once titular cuando la defensa estaba en su momento de mayor debilidad. Quizá esta salida le haya dejado una sensación agridulce a Nico, que no terminó siendo protagonista como en el 2011.
ALAN PÉREZ. Empezó como suplente, funcionando como primer recambio y polifuncional en la defensa ante suspensiones y lesiones de los defensores titulares. Cuando le tocó improvisar de lateral izquierdo, lo hizo correctamente. Por sus buenas actuaciones, le ganó el puesto a Tecilla y terminó siendo titular indiscutido, líder de una defensa que se solidificó en el último tramo del torneo. Un gran torneo del Camello, sin lujos pero con rendimientos convincentes.
NAHUEL TECILLA. Para Nahuel esta temporada empezó como había terminado la anterior: con actuaciones irregulares. Si bien el Pepe lo concibió inicialmente como titular, luego perdió el puesto con Alan Pérez. Sin embargo, cuando el equipo se desangraba en defensa, llegó Orfila y le devolvió el puesto a Tecilla, esta vez acompañando a Alan en la zaga. Las últimas actuaciones de Nahuel fueron excelentes y fue clave en la remontada del equipo.
AXEL OCHOA. A lo largo de todo el campeonato, Axel aportó garra y corazón para pelear todas las pelotas en defensa y en sus excursiones al mediocampo. A veces tomando malas decisiones o faltándole una pausa para serenarse y pensar. En su segunda temporada en el club como titular, Ochoa tuvo su premio con este ascenso.
FERNANDO ENRIQUE. La manija del equipo. El Negro aportó inteligencia y jerarquía, manejar los tiempos, sacrificio en defensa y conducción en ataque. Si los partidos se ganan en la mitad de cancha, también se ganan por jugadores como Enrique que permiten mantener a un equipo conexo, impidiendo que se deshilache. Un gran refuerzo que venía de ser figura en el ascenso de Defensores y que volvió a serlo en este ascenso con Atlanta.
NICOLÁS PREVITALI. La gran joya de las Inferiores fue el único de los titulares surgido desde Celina. Con elegancia, presencia y la convicción de imponer su juego en la cancha, Previtali le dio claridad al mediocampo bohemio. Vital en la recuperación y también importante en el armado del juego ofensivo. Tuvo momentos de irregularidad y le tocó ser suplente de Seijas, pero terminó mostrando su mejor nivel.
GABRIEL SEIJAS. Rueda de auxilio en la mitad de cancha, en su tercera temporada en Atlanta fue una buena alternativa de Previtali cuando le tocó ingresar desde el banco o como titular. Su actuación en la victoria en Monte Castro fue excelente. Un cinco de jerarquía con panorama y despliegue.
JOAQUÍN OCHOA GIMÉNEZ. Sin lugar en el ciclo del Pepe Castro y tras recuperarse de una lesión, Orfila le dio protagonismo en sus primeros partidos y Ochoa Giménez le dio una dosis de aire fresco a un equipo deprimido. Autor de un gol que prácticamente valió un ascenso en Casanova.
LUCAS COLITTO. Su presentación fue a todo trapo con un hattrick. En el equipo del Pepe Castro fue clave en el mediocampo, por su incansable despliegue y sus desbordes por izquierda, que significaron varias asistencias de gol. Después de una lesión, no volvió a ser el mismo y terminó teniendo escasa participación en el ciclo Orfila.
MIGUEL CANEO. El nombre más rutilante de los que llegaron a Villa Crespo para esta temporada. Le costó ponerse en forma: hubo que esperarlo. Cuando estuvo bien, se hizo eje del equipo y demostró su calidad como jugador. Indiscutido en el 4-3-1-2 del Pepe, el juego pasaba por sus pies. Sin embargo, en la segunda rueda estuvo más apagado que encendido. En un episodio nunca esclarecido, dejó al club en la misma semana que se fue Castro.
BRIAN MIRANDA. Como en la temporada pasada, Miranda terminó más en el banco que en el campo de juego. Nuevamente no logró desarrollar todo su potencial, ese talento en sus pies. Suplente de Caneo en la era Pepe, Orfila le dio más chances cuando eligió el 4-3-1-2. Sin embargo, el Chano se decidió preferentemente por el 4-3-3 y Brian vio disminuidas sus oportunidades.
FABRICIO PEDROZO. En su cuarta temporada en el club, Fabricio pudo conseguir el ascenso. Sin encontrar regularidad en cuanto a sus actuaciones y con dos bestias como Martínez y Colombini arriba, a Pedrozo se le hizo difícil encontrar su lugar este torneo. Pero Orfila le encontró el puesto como extremo izquierdo y Fabricio terminó siendo importante tanto en la recuperación como en el ataque. Un delantero sacrificado que lució poco pero cumplió su función.
IGNACIO COLOMBINI. Empezó como suplente y muchos hinchas lo miraron con cierta desconfianza cuando llegó al club. Al principio le tocó jugar poco. Después de errar un gol increíble en Zárate se destapó con un doblete en Monte Castro que lo metió en el corazón de los hinchas. A partir de ahí, Nacho estuvo imparable. La segunda rueda lo encontró con un nivel sobresaliente. Su gran personalidad, su inteligencia, su capacidad goleadora, lo convirtieron seguramente en la gran figura de este Atlanta. Un crack que nos dio muchas alegrías.
HORACIO MARTÍNEZ. El goleador de Atlanta. Tuvo una primera rueda excepcional, metiendo goles de todos los colores, algunos imposibles, fabricando aquellos que no parecían situaciones de peligro. Martínez supo convertir goles importantes, de triunfos, en momentos en que el equipo no aparecía o no jugaba del todo bien. Tras una lesión, pareció comprometerse físicamente y no volvió a ser el mismo en la segunda rueda. De todas maneras concluyó una gran temporada, como uno de los jugadores claves de este ascenso.
WALTER MAZZANTI. Irreverente y revulsivo en el extremo derecho, fue importante aportando sorpresa en los primeros partidos de Orfila, cuando se encontró con un equipo sin confianza. Le faltó, como en la temporada anterior, mayor capacidad para terminar las jugadas y definición en el área.

domingo, 12 de mayo de 2019

ATLANTA NACIONAL

Después de siete años, Atlanta volverá a jugar en la B Nacional. Fueron tiempos de muchas frustraciones acumuladas y la celebración fue acorde a la larga espera. Luego de una corta estadía en la segunda categoría en la 2011/12, el Bohemio se propuso volver pronto al Nacional. Lograba ser protagonista, pero se quedaba en el camino antes de tiempo. En 2013, 2014, 2015, 2017 y 2018 terminó lejos del ascenso directo y quedó eliminado en la primera fase del Reducido, siempre definiendo como local. En 2016 sufrió su mayor decepción al perder el ascenso en la última fecha, en Villa Crespo, a cancha llena. Pero el fútbol dio revancha esta temporada y los hinchas pudieron pasearse por el barrio celebrando el tan anhelado ascenso.
El torneo empezaba con una gran ilusión para los hinchas de Atlanta. El Pepe Castro, el ídolo, volvía al club como entrenador y se armó un plantel muy competitivo, con nombres importantes como los de Fernado Enrique y Miguel Caneo. Se sumaban a la joven base del torneo anterior, de pálida campaña, y con poco protagonismo en la primera parte del campeonato pero con intervenciones relevantes sobretodo en el ciclo de Orfila. Atlanta arrancó como candidato y tres victorias iniciales que daban lugar a ilusionarse con un equipo generoso y ambicioso. Sin embargo, pronto la estantería se derrumbó con dos derrotas muy duras ante Riestra y Acassuso. Empezaron también las sospechas y un clima enrarecido a partir de los arbitrajes, que en partidos puntuales beneficiaron a los clubes de los influyentes Víctor Stinfale y Pipo Marín. El Pepe puso el grito en el cielo y a partir de ahí Atlanta vivió el campeonato como una hazaña propia contra el poder de turno. Con triunfos resonantes como una increíble remontada a Estudiantes en tiempo de descuento tras ir perdiendo 3-1 y el contundente paseo de Colombini y compañía por Monte Castro, Atlanta recuperó la memoria futbolística y la ilusión. El equipo volvía a estar sólido, confiado, con momentos de buen juego, y terminó la primera rueda a la expectativa de luchar por el título. Ya no dependía de las astucias del iluminado Horacio Martínez para convertir sino que también aparecía Colombini para ganarse su lugar en el equipo y en la tabla de goleadores.
En el receso llegaban las buenas noticias. Por reestructuración, había cuatro ascensos directos, por lo que las chances de subir se multiplicaban. Comenzaba una lucha encarnizada entre los cinco equipos protagonistas del campeonato. Pero Atlanta empezaba el 2019 entrando en su peor momento futbolístico del torneo. Con grandes debilidades defensivas, el equipo se derrumbaba, desorientado, y los malos resultados se sucedían al tiempo en que los puestos de ascenso se alejaban. El Pepe, que prácticamente había armado un equipo que se sabía de memoria, no encontraba respuestas. Los rendimientos individuales eran muy bajos y el equipo no aparecía. ¿Podía el Bohemio desperdiciar esta inmejorable chance de ascender a la B Nacional? Castro dio el portazo después de ganar solamente uno de siete partidos en el 2019 y llegó Alejandro Orfila con una receta distinta para intentar revivir a un Atlanta destruido anímicamente, sin confianza. Y el uruguayo lo logró. Empezó el ciclo con dos empates en partidos complicados y ganó un partido clave frente a All Boys en Villa Crespo. A partir de allí, el camino se le abrió. El Bohemio se recuperó en la tabla de posiciones gracias a una seguidilla de muy buenos resultados y el mal momento de Acassuso. Así, gracias a este sprint final, terminó ascendiendo a dos fechas del final, algo impensado cuando asumió el nuevo DT. Los números son claros: con Orfila su equipo ganó 7 encuentros y empató 4. No perdió ninguno. ¿Cómo lo hizo posible? Algunos cambios tácticos fueron fundamentales. Tras la ida de Caneo, una fija en el 4-3-1-2 del Pepe, el nuevo entrenador optó preferencialmente por un 4-3-3, sin enganche, y con extremos muy activos en la recuperación defensiva. En defensa, sacó al capitán Cherro y armó la dupla central Pérez-Tecilla. La defensa, el punto débil en todo el torneo, se afirmó con gran solidez. Rago se convirtió en gran figura y sigue ostentando el récord de valla invicta en el club: 893 minutos sin recibir goles. Un dato impresionante es que el conjunto de Orfila sólo recibió dos goles en contra en 11 encuentros. Los jugadores recuperaron la confianza y creyeron que podían ganar el ascenso. Atlanta brilló poco pero fue muy efectivo, y con el cero en el arco, llegaron muy buenos resultados. Y el ansiado ascenso a la B Nacional.

sábado, 4 de mayo de 2019

ATLANTA 3 COLEGIALES 0

El Bohemio quedó a un paso de la B Nacional. En su cancha su público deliró en una fiesta con la contundente goleada que le propinó a Colegiales y podrá ascender este mismo lunes si Acassuso no gana su partido. Las matemáticas todavía no son determinantes pero están de nuestro lado: con sumar un punto más, Atlanta se asegurará uno de los cuatro puestos de ascenso directo. Fue un mediodía perfecto en Villa Crespo, en el que el local consiguió lo que había venido a buscar. Colegiales le planteó inicialmente un partido peleado. Como en los últimos encuentros, a Atlanta le costaba ser preciso, llegar con profundidad. Pero era más, por intención, por voluntad, y por manejo de la pelota. El juego estaba cerrado y se abrió con un centro de Figueira y un cabezazo imposible de Colombini, que la colocó en el ángulo para hacer estallar las gargantas bohemias. Ahí comenzó la gran ráfaga de goles que liquidó el partido en ese mismo primer tiempo. Poco después, Figueira comandó el contragolpe, enganchó y definió de derecha a un palo para aumentar la cuenta. El ex Tigre venía de pocas y pobres actuaciones en el torneo, pero Orfila le dio la chance tras las lesiones de Ochoa Giménez y Colitto. Hoy la rompió siendo partícipe de las mejores situaciones de peligro de su equipo. Los hinchas no habían terminado de festejar el gol de Figueira cuando Colombini se filtró por derecha y asistió a Horacio Martínez, que se tiró de palomita hacia el tercero. 3-0 en un vendaval de goles en 10 minutos que prácticamente valen un ascenso. El segundo tiempo estuvo de más. Colegiales poco pudo hacer para hacer peligrar la victoria local: la diferencia era grande, los tres goles habían sido letales. Atlanta durmió el partido, tranquilo con el marcador. El arquero Rago, otra vez importante, lleva más de 800 minutos sin recibir goles y ya es récord para el club. Una de las claves de este momento exitoso. También los goles de la dupla Colombini-Martínez, que ya son 33, el mismo número que habían conseguido los mellizos Soriano en la 2010/11. Hoy son todas sonrisas en Villa Crespo, esperando el ansiado momento del ascenso a la B Nacional.