domingo, 12 de mayo de 2019

ATLANTA NACIONAL

Después de siete años, Atlanta volverá a jugar en la B Nacional. Fueron tiempos de muchas frustraciones acumuladas y la celebración fue acorde a la larga espera. Luego de una corta estadía en la segunda categoría en la 2011/12, el Bohemio se propuso volver pronto al Nacional. Lograba ser protagonista, pero se quedaba en el camino antes de tiempo. En 2013, 2014, 2015, 2017 y 2018 terminó lejos del ascenso directo y quedó eliminado en la primera fase del Reducido, siempre definiendo como local. En 2016 sufrió su mayor decepción al perder el ascenso en la última fecha, en Villa Crespo, a cancha llena. Pero el fútbol dio revancha esta temporada y los hinchas pudieron pasearse por el barrio celebrando el tan anhelado ascenso.
El torneo empezaba con una gran ilusión para los hinchas de Atlanta. El Pepe Castro, el ídolo, volvía al club como entrenador y se armó un plantel muy competitivo, con nombres importantes como los de Fernado Enrique y Miguel Caneo. Se sumaban a la joven base del torneo anterior, de pálida campaña, y con poco protagonismo en la primera parte del campeonato pero con intervenciones relevantes sobretodo en el ciclo de Orfila. Atlanta arrancó como candidato y tres victorias iniciales que daban lugar a ilusionarse con un equipo generoso y ambicioso. Sin embargo, pronto la estantería se derrumbó con dos derrotas muy duras ante Riestra y Acassuso. Empezaron también las sospechas y un clima enrarecido a partir de los arbitrajes, que en partidos puntuales beneficiaron a los clubes de los influyentes Víctor Stinfale y Pipo Marín. El Pepe puso el grito en el cielo y a partir de ahí Atlanta vivió el campeonato como una hazaña propia contra el poder de turno. Con triunfos resonantes como una increíble remontada a Estudiantes en tiempo de descuento tras ir perdiendo 3-1 y el contundente paseo de Colombini y compañía por Monte Castro, Atlanta recuperó la memoria futbolística y la ilusión. El equipo volvía a estar sólido, confiado, con momentos de buen juego, y terminó la primera rueda a la expectativa de luchar por el título. Ya no dependía de las astucias del iluminado Horacio Martínez para convertir sino que también aparecía Colombini para ganarse su lugar en el equipo y en la tabla de goleadores.
En el receso llegaban las buenas noticias. Por reestructuración, había cuatro ascensos directos, por lo que las chances de subir se multiplicaban. Comenzaba una lucha encarnizada entre los cinco equipos protagonistas del campeonato. Pero Atlanta empezaba el 2019 entrando en su peor momento futbolístico del torneo. Con grandes debilidades defensivas, el equipo se derrumbaba, desorientado, y los malos resultados se sucedían al tiempo en que los puestos de ascenso se alejaban. El Pepe, que prácticamente había armado un equipo que se sabía de memoria, no encontraba respuestas. Los rendimientos individuales eran muy bajos y el equipo no aparecía. ¿Podía el Bohemio desperdiciar esta inmejorable chance de ascender a la B Nacional? Castro dio el portazo después de ganar solamente uno de siete partidos en el 2019 y llegó Alejandro Orfila con una receta distinta para intentar revivir a un Atlanta destruido anímicamente, sin confianza. Y el uruguayo lo logró. Empezó el ciclo con dos empates en partidos complicados y ganó un partido clave frente a All Boys en Villa Crespo. A partir de allí, el camino se le abrió. El Bohemio se recuperó en la tabla de posiciones gracias a una seguidilla de muy buenos resultados y el mal momento de Acassuso. Así, gracias a este sprint final, terminó ascendiendo a dos fechas del final, algo impensado cuando asumió el nuevo DT. Los números son claros: con Orfila su equipo ganó 7 encuentros y empató 4. No perdió ninguno. ¿Cómo lo hizo posible? Algunos cambios tácticos fueron fundamentales. Tras la ida de Caneo, una fija en el 4-3-1-2 del Pepe, el nuevo entrenador optó preferencialmente por un 4-3-3, sin enganche, y con extremos muy activos en la recuperación defensiva. En defensa, sacó al capitán Cherro y armó la dupla central Pérez-Tecilla. La defensa, el punto débil en todo el torneo, se afirmó con gran solidez. Rago se convirtió en gran figura y sigue ostentando el récord de valla invicta en el club: 893 minutos sin recibir goles. Un dato impresionante es que el conjunto de Orfila sólo recibió dos goles en contra en 11 encuentros. Los jugadores recuperaron la confianza y creyeron que podían ganar el ascenso. Atlanta brilló poco pero fue muy efectivo, y con el cero en el arco, llegaron muy buenos resultados. Y el ansiado ascenso a la B Nacional.

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