(Fotos: Jorge de Gregorio)
Se sufrió más de la cuenta, más de lo que se podía imaginar de acuerdo al desarrollo del primer tiempo. Pero finalmente los tres puntos quedaron en casa y eso es lo más importante. Lo cierto es que con algunas dudas, sin lucirse, la era Sialle acumula tres victorias en tres partidos jugados: avanzó en la Copa Argentina y tiene puntaje ideal en el campeonato.
A Atlanta le cuesta encontrar el funcionamiento como equipo, todavía se lo ve débil en algunos aspectos, pero tiene varias individualidades que responden en los momentos en que se las necesita, y le está alcanzando para superar a sus rivales. Hay material, hay jerarquía, y eso da la esperanza de que se pueda construir, con el tiempo, un gran equipo. Esta tarde-noche de Villa Crespo, volvió a ser determinante el jugador más desequilibrante del plantel, el ídolo de los hinchas: Lucas Mancinelli. En el primer tiempo, recibió una magistral habilitación de Pedrozo y terminó definiendo no menos magistralmente ante Otarola. Una combinación de velocidad y técnica, letal, demasiado para un Comunicaciones que dio pelea.
El Bohemio jugó un buen primer tiempo. Intentó ser protagonista, dominar al rival, imponer su juego, y se mostró superior al Cartero, que debió recurrir -nervioso- al juego brusco para frenar a los locales. La expulsión de Strelau en la primera etapa, con la ventaja ya conseguida, permitía suponer un triunfo sencillo y holgado para Atlanta. Sin embargo, en la segunda parte, todo fue diferente. El equipo de Sialle se relajó, se estancó. Dejó de atacar, se retrasó, y le cedió la iniciativa a Comunicaciones, que terminó complicándolo, pese a la desventaja numérica. Atlanta quizá sintió también físicamente el gasto hecho en la primera etapa: Mancinelli ya no pudo mandarse ninguna de sus peligrosas proyecciones. Sin juego, el Bohemio terminó sufriendo y pidiendo la hora para poder festejar el triunfo.