Necesitaría la ayuda de un grupo interdisciplinario de psicólogos y sociólogos para descifrar este fenómeno popular, el del "9 de la gente". Durante dos años lo fue Diego Bielkiewicz. Y, tras su partida a San Telmo, el nuevo 9 de la gente es Carlos Henneberg. Hay muchas coincidencias en los dos casos. Ambos llegaron de Lanús gracias al acuerdo entre los dos clubes, son centrodelanteros netos (con cualidades técnicas y físicas similares), portan apellidos complicados (con varias consonantes) y no han tenido demasiado lugar en Atlanta, aunque uno ya se fue y el otro todavía la sigue peleando.
A Javier Alonso lo volvieron loco con Bielkiewicz desde la platea y las redes sociales, incluso cuando la dupla Andrés-Abel rompía redes en la Primera B. Diego, gracias a su esfuerzo y su gran desempeño en la pretemporada y amistosos, se ganó un importante lugar en el equipo en el inicio de la B Nacional. Por primera vez, tenía sus chances como titular, para demostrar. Pero decepcionó, al igual que sus compañeros, en un equipo que descendió tristemente. Después de dos temporadas y de haber sumado varios partidos, Bielkiewicz nunca explotó. Apenas un par de goles en el recuerdo y se fue a San Telmo buscando el lugar que no encontraba en Atlanta. En la Isla Maciel, en estos 6 meses, no le ha ido mejor. Sin embargo, con sólo 5 goles oficiales en 2 años, logró ganarse a buena parte del público.
La historia de Henneberg parece recorrer un camino similar hasta el momento. Si bien no ha sido titular, las veces que entró no pudo demostrar, y le ha ido bien en los amistosos. Mucha gente lo pide, lo reclama. ¿A qué se debe este fenómeno? Está claro que esta nota no pretende tirar mierda contra dos jugadores que cada vez que se pusieron la camiseta bohemia dejaron todo en la cancha (desde ese punto de vista son irreprochables), sino que más bien es una crítica hacia quienes parecen haberse enamorado de ellos e insisten constantemente en que los problemas del equipo se solucionan poniendo a Henneberg (o a Bielkiewicz). El razonamiento es fácil. Si el equipo no convierte, o convierte goles, la solución es poner un 9, que es el que hace los goles. Sigue el camino de esa lógica ridícula que afirma que los partidos se ganan acumulando delanteros. Siempre lo más fácil es echarles la culpa a los que están en la cancha, e imaginar que los que están afuera son la solución. Claro, hasta que juegan y los que estaban antes son los que deberían jugar. Los que reclaman que Henneberg debe jugar 30 minutos y no 8, luego pedirán 45, después un partido entero, posteriormente varios partidos de rodaje, y si la cosa no funciona se buscarán un nuevo ídolo en el banco y nos contarán la nueva Verdad Revelada, la nueva solución que espera Atlanta. Total, ya nadie se acuerda de lo que dijo hace un mes. Uno puede impunemente recomendar y opinar sin hacerse cargo de lo que dice, siempre y cuando uno no tenga ninguna responsabilidad en la toma de decisiones.
Lo increíble de todo esto es que vamos punteros, y por los comentarios de los hinchas pareciera que estuviéramos haciendo la campaña de Sportivo Italiano que tanto vaticinaban a principio de campeonato.
martes, 29 de enero de 2013
viernes, 25 de enero de 2013
Que los yuyitos no tapen el bosque
Resulta poco creíble, pero a menos de 48 horas del esperado clásico que abrirá el 2013, la preocupación de no pocos hinchas bohemios está puesta en los diversos rumores que hablan de posibles maniobras e iniciativas "creativas" del archirrival para dejar en ridículo a Atlanta en su propia casa. Mientras tanto, el equipo de Rondina estrena el año con la punta en su poder, y este partido será de vital importancia no solamente por lo que representa enfrentar a Chacarita, sino porque el Funebrero es uno de los aspirantes a alcanzar la posición actual de Atlanta. ¿Nadie más se anima a firmar que nos pinten un retrato de Barrionuevo en el centro del campo de juego a cambio de un triunfo?
El partido debe ser una fiesta del fútbol, y como es fútbol hay que ganar, en la cancha, con los jugadores. Así se puede ascender, crecer y seguir logrando cosas. No podemos seguir recordando como logros un bombo robado (por el cual, indirectamente, perdimos varias fechas al mejor Lucas Ferreiro en un momento crucial), un trapo grande de la época en que Duhalde era gobernador o unos fuegos artificiales en Morón. Claro que deben tomarse todas las medidas de prevención posibles, pero por sobre todas las cosas es necesario evitar tomar revanchas o caer en la incitación a la violencia. No solamente por amor a la paz, sino porque hay que evitar cualquier tipo de sanción, para bien del club.
Es una oportunidad de cambiar. De mostrarle al país que somos diferentes de ellos. Lo ocurrido el año pasado fue una experiencia brutal, cobarde, terrible. De nada servirá intentar siquiera algo mil veces menos agresivo. Ni siquiera se podrá emitir un solo canto discriminatorio, porque la AFA también tiene sus yuyitos que le tapan el bosque, y lamentablemente se preocupa más por las palabras que se cantan que por los golpes y los tiros que hieren y matan a la gente. Qué se le va a hacer, estamos rodeado de porquería por todos lados. Pero Atlanta tiene que salir de ese esquema y crecer, con orgullo, con confianza y con dignidad. Y ojalá que el domingo estemos festejando un triunfo antes que seguir hablando de boludeces.
El partido debe ser una fiesta del fútbol, y como es fútbol hay que ganar, en la cancha, con los jugadores. Así se puede ascender, crecer y seguir logrando cosas. No podemos seguir recordando como logros un bombo robado (por el cual, indirectamente, perdimos varias fechas al mejor Lucas Ferreiro en un momento crucial), un trapo grande de la época en que Duhalde era gobernador o unos fuegos artificiales en Morón. Claro que deben tomarse todas las medidas de prevención posibles, pero por sobre todas las cosas es necesario evitar tomar revanchas o caer en la incitación a la violencia. No solamente por amor a la paz, sino porque hay que evitar cualquier tipo de sanción, para bien del club.
Es una oportunidad de cambiar. De mostrarle al país que somos diferentes de ellos. Lo ocurrido el año pasado fue una experiencia brutal, cobarde, terrible. De nada servirá intentar siquiera algo mil veces menos agresivo. Ni siquiera se podrá emitir un solo canto discriminatorio, porque la AFA también tiene sus yuyitos que le tapan el bosque, y lamentablemente se preocupa más por las palabras que se cantan que por los golpes y los tiros que hieren y matan a la gente. Qué se le va a hacer, estamos rodeado de porquería por todos lados. Pero Atlanta tiene que salir de ese esquema y crecer, con orgullo, con confianza y con dignidad. Y ojalá que el domingo estemos festejando un triunfo antes que seguir hablando de boludeces.
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