lunes, 5 de junio de 2017

ATLANTA 1 T.SUÁREZ 1

El empate con gusto a poco obtenido en el partido número 1000 en el León Kolbowsky fue una buena síntesis del ciclotímico e irregular andar de Atlanta en este campeonato. En el primer tiempo, el Bohemio fue un equipo gris, sin alma, sin ideas de juego. Débil en defensa, ofreció oportunidades a un visitante que jugó mejor y supo aprovechar para ponerse en ventaja. El equipo de Duró no llegó en toda la primera parte. Los delanteros no se conectaron con el juego, García y Peralta estuvieron en un muy bajo nivel. En el medio, Previtali volvió a brindar una pálida imagen y Seijas no logró hacerse dueño de la cancha. Sin mediocampo y sin inspiración ofensiva, díficil atacar con peligro. En el segundo tiempo, el técnico metió dos cambios de una, evidenciando que el equipo necesitaba cirugía mayor para intentar dar vuelta la historia. Se la jugó por dos rapiditos como Barría y Tolosa, mientras Suárez se dedicó a conservar la ventaja que había conseguido. La producción en la segunda parte fue mucho mejor, con una gran actuación del Rayo Barría que revitalizó al equipo y asistió a Dorregaray para marcar el empate. Mereció incluso la victoria.
En un torneo que tiene a Morón como virtual campeón, lo único que queda es luchar por el segundo ascenso en un Reducido que ya tiene a Atlanta muy cerca de la clasificación. El Bohemio tiene material para ascender pero necesita mejorar su funcionamiento, alcanzar la regularidad que nunca encontró en todo el campeonato. El equipo es una caja de sorpresas, capaz de poner de rodillas al más fuerte y caer ante el más débil. La cuestión parece pasar más por lo anímico e individual que por lo táctico, ya que han pasado los esquemas, jugadores en distintas posiciones, y no hay solución. Gómez puede salvar con sus atajadas como ser responsable de goles evitables. La defensa alterna partidos de firmeza con días de hot sale. En el medio, la ausencia de Rodríguez se siente mucho. García y Peralta son jugadores desequilibrantes, de jerarquía, pero muchas veces están apagados. Los delanteros no están enchufados con el gol. 

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