El Gran León se tiñó de fiesta y esta vez el equipo entregó una gran victoria para celebrar e ilusionarse. Después de dos empates que dejaron un sabor amargo, Orfila consiguió su primer triunfo como DT del Bohemio, y su equipo volvió a ganar después de una mala racha que lo había alejado de los puestos de ascenso. Ahora, Atlanta quedó a uno de Acassuso, con un partido menos. Las chances están intactas y el equipo demostró que está vivo, que quiere pelear. Ésta era otra prueba de fuego, no por el pálido presente de All Boys sino justamente por lo que significa el rival: por la rivalidad de las últimas décadas y porque de hecho no se le ganaba como local desde 1988. La gente terminó festejando en el estadio y en las calles de Villa Crespo. Volvió a creer.
Orfila sorprendió a muchos con la alineación que presentó. No por el esquema, que volvió a ser el 4-3-3 convertible a 4-5-1 que había dispuesto contra Barracas, sino por las salidas del capitán Nico Cherro y del destacado Previtali, que venía de un flojo partido en la Isla Maciel. La salida de Cherro podía entenderse a partir de sus últimas malas actuaciones y del mal momento de la defensa. Algo había que tocar abajo. Se podría decir, a juzgar por el juego y el resultado, que el DT esta vez acertó. Atlanta no se lució pero fue siempre más que un pobre y limitado All Boys, que nunca pudo hacerse del control del partido y generó muy poco en el arco de Rago. Al Bohemio le costó llegar con claridad, pero tuvo la iniciativa. Por momentos se vio el equipo dinámico y agresivo del primer tiempo ante Barracas. Mazzanti desequilibró varias veces por derecha en la primera mitad. Se vio un Atlanta ordenado, más firme en defensa y con actitud. Tras el penal convertido por Colombini, algo sufrió pero no demasiado. Orfila decidió no modificar demasiado la estructura táctica del equipo. El ingreso de Colitto fue positivo para darle oxígeno al mediocampo. Alan Pérez y Tecilla tuvieron un gran partido en la zaga central. Seijas y Ochoa empezaron con algunas dudas pero terminaron siendo fundamentales para aguantar un resultado cuando Atlanta cargaba con el karma de no poder sostener el marcador en partidos anteriores. Esta vez se le dio. Pudo aferrarse al triunfo y le dio una alegría a la gente. Ojalá sea como aquel partido de la primera rueda, que significó el inicio de una muy buena racha que lo dejó tercero.
sábado, 23 de marzo de 2019
viernes, 15 de marzo de 2019
ATLANTA 1 BARRACAS 1
Los pronósticos eran muy desfavorables. Con un nuevo DT: Alejandro Orfila reemplazó al Pepe Castro en la semana y apenas tuvo un par de entrenamientos. Con muchas bajas: a la rescisión de contrato de Caneo se sumaban las lesiones de Colitto, Martínez y Milton Giménez, y la suspensión de Previtali. Y principalmente con un equipo derrumbado anímicamente, en una muy mala racha futbolística, con resultados desalentadores. El panorama era el peor para recibir al indiscutible puntero de la categoría, un Barracas Central imparable que parece imposible de vencer y que se encamina irremediablemente hacia el título y ascenso con varias fechas de anticipación.
Sin embargo, esto es fútbol. Y muchas veces los cambios de entrenador significan una inyección anímica para los jugadores. Orfila movió el tablero y dispuso una táctica novedosa para este plantel, acostumbrado al 4-3-1-2. El uruguayo paró un 4-3-3, que por momentos se transformó en un 4-5-1 ya que Mazzanti y Pedrozo hicieron prácticamente toda la banda, y Enrique y Ochoa Giménez haciendo de interiores. En el primer tiempo se vio un Atlanta muy enchufado, convencido. Con actitud y un enorme sacrificio físico, logró emparejar e incluso superar a Barracas. El visitante apostaba al juego por abajo, al atrevimiento de su gran figura Valenzuela, pero el Bohemio lo mantenía a raya a costa de un gran esfuerzo, con la idea de no perder el orden. Arriba, el objetivo era intentar sorprender y lastimar. Así, el conjunto de Orfila generó las situaciones más peligrosas. Y convirtió dos goles, aunque el primero se lo anuló insólitamente Yael Falcón por una falta inexistente de Colombini sobre Elías Gómez. Las imágenes ya recorren el mundo retratando el increíble fallo que benefició al club del presidente de la AFA. Otra vez lo mismo. ¿Los nervios? ¿La desesperación de verse nuevamente perjudicado por un arbitraje? ¿Un nuevo robo? No era bueno el panorama. Pero Atlanta entendió que podía ganarlo y siguió insistiendo. Armó una gran jugada con desborde de Molina y Ochoa Giménez, el renacido, apareció para poner el 1-0 que hizo estallar Villa Crespo.
Ahora quedaba lo más difícil: mantener el resultado frente a un rival muy peligroso. El segundo tiempo encontró a Barracas decidido a torcer la historia. Abriendo la cancha, con un fútbol de alto vuelo y Valenzuela indomable. Atlanta se veía desbordado, no tenía respuestas. El gran desgaste físico del primer tiempo se empezaba a sentir. Los jugadores no daban más, no podían seguir contrarrestando la superioridad futbolística de Barracas con sacrificio. Dos tiros en los palos eran una advertencia clara. También mostraban que quizá esa noche la suerte podía estar de nuestro lado. Orfila metió mano y se decidió a desarmar el 4-3-3 para incluir más jugadores de marca. Finalmente terminó jugando con un 5-4-1, totalmente volcado a aguantar el resultado con uñas y dientes. Pero sobre el final, llegó el empate de Barracas. Un empate que le daba más justicia al marcador. Una pena para Atlanta porque un triunfo así hubiera significado un empujón muy grande. Nuevamente el Bohemio no pudo sostener una ventaja, como le pasó este año ya con San Miguel, Riestra y Flandria. Al menos el equipo demostró que está vivo y que puede dar pelea, aunque la urgencia de victorias se sigue haciendo cada vez más grande. Ahora toca un rival complicado: el entonado San Telmo en la Isla.
Sin embargo, esto es fútbol. Y muchas veces los cambios de entrenador significan una inyección anímica para los jugadores. Orfila movió el tablero y dispuso una táctica novedosa para este plantel, acostumbrado al 4-3-1-2. El uruguayo paró un 4-3-3, que por momentos se transformó en un 4-5-1 ya que Mazzanti y Pedrozo hicieron prácticamente toda la banda, y Enrique y Ochoa Giménez haciendo de interiores. En el primer tiempo se vio un Atlanta muy enchufado, convencido. Con actitud y un enorme sacrificio físico, logró emparejar e incluso superar a Barracas. El visitante apostaba al juego por abajo, al atrevimiento de su gran figura Valenzuela, pero el Bohemio lo mantenía a raya a costa de un gran esfuerzo, con la idea de no perder el orden. Arriba, el objetivo era intentar sorprender y lastimar. Así, el conjunto de Orfila generó las situaciones más peligrosas. Y convirtió dos goles, aunque el primero se lo anuló insólitamente Yael Falcón por una falta inexistente de Colombini sobre Elías Gómez. Las imágenes ya recorren el mundo retratando el increíble fallo que benefició al club del presidente de la AFA. Otra vez lo mismo. ¿Los nervios? ¿La desesperación de verse nuevamente perjudicado por un arbitraje? ¿Un nuevo robo? No era bueno el panorama. Pero Atlanta entendió que podía ganarlo y siguió insistiendo. Armó una gran jugada con desborde de Molina y Ochoa Giménez, el renacido, apareció para poner el 1-0 que hizo estallar Villa Crespo.
Ahora quedaba lo más difícil: mantener el resultado frente a un rival muy peligroso. El segundo tiempo encontró a Barracas decidido a torcer la historia. Abriendo la cancha, con un fútbol de alto vuelo y Valenzuela indomable. Atlanta se veía desbordado, no tenía respuestas. El gran desgaste físico del primer tiempo se empezaba a sentir. Los jugadores no daban más, no podían seguir contrarrestando la superioridad futbolística de Barracas con sacrificio. Dos tiros en los palos eran una advertencia clara. También mostraban que quizá esa noche la suerte podía estar de nuestro lado. Orfila metió mano y se decidió a desarmar el 4-3-3 para incluir más jugadores de marca. Finalmente terminó jugando con un 5-4-1, totalmente volcado a aguantar el resultado con uñas y dientes. Pero sobre el final, llegó el empate de Barracas. Un empate que le daba más justicia al marcador. Una pena para Atlanta porque un triunfo así hubiera significado un empujón muy grande. Nuevamente el Bohemio no pudo sostener una ventaja, como le pasó este año ya con San Miguel, Riestra y Flandria. Al menos el equipo demostró que está vivo y que puede dar pelea, aunque la urgencia de victorias se sigue haciendo cada vez más grande. Ahora toca un rival complicado: el entonado San Telmo en la Isla.
sábado, 9 de marzo de 2019
ESTUDIANTES 3 ATLANTA 1
Dolorosa, triste, terrible derrota de Atlanta, que en los 7 partidos jugados en este 2019 sólo sumó 6 puntos y recibió 12 goles. Ya no preocupa que los rivales ganan y se alejen, que el puesto de ascenso directo haya quedado en el pasado. Preocupa sobretodo el nivel del equipo, que no da respuestas futbolísticas pero especialmente anímicas. Atlanta está derrumbado, deshecho. Se había ilusionado con un equipo que entusiasmaba, pero que ahora no transmite nada. Los problemas se multiplican: a esta crisis se suman lesionados y suspendidos. Y en medio de una seguidilla de partidos muy complicados. El jueves toca nada menos que Barracas, el líder infalible de la categoría. Hoy tocó Estudiantes, su perseguidor. Fue más el local: no se lució, no salió a comerse crudo al visitante. Sólido, controló el partido sin que Atlanta le hiciera daño. Un tibio Bohemio que salió a presionar pero se desmoronó con el terrible error de Cherro. Estudiantes esperó el momento propicio para lastimar: un error del rival y a cobrar. Así llegó también el segundo gol, cuando el conjunto del Pepe Castro tenía sus mejores minutos y estaba llegando con mayor peligro al arco. La perdió Pedrozo en un tiro libre a favor y de contra aumentó el local. El Bohemio ya estaba destruido cuando el Pincha metió el tercero. Con uno menos por la expulsión de Previtali, esta vez no hubo milagro. Pésima actuación de Atlanta, sin presencia ofensiva, sin identidad colectiva y con graves errores defensivos que le costaron lo que suelen costar los errores en defensa. Un golpe muy duro para los hinchas.
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