Los pronósticos eran muy desfavorables. Con un nuevo DT: Alejandro Orfila reemplazó al Pepe Castro en la semana y apenas tuvo un par de entrenamientos. Con muchas bajas: a la rescisión de contrato de Caneo se sumaban las lesiones de Colitto, Martínez y Milton Giménez, y la suspensión de Previtali. Y principalmente con un equipo derrumbado anímicamente, en una muy mala racha futbolística, con resultados desalentadores. El panorama era el peor para recibir al indiscutible puntero de la categoría, un Barracas Central imparable que parece imposible de vencer y que se encamina irremediablemente hacia el título y ascenso con varias fechas de anticipación.
Sin embargo, esto es fútbol. Y muchas veces los cambios de entrenador significan una inyección anímica para los jugadores. Orfila movió el tablero y dispuso una táctica novedosa para este plantel, acostumbrado al 4-3-1-2. El uruguayo paró un 4-3-3, que por momentos se transformó en un 4-5-1 ya que Mazzanti y Pedrozo hicieron prácticamente toda la banda, y Enrique y Ochoa Giménez haciendo de interiores. En el primer tiempo se vio un Atlanta muy enchufado, convencido. Con actitud y un enorme sacrificio físico, logró emparejar e incluso superar a Barracas. El visitante apostaba al juego por abajo, al atrevimiento de su gran figura Valenzuela, pero el Bohemio lo mantenía a raya a costa de un gran esfuerzo, con la idea de no perder el orden. Arriba, el objetivo era intentar sorprender y lastimar. Así, el conjunto de Orfila generó las situaciones más peligrosas. Y convirtió dos goles, aunque el primero se lo anuló insólitamente Yael Falcón por una falta inexistente de Colombini sobre Elías Gómez. Las imágenes ya recorren el mundo retratando el increíble fallo que benefició al club del presidente de la AFA. Otra vez lo mismo. ¿Los nervios? ¿La desesperación de verse nuevamente perjudicado por un arbitraje? ¿Un nuevo robo? No era bueno el panorama. Pero Atlanta entendió que podía ganarlo y siguió insistiendo. Armó una gran jugada con desborde de Molina y Ochoa Giménez, el renacido, apareció para poner el 1-0 que hizo estallar Villa Crespo.
Ahora quedaba lo más difícil: mantener el resultado frente a un rival muy peligroso. El segundo tiempo encontró a Barracas decidido a torcer la historia. Abriendo la cancha, con un fútbol de alto vuelo y Valenzuela indomable. Atlanta se veía desbordado, no tenía respuestas. El gran desgaste físico del primer tiempo se empezaba a sentir. Los jugadores no daban más, no podían seguir contrarrestando la superioridad futbolística de Barracas con sacrificio. Dos tiros en los palos eran una advertencia clara. También mostraban que quizá esa noche la suerte podía estar de nuestro lado. Orfila metió mano y se decidió a desarmar el 4-3-3 para incluir más jugadores de marca. Finalmente terminó jugando con un 5-4-1, totalmente volcado a aguantar el resultado con uñas y dientes. Pero sobre el final, llegó el empate de Barracas. Un empate que le daba más justicia al marcador. Una pena para Atlanta porque un triunfo así hubiera significado un empujón muy grande. Nuevamente el Bohemio no pudo sostener una ventaja, como le pasó este año ya con San Miguel, Riestra y Flandria. Al menos el equipo demostró que está vivo y que puede dar pelea, aunque la urgencia de victorias se sigue haciendo cada vez más grande. Ahora toca un rival complicado: el entonado San Telmo en la Isla.
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