sábado, 17 de agosto de 2019

ATLANTA 4 IND. RIVADAVIA 1

Después de las celebraciones y de un largo receso en que crecieron la ansiedad y las expectativas frente al desafío de una nueva oportunidad en el Nacional, en la segunda categoría del fútbol argentino, finalmente llegó el día del debut. Y el resultado fue soñado: goleada 4-1 en Villa Crespo ante un Independiente Rivadavia que venía de luchar arriba el torneo anterior. A partir de los amistosos de pretemporada, se hacía difícil distinguir un once inicial para el debut. Orfila nuevamente sorprendió, con sólo tres refuerzos en el once inicial. Curiosamente, algunos de los titulares no habían sido indiscutidos en el campeonato anterior, una categoría abajo. Pero hoy empezó otra historia. Lo que no cambió fue el esquema táctico y la idea del conjunto del Chano. Se vio un Atlanta muy activo, enérgico, que dejó todo en cada pelota, que nunca negoció la actitud. Arriba, fue arrollador y generó situaciones de peligro con relativa facilidad, principalmente gracias al buen uso de los extremos. Pedrozo la rompió: lo jugó como una final del mundo y estuvo a la altura. Abrió la cuenta gracias a su fuerza de voluntad, generó en ataque y colaboró en la recuperación. Gran debut de Luis López, el animal del gol que se despachó con dos cabezazos determinantes en el primer tiempo. Además, aguantó la pelota arriba y descargó. Otro que debutó dejando una buena impresión fue Presedo, con buen panorama y manejo en el mediocampo. Lamentablemente se fue lesionado y el equipo sufrió su salida. Esperemos que su lesión no sea motivo de mayores penas en los siguientes partidos. Lo más flojo de Atlanta estuvo en el sector defensivo. En el primer tiempo no hicieron pie los defensores. Molina y Ochoa eran desbordados en los laterales, Coronel no tuvo una buena primera presentación. Tampoco tuvo una buena tarde Previtali, que intentó aportar prolijidad pero por momentos no fue claro en la salida. Y para colmo, Rago estaba inseguro en aquella primera mitad que pareció empezar para la fiesta pero la fiesta duró muy poco: apenas un minuto. El Bohemio ganaba merecidamente con el gol de Pedrozo pero pronto igualó Klusener de cabeza, cortando el largo invicto de Rago. Atlanta sintió el golpe y dudó, en su peor momento en los 90 minutos. Los mendocinos se mostraron peligrosos arriba y pudieron haber dado un golpe mayor, pero el 2-1 llegó en el momento justo. El tercero trajó más tranquilidad todavía y cerró un primer tiempo muy intenso, electrizante, en el que el conjunto de Orfila demostró su gran poderío goleador pero al mismo tiempo sufrió por su debilidad atrás. En la segunda etapa, el Bohemio salió más ordenado. Caro Torres aportó seguridad en el fondo y mejoraron los rendimientos de Molina y Tecilla, que se hizo el dueño de la zaga. También se hizo enorme Francisco Rago, que salvó la tarde con grandes atajadas que nos hizo recordar sus mejores intervenciones en el último ascenso. El partido se hizo menos intenso, el local se hizo con el control, y el tiempo pasó más rápido con un juego más sereno. No fueron auspiciosos los ingresos de Talpone y Trinidad en el mediocampo, pero Atlanta cerró el triunfo con un golazo de Joaquín Ochoa Giménez, que se sacó dos rivales de encima con una maniobra y definió de manera exquisita. La goleada hizo delirar a los bohemios que sueñan con una temporada en que no se hable de descenso. El equipo dio el primer paso. Mostró que tiene material para hacer daño y dar pelea en esta categoría. Pero también hay muchas cosas para corregir y que pueden traer preocupaciones en el futuro. Por un lado seguir de cerca la recuperación de Presedo, que fue clave en el circuito de juego. Por otro lado, trabajar en la parte defensiva, que había sido el punto fuerte del equipo cuando llegó Orfila y hoy pudo haber costado caro.

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