domingo, 15 de mayo de 2011
Il Commento Reale: Siamo Fuori della B metro!!!
FIESTA!
Le jour de glorie est arrivé
¡Gloria a Dios en las alturas! Por que este año de Villa Crespo salió el nuevo campeón y Atlanta se va de la B para nunca más volver!
¡Que felicidad, mi fiel escudero, y que fiesta la que vivimos este sábado salpicada por todos los estados de ánimos que pueden atravesar el espíritu humano y coronada por los laureles de un campeonato que pocas veces en la historia de la humanidad tuvo un dueño más digno, legítimo y justo.
Y ese fue nuestro querido Atlanta que en estas treinta y ocho fechas demostró ser, por varias leguas de distancia, el mejor de los mejores. Y él que discuta la de esto merece simplemente que se lo meta en una jaula y se lo exhiba junto a un canguro australiano (¡Salud, viejo Lenín).
Por eso el benigno astro rey quiso asociarse a la parranda y entibió, con sus cálidos
rayos de oros, a la multitud que desde horas tempranas inundaba las adyacencias del sagrado templo bohemio, deslizándose entre las calles de las barriadas y venciendo los obstáculos de Macri y su bendito metrobus.
Así el barrio de Don Osvaldo Miranda, prócer señero del atlanterío, se puso sus mejores galas para recibir la grata noticia de la conquista que estaba al llegar.
Y colgaron de un cordel de esquina a esquina un cartel y banderas de papel azules y amarillas. Y paraguas, estandartes en los balcones, y familias con la camiseta amada.
Los de siempre, los de a veces, los nuevos: todos bien venidos a la celebración!
El león Kolbowski era un océano ululante de pasión y, salpicado con las explosiones de mil cohetes, petardos y bombardas.
Sale Atlanta a la cancha, y Villa Crespo pasa a ser el corazón de la ciudad, del país y del mundo, ante el grito unánime de miles de almas bohemias palpitando.
Pero nuestros héroes juegan el peor partido de Atlanta en ciento seis años de historia y pierden inesperadamente ante una muchedumbre que se retira en calma, esperanzada con el cumplimiento el plan b que se tenía para la jornada.
La expectativa se transforma en espera y los mensajeros que llegan desde el lado del río van arrimando las buenas nuevas.
Cerca de las cinco de la tarde el destino ha dado su veredicto inapelable: el 7 de mayo de 2001 nació a la faz de la Tierra un nuevo y glorioso campeón: ¡Atlanta!
Y ahora el campo de los sueños de la calle Von Humboldt se tapiza con la felicidad rebosante de hombres, mujeres y niños con la sonrisa en los labios y lágrimas en los ojos. Y el noble y el villano, el prohombre y el gusano bailan y se dan la mano si importarles la facha…
Salen los jugadores con el gran Rodrigo Llinás a la cabeza, con los Mellizos Soriano, los que llegaron del sur como el crack de Mancinelli, los pibes surgidos de las inferiores como Chaco Guzmán y el poeta Galeano, Pogonza, Ferragut, los históricos Arancibia y Cherro, el inolvidable Lucas Ferreriro y los que jugaron mucho o no jugaron y el Xavi Alonso el gran conductor, grande de puro humilde
Y se da la vuelta con todo el pueblo bohemio, esa vuelta reservada sólo a los dioses del Olimpo.
Vamos, mi fiel escudero, a divertirnos que bien merecido lo tenemos.
Vamos que allá va el micro con los jugadores a recorrer las calles.
Vamos subiendo la cuesta que arriba mi barrio se vistió de fiesta!
jueves, 12 de mayo de 2011
La verdà de la Moilanesky: DALE CAMPION!!!!!
ATLANTA 0 B. CENTRAL 1
El sueño se ha cumplido. Atlanta ha gritado campeón y tuvo su merecida fiesta en Villa Crespo, junto a su gente, tiñiendo todo el barrio de gloria. Después de doce años con altibajos en la tercera categoría, concretó una campaña futbolística excepcional y ganó el torneo de punta a punta, logrando coronarse nada menos que cuatro fechas antes del final. El título lo encuentra justamente en el mejor momento institucional del club de las últimas dos décadas.
Si tuviéramos que sumergirnos en el sentimiento y en el análisis de este Atlanta campeón podríamos quedarnos todo el día. Hay mucho para decir sobre este momento tan especial que vive el hincha bohemio. Es que esa alegría indescriptible que se desató con el ya seguro triunfo de Chicago sobre Defensores tenía una gran historia detrás. No solamente la historia del último partido, o la de todo el campeonato, sino la de años y décadas de sufrimiento y angustia.
Fue una lástima la necesidad de esperar la derrota de Defensores para ser oficialmente campeón. Atlanta había armado todo para festejar un poco antes: si le ganaba a Barracas Central en Villa Crespo, se aseguraba el ascenso automáticamente. Este Atlanta hubiera merecido el triunfo para festejar como se debe: ganando. Pero en la práctica no lo mereció. Jugó quizá pensando demasiado en el festejo, y olvidó que tenía un partido difícil frente a un rival muy duro, al cual es muy difícil derrotar. Barracas jugó el encuentro como si fuera una final: corrió, metió y nunca se salió de su libreto, bien ordenado tácticamente y aguerrido en la marca. El conjunto visitante le hizo la vida imposible a un Atlanta que nunca le encontró la vuelta.
Decididamente este partido de coronación no fue una mustra representativa de lo que fue Atlanta en este campeonato. Al contrario, le faltó fútbol y presencia ofensiva. No supo cómo llegar con claridad al arco rival, y fue pura impotencia frente a un rival que dejó todo para conseguir la hazaña de ganarle al campeón en su propia casa y postergarle la fiesta. Un gran mérito de Barracas, que logró su cometido.
El festejo del campeonato dos horas después permitió olvidar lo que fue una de las peores actuaciones del Bohemio en esta temporada, y la segunda derrota en Villa Crespo.