martes, 4 de julio de 2017

ATLANTA 0 ESPAÑOL 1

Una mancha más al tigre. Un nuevo capítulo del interminable compendio de frustraciones bohemias en los mano a mano por el ascenso a la B Nacional. Casi dos décadas en que las historias se vuelven a reescribir. Ya más como comedia que como tragedia.
Un empate le bastaba a Atlanta para pasar a las semifinales. Era local. Tenía todas las de ganar. En teoría. También sabíamos que en Villa Crespo este equipo siempre la tuvo muy complicada y le costó conseguir resultados. Sin ir más lejos, le había tocado perder contra el mismo rival hace no mucho, en la misma cancha. Este martes se vio de lo peor de este Atlanta irregular, inestable. Pero tampoco fue nada nuevo. La misma impotencia, la misma fragilidad habían sido elementos presentes en partidos anteriores. Varias veces. El visitante se pone en ventaja en su primera llegada y después hay que remontarlo, con los nervios y una mochila pesadísima. ¿Cuántas veces leímos esa historia este torneo? En todo el campeonato el Bohemio no pudo solucionar su alarmante debilidad defensiva. Sin embargo, esta vez no apareció la jerarquía de los jugadores, ni que hablar de la contundencia ofensiva que apenas fue un espejismo en el principio de la temporada. Estuvieron todos en la cancha. Duró los juntó a todos en un segundo tiempo en que acumuló delanteros y jugadores creativos. Ramos, Dorregaray, Pons, Barría, García y Peralta juntos. Ni una chance clara para encontrar ese gol que otorgaba la clasificación. ¿Del lado de Español? Un equipo limitado pero inteligente, práctico, compacto, con plena confianza anímica y táctica. Un Amarilla que hizo las veces de Messi, autor del gol y absolutamente imparable. Si la actuación colectiva de Atlanta no estuvo a la altura de las circunstancias, los rendimientos individuales fueron paupérrimos. No se salvó ni uno de los jugadores de campo. Todo lo que tenía que hacer el conjunto de Duró para quedarse afuera lo hizo. Todo lo que temíamos que podía pasar pasó. La confianza y las ilusiones depositadas en función de los buenos méritos de un equipo que algo hizo para salir tercero en la tabla fueron fulminadas. Otra maldita frustración que cuesta digerir.

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