Una nueva temporada en que Atlanta no consiguió su único objetivo posible: ascender a la B Nacional. Desde el último descenso en 2012, peleó por el ascenso en 5 de los 6 torneos disputados, terminando entre el segundo y el cuarto puesto de la tabla. Cuatro veces pereció en la primera ronda del Reducido y tuvo su chance de ascender con un triunfo en una última fecha. Siempre en Villa Crespo. La desolación, la bronca de los hinchas es lógica. Duele acercarse al éxito y no poder conseguirlo.
El arranque del equipo en este 2016/17 fue a pura ilusión. Con la llegada de Fernando Ruiz como entrenador y el armado de un plantel plagado de jugadores de jerarquía en ofensiva, Atlanta parecía apostar a llevarse a todos por delante. La irreverencia de Guri García, el desequilibrio de Peralta, la sorpresiva aparición de Dorregaray, el aporte goleador de Ramos, las promesas de goles de Pons, la clase de Ezequiel Rodríguez en su nueva posición de volante central. Había material para creer. Sin embargo, pronto el poderío ofensivo decayó y persistieron los problemas defensivos. Atlanta entró en el terreno de la total irregularidad, sin encontrar el equipo, el esquema, la idea de juego. Nunca pudo resolver sus problemas defensivos y su bajísimo rendimiento en Villa Crespo, donde perdió y empató partidos increíbles, ante rivales débiles.
Las performances individuales también bajaron su nivel. Peralta fue el caso emblemático en este sentido: clave en la primera etapa, intrascendente al final. La ida de Rodríguez también le agregó una cuota fatídica: Atlanta perdió mucho con su salida ya que era un volante con quite, presencia y manejo de la pelota. Algo que Seijas y Guerra no pudieron aportar ni sumados los dos. La llegada de Duró al banco por momentos dio esperanzas, y Atlanta entregó un par de buenas actuaciones, pero también mostró las peores versiones del equipo de Ruiz.
El final fue cantado. El Bohemio no jugó a nada, como en casi todo el campeonato en Villa Crespo, salvo el gran partido que le ganó al campeón Morón, jugando como si fuera una final. La misma actitud con que encaró el encuentro de Copa Argentina ante los sanjuaninos. No se vio el mismo Atlanta en el partido más importante, los cuartos de final del Reducido. Había que empatar.
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