domingo, 13 de mayo de 2012

Barras: ¿Por casa cómo andamos?

El mundo del fútbol argentino se sorprendió esta semana con lo que debería ser regla y no excepción. Javier Cantero, presidente de Independiente, fue noticia porque enfrentó a la temida barrabrava que parasita el club de Avellaneda, tal cual como ocurre en la mayoría de los clubes del país. Cortó sus beneficios de los cuales gozaban sobretodo en la era Comparada y los barras obviamente reaccionaron, porque se les terminaba su juego y su negocio. Pero lo más rescatable, lo positivo, lo que da una luz de esperanza en este apocalíptico fútbol nacional, es que los socios e hinchas "comunes" de Independiente apoyaron a su presidente en esta embestida. Así, Cantero y los socios a los cuales representa compartieron la valentía de combatir a un grupo de personas que solamente reportan perjuicios para el club y para la sociedad en general, pero que habitualmente utilizan su poder político y su poder físico para mantenerse indemnes e impunes.
Por supuesto no alcanza con este acto individual para terminar con este flagelo del fútbol. Pero lo de Cantero puede funcionar como un golpe de efecto que despierte a los hinchas dormidos, que seguramente quieren un fútbol distinto al actual. No basta con el pasivo apoyo que recibió Cantero de políticos y otras personalidades, si bien es altamente positivo el rechazo de la opinión pública a las barras. Esta iniciativa debe ser acompañada por los demás clubes, con sus socios y dirigentes imitando las acciones para combatir esta enfermedad. Lo cual inevitablemente nos lleva a preguntarnos si algo así sería posible en Atlanta, cómo están dadas las cosas. El ascenso a la B Nacional desnudó el alto potencial de poder que tiene la barrabrava bohemia, con beneficios de entradas y transporte en los partidos de visitantes en el Interior. Al menos, la violencia parece contenida, en comparación con lo que ocurre en otros clubes. Pero no podemos esconder un problema que existe y que perjudica al club económicamente, además de alejar a las familias de la cancha. 
No podemos esperar que mágicamente la iniciativa de la dirigencia caiga del cielo. Ellos también tienen familias y vidas que conservar. Las ganas de combatir este mal debe nacer de todos los hinchas genuinos, de los socios. Sólo si estamos todos unidos y tenemos claro nuestro objetivo podremos lograrlo. No habrá un Libertador iluminado que venga a liberarnos.

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