El convulsionado y golpeado Atlanta todavía muestra signos vitales. Con 31 puntos, un puntaje con el que ya estaría descendido en otros campeonatos, sigue con vida en esta B Nacional y da pelea por permanecer. Los hinchas saben que la situación es delicada, que el descenso es lo más probable. Pero el Bohemio no se rinde. En el debut del Huevo Rondina como cuarto técnico del equipo en la temporada, se llevó un punto valioso de Quilmes, aunque lo que se necesitan ahora son más triunfos que empates, y con la sensación amarga de haber empatado después de estar 75 minutos arriba en el marcador. No hubo otro batacazo como aquel en cancha de Vélez ante River, pero Atlanta mostró al menos una notable mejoría futbolística y casi se trae un heroico triunfo ante uno de los candidatos al ascenso.
Se sabe que cuando viene un nuevo entrenador hay borrón y cuenta nueva, nuevos aires, y la posibilidad de levantar anímicamente a un plantel golpeado. Rondina, que sabe de batallas, apostó a la inyección anímica en un partido durísimo. De todas maneras, no es novedad en esta segunda rueda un mejor rendimiento del equipo en las paradas más complicadas, contra rivales que son protagonistas. Para visitar al Cervecero, el Huevo armó un novedoso 4-4-2, con cuatro marcadores centrales en la defensa, un doble cinco combativo, y Ferragut y Ramírez como carrileros. Por cómo se fue desarrollando el partido, parecía que Atlanta estaba iluminado por el Señor: era una tarde de suerte, como para aprovecharla. En el primer minuto, los rebotes en una pelota parada beneficiaron a Milán, que sólo tuvo que empujarla para sorprender con el 1-0. ¡Al fin las pelotas paradas le sonreían al Bohemio! Después, el conjunto visitante se replegó totalmente para defender la ventaja, apostando al contragolpe aunque sin éxito. Cedió la posesión del balón y combatió con garra y entrega en la defensa y el mediocampo. El equipo estaba bien parado, ordenado, y los jugadores estaban concentrados en el objetivo. La defensa de los cuatro centrales prácticamente no tuvo fisuras, liderada por un Milán enorme. En el mediocampo, Lorefice y Pogonza mordieron y lucharon. Pero no alcanzó. Quilmes fue por momentos un vendaval: acorraló al Bohemio en su arco a fuerza de córners y tiros libres, generando gran cantidades de situaciones de peligro. Atlanta se salvaba, la suerte y el esfuerzo lo acompañaban, pero a 15 minutos del final el local encontró el gol, y se derrumbó la resistencia bohemia. Nuevamente la gran deficiencia estuvo en el ataque, en donde Atlanta no encontró la forma de desequilibrar o aprovechar los espacios que le dejaba Quilmes en los contraataques. No pudieron Ramírez, Castro ni Bielkiewicz. Tampoco Aparicio y Abel Soriano cuando ingresaron. Por eso, finalmente el visitante debió conformarse con un empate que lo deja vivo, por más que la soga del descenso le esté apretando fuertemente el cuello. Todavía queda una luz de esperanza. Por lo pronto, Desamparados está abajo, pero habrá que ganar un par de partidos para superar también a Chacarita.
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