sábado, 23 de junio de 2012

El único consuelo sería el descenso de los Exiliados

Con profunda tristeza, con resignación, con la calma de la muerte, el hincha de Atlanta enfrentó un descenso doloroso pero que ya se veía venir hace rato. Desde el comienzo del campeonato el Bohemio sufrió la categoría, nunca pudo adaptarse, fue menos que sus rivales y se fue al descenso con toda justicia por no haber hecho los méritos suficientes para quedarse cuando el desafío no parecía complicado: había que superar apenas el 1 de promedio para zafar. No se requería un campañón ni una epopeya. Pero se hicieron las cosas mal de principio a fin, pasaron cuatro técnicos, se probaron a todos los jugadores, y no hubo caso. Atlanta se fue con sólo 6 victorias en la temporada, con el recuerdo de algunos triunfos increíbles (a River, Gimnasia, Ferro), pero con muchas tristezas en la mochila. Nunca pudo hacerse fuerte en Villa Crespo y no supo cómo jugarles a los equipos que venían a llevarse un punto. 
Esta tarde había que ganarle a Huracán pero Atlanta fue el mismo apático de siempre, sin ideas, nervioso. Apenas un manojo de intenciones no alcanza. El Globo aprovechó las oportunidades que tuvo y el Bohemio mostró nuevamente sus grandes carencias de juego, sus armas totalmente inofensivas. Volvió a la B Metro penando, muy lejos de salvarse, al mismo tiempo que Desamparados y C******** ganaban sus compromisos respectivos. Los sanjuaninos al menos descendieron ganándole a Central. Y los otros, los innombrables, gozan ahora de su total impunidad con un premio, como en el 2005. El hincha de Atlanta en este momento, con el descenso ya asumido, no puede desear otra cosa que la destrucción pacífica y legal de ese club horroroso, que representa la suma de todos los males de la sociedad. No se ría, en serio lo digo. C******** es la corrupción, la mafia, la iimpunidad, la falta de justicia. No hace falta que me remonte a los '90 y la era Barrionuevo. En el 2005 fuimos testigos de cómo, tras aquel partido ante la CAI que debió decretar el descenso de C******** a la B Metro, la AFA lo perdonó y los Exiliados pudieron salvarse  increíblemente gracias a la manito que le dio el poco profesional DT Chulo Rivoira. Y ahora, en este 2012, todo parece ir camino hacia el mismo desenlace. Los gravísimos hechos ocurridos en el clásico frente a Atlanta en San Martín merecieron una pena más dura que el punto quitado y la suspensión de cancha por "canciones antisemitas". Es que en C******** no son solamente los hinchas indómitos, salvajes, violentos. Hay una dirigencia cómplice que desplazó a la dirigencia honesta anterior y que fue partícipe de los hechos de violencia, más allá de que Rappalini no se haya animado a denunciar nada. Una dirigencia mafiosa que pudo haber masacrado con su complicidad a decenas de personas inocentes. Pero claro, para la AFA no fue demasiado grave. Apareció la platita en San Martín, aparecieron los triunfos de repente como en aquel 2005, y por si fuera poco, C******** volvió a zafar con el caso Pajón, aparentemente. Todavía en Pajón y  en Chicago residen las esperanzas del sufrido hincha bohemio, que ahora no desea otra cosa que se haga justicia, ya sea en la cancha o en los escritorios. Por supuesto, nunca desde la violencia ya que esos modos se los dejamos a los incivilizados. 

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