Tantas veces se dice que el fútbol es misterioso e indescifrable que repetirlo nuevamente quizá ya aburre, pero hace falta decirlo igual. Es que siempre aparecen nuevas evidencias. Hoy mostraremos los extraños casos de Lucas Mancinelli y Nicolás Pasquini, tan similares y tan distintos. Ambos son marcadores de punta o carrileros (uno por derecha, el otro por izquierda), ambos fueron juveniles formados en Lanús que formaron parte del convenio de intercambio con Atlanta, y ambos volvieron al club granate luego de pasar por Villa Crespo con el objetivo de asentarse en Primera A. Claro que los caminos recorridos y los presentes de uno y otro son totalmente distintos.
Mancinelli llegó a Atlanta en 2010 y rápidamente se convirtió en jugador determinante. Con su gran corazón, su enorme sacrificio físico, su despliegue, su picardía, Lucas fue un hombre clave en aquel el equipo campeón. Pronto ya era ídolo y su nombre de coreaba en Villa Crespo. Autor de goles importantes, era increíble que un lateral pudiera ser tan desequilibrante y determinante en el ataque de un equipo. En la B Nacional, Lucas era la única esperanza en un equipo apático, sin jerarquía, hasta que su lesión llenó de tristeza las almas bohemias. Su regreso fue de película, con gol incluido, en la B Metro, aunque no pudo coronar un nuevo ascenso.
Cualquiera hubiera dicho que a Mancinelli le esperaba un gran futuro en Primera y hasta en Europa. Sin embargo, en Lanús todavía no ha aprovechado las pocas oportunidades. Juega poco y nada, y no parece adaptarse al juego de Primera División. Ojalá pronto pueda demostrar en la máxima categoría todo lo que se cansó de hacer en Atlanta. Una explicación posible es que en Primera ya no puede marcar la diferencia que marcaba antes, en el uno contra uno, en las corajeadas, en el pasional juego de matar o morir. Mancinelli no es un jugador adicto a las rigideces tácticas, a cumplir como un obrero, como un soldado, un determinado conjunto de tareas monótonas dentro de un esquema colectivo. Lucas es libre, indómito, se mata por el equipo, por los hinchas, deja todo en cada jugada sin pensar en la jugada siguiente.
En el fútbol a veces no triunfan los héroes talentosos, sino los otros. Los obreros aplicados y obedientes, los hombres-máquina. No hace falta técnica, no se necesita talento. Con un gran despliegue físico, con inteligencia, concentrado los 95 minutos, un jugador puede ser muy útil para un equipo. Estas cualidades se han visto en Nicolás Pasquini en estos últimos partidos en Lanús en los que ha sorprendido a todos. Su historia es opuesta a la de Mancinelli. Llegó también a Atlanta en el 2010 pero en su primera temporada jugó muy poco. Los bohemios vimos a un jugador muy limitado técnicamente, con deficiencias en la marca y poco para ofrecer con la pelota. Ya fue una sorpresa que ese jugador que tan poco lugar había tenido en la B Metro tuviera más minutos en la B Nacional. Ya allí empezó a verse algo del Pasquini aplicado y trabajador que hoy elige Barros Schelotto para alternar en un Lanús que pelea Copa y campeonato. El rubio volante juega, mete, cumple y hasta hace goles. Quizá le esperan muchos partidos en Primera. Y porqué no ilusionarnos con una venta que deje a Atlanta algunos pesos...