domingo, 9 de noviembre de 2014

El mal de las reestructuraciones

En tiempos en que el fútbol argentino afronta una nueva reestructuración, podemos hacer un balance de cómo le ha ido a Atlanta en cambios de esta mangitud en el formato de los torneos de AFA.
Desde el inicio de la era profesional en 1931, el primer gran cambio que afectó a la Primera División fue la inauguración de los torneos Metropolitano y Nacional en 1967. Hasta ese momento, los cinco grandes habían dominado de forma exclusiva la escena, pero Atlanta había logrado desde su vuelta a Primera en 1956 meterse en un importante puesto de protagonismo, peleando arriba en varios campeonatos, armando grandes equipos y sacando muy buenos jugadores de sus Inferiores.
Sin embargo, el cambio abrió la cancha a los más diversos equipos, especialmente los más populares del Interior como Rosario Central, Newell's, Unión, Talleres de Córdoba, etc. Si bien Atlanta pudo realizar la mejor campaña de su historia en el Nacional de 1973, fue más bien un hecho aislado, y en muchos campeonatos de esa época peleó el descenso o no logró clasificar a las fases finales de los Nacionales. Su época dorada se estaba apagando, y estaba perdiendo terreno frente a los otros equipos chicos.
Pese a todo, el descenso de 1979 encontró a Atlanta como un protagonista y candidato indiscutible de la segunda categoría, por entonces la Primera B que solamente tenía clubes metropolitanos. La B parecía quedarle chica: estuvo cerca en 1982, se le dio en 1983, y volvió a quedar en la puerta en 1985. Allí ocurrió una nueva importante reestructuración en nuestro fútbol, que nos perjudicó enormemente: la instauración del Nacional B. En ese torneo de transición de 1986 se suponía que Atlanta debía pelear por subir, y así lo hizo en un principio, pero terminó quedándose en lo que se convertiría en la Primera B Metropolitana, la tercera categoría, algo inédito. 
Fue un golpe duro en lo futbolístico que se sumó a una crisis institucional que finalmente derivó en la quiebra. Luego de superar lo más duro de la quiebra, volvió la alegría a Villa Crespo con el ascenso de 1995, pero una nueva reestructuración ocurrió, esta vez únicamente en la segunda categoría. Atlanta había ascendido a un Nacional B de 20 equipos, pero al año siguiente aumentaron el número para armar las zonas Metro e Interior, regalando ascensos a mansalva. Los dirigentes de AFA deberían aprender hoy de aquella lección, ya que el formato ampliado duró apenas cinco años y luego debieron aumentar el número de descensos, lo que terminó siendo una carnicería. Atlanta descendió justo antes de que empezara la carnicería, de eso no nos podemos quejar. Pero la B Metro a la que el Bohemio descendió en 1999 y en donde no había equipos de peso se convirtió pronto en una categoría atractiva y competitiva, con varios clubes con una rica historia.
Ahora nuevamente afrontamos otra reestructuración, esta vez mucho más grande y que afecta a todas las categorías, aunque personalmente no sé cuánto puede durar este monstruo que armaron en la calle Viamonte. En un intento de federalizar el fútbol argentino a la fuerza y no en base a los méritos deportivos, no sólo aumentará el número de equipos en Primera (lo cual implicará, en promedio, más equipos del Interior en la A) sino que también se modificará de prepo la proporción de equipos metropolitanos y del Interior en la B Nacional en favor de éstos últimos. 
El perjuicio a clubes como Atlanta es enorme. En la práctica, no será más sencillo que antes ascender a la segunda categoría porque la cantidad de ascensos será la misma y los rivales serán más o menos de la misma envergadura que en los últimos años. Y para colmo, la segunda categoría será de un nivel inferior a la B Nacional actual, en donde vemos equipos que tranquilamente podrían estar en Primera. 
¿Casualidad o destino? La realidad es que a Atlanta nunca le ha ido bien con las reestructuraciones. En general han significado un paso atrás más que un paso adelante. 

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