sábado, 3 de febrero de 2018

PLATENSE 2 ATLANTA 1

Atlanta sigue sin poder ganar en lo que va del año y se extiende la mala racha con la que había terminado el 2017. Después de la increíble victoria que se le escapó en Munro, el Bohemio tenía un gran desafío en su visita a Vicente López, para enfrentar a un Platense embalado que podía ponerse puntero. Berscé puso prácticamente los mismos once, con Sánchez en lugar de Tecilla en la zaga central. Nuevamente, pagó caro su inconsistencia a lo largo de un partido. En el primer tiempo, Atlanta construyó una muy buena actuación, con fuerte protagonismo, vocación ofensiva, prolijidad en el manejo de la pelota y juego asociado. El mediocampo ejerció presión y Álvarez se hizo dueño de la circulación del balón. Sin embargo, el fútbol no necesariamente premia las buenas intenciones. A veces, los detalles, los accidentes y los incidentes juegan un papel determinante en el desarrollo. Atlanta falló en esas jugadas clave, mientras que Platense no. Miranda se perdió un gol increíble con el arco vacío cuando el partido recién empezaba, Álvarez también desperdició uno debajo del arco poco después del empate de Chávez. El local no desaprovechó una pifia grosera de Bazán para abrir el marcador, cuando no se había arrimado todavía al arco. El primer tiempo cerró con un empate luego de un claro dominio del conjunto visitante. En la segunda etapa, el Calamar clavó un tiro libre y le bastó para hacerse con los tres puntos. Atlanta no pudo volver a encontrar la pelota ni el juego como para incomodar al local. Pagó por no poder sostener el rendimiento y no poder reaccionar, encontrar alternativas futbolísticas. Ruiz, como en sus tiempos en Atlanta, apostó por la jerarquía de sus jugadores, que resolvieron el encuentro pese a que a su equipo no se le cayó una sola idea y regaló todo un tiempo. El Bohemio debe entender que los partidos duran 90 minutos y que el éxito requiere consistencia, regularidad. Con ratos de buenas intenciones no alcanza si no hay contundencia y si los goles a favor no están sostenidos por una base sólida que le permita al equipo controlar el partido.

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