Suena ilógico que luego de haber realizado semejante campaña en esta primera mitad de la temporada, debamos empezar nuestras vacaciones con el sabor amargo de esta derrota, un resultado que no es para nada representativo de lo que fueron los últimos meses para el pueblo bohemio. Nos acostumbramos al triunfo constante, a la confianza y la adrenalina del éxito permanente, y ya casi que nos habíamos olvidado lo que era perder un partido de fútbol. Pero claro, no podían ser todas buenas, alguna vez tenía que tocar un semáforo en rojo después de aquella onda verde. Lo importante es volver a arrancar encendidos en enero, mantener la marcha, y así podremos acercarnos al tan ansiado ascenso a principios de junio.
Atlanta sumó su tercera derrota en el torneo, todas jugando de visitante. Venía de una racha de cuatro triunfos seguidos, pero en la despedida del 2010 se encontró con un rival enchufado y desperdició la chance de aumentar las diferencias con respecto a su escolta Estudiantes. Sin embargo, la propiedad de la punta sigue intacta, y el equipo afrontará la pretemporada con un colchón de seis puntos de ventaja.
Mientras que la tormenta pluvial eludió Adrogué con una increíble gambeta, el líder de la B no pudo escapar de sus propios errores y fue superado con amplia justicia por Brown, que hizo casi todo bien en la tarde sureña. Desde el primer segundo de juego, Atlanta desnudó sus fallas en defensa. Se sucedieron distintos errores individuales que pusieron en peligro la integridad del marcador. Y fue un error de Llinás el que fue capitalizado por el conjunto local: el arquero intentó salir rápido pero se la dio en los pies a Villamayor, que definió por encima de Llinás. El Bohemio empezó con el pie izquierdo en el partido y no pudo recomponerse. Terminó así redondeando una mala actuación: seguramente la peor en este campeonato. A nivel colectivo, el juego del equipo nunca apareció. No hubo esa actitud agresiva de llevarse por delante el rival, y no hubo fútbol. Es cierto que no ayudaron las dimensiones reducidas del campo de juego, pero el equipo no supo tomar las riendas del partido e imponer su jerarquía, como en otras ocasiones.
Fue una de esas tardes en donde todo sale mal: hasta Llinás estuvo inseguro. La defensa tuvo serios problemas para contener los ataques locales. Los Soriano no gravitaron. Atlanta tuvo sus chances, sobretodo por pelotas paradas, pero no las pudo aprovechar y convirtió a Matinella en figura. Quizá otra hubiera sido la historia si tenía más suerte en la definición. Pero lo cierto es que Brown jugó bien y también tuvo las suyas. Casado volvió locos a todos y se despachó con un golazo al finalizar la primera parte. Incluso pudo haber terminado en goleada si Brown no fallaba alguno de los dos penales que tuvo a su favor, cerca del final. La derrota fue un castigo para un Atlanta que no hizo los méritos ofensivos suficientes, cometió demasiados errores y fue superado por un Brown que se defendió muy bien y no perdonó en el primer tiempo.
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