CON VASELINA
¡Yo sabía, mi fiel escudero, que todo en este mundo tiene un fin! ¡Desde las penas más y dolorosas, hasta las dichas más plenas y más dulces! ¡Y le había jurado a mi buen Dios, estar preparado para asumir como posible, que nuestro Atlanta volviera encontrarse con esa ingrata hembra que es la derrota, y de la que casi nos habíamos olvidado, debido al andar arrollador de nuestra gloriosa escuadra hollando campos enemigos y aniquilándoles cuando se atrevían a poner sus humanidades en el inexpugnable reducto de la ribera del Maldonado! ¡¿Pero justo venimos a perder ahora cuando nos disponíamos a levantar nuestra copa de champagne para despedir el año y otras festividades, y agregar a nuestro brindis la inolvidable campaña que nos regaló el club de nuestros amores?!
Es cierto que lo hecho, hecho está y que Atlanta continúa con bizarría en la cima de la tabla, mirando al resto desde las alturas, pero la caída en Adrogué nos hace fruncir el seño, y la posibilidad de reanudar el campeonato con cuatro bajas fundamentales, nos hace fruncir otra cosa…
Atlanta llegó al pequeño estadio tricolor, atravesando una ciudad transida por una violencia absurda y bajo cielos cargados de tormentas bíblicas.
El Xabi Alonso, decidió -como venía haciéndolo cada vez que realiza alguna visita-, establecer jugar con cuatro defensores, cuatro volantes y los mellizos Soriano en la vanguardia.
Como además el poeta Galeano purgaba una suspensión, la oncena atlante para la ocasión estuvo compuesta por: Don Rodrigo Llinás al arco; Mancinelli, Nico Cherro, Roly Arancibia y el Juampi Segovia en defensa; el chaqueño Guzmán, Álvarez, Pogonza y el zurdo Ferragut en los medios y los pibes 10: Abel y Andrés
Los villacrespenses, como de costumbre empezaron el partido papando mosca y antes del primer minuto de juego ya se habían salvado de casualidad después de un mal rebote en el área.
Y como eso sucede siempre, nos quedamos en el molde, sentados en nuestras butacas, esperando que el equipo vaya reaccionando, pero pasaban los minutos, el firmamento se ennegrecía y los sureños dominaban el juego, con un Casado que dirigía la orquesta y un Ruíz Díaz que había copado la parada en el redondel central.
Los porteños no daban pie con bola, y sólo por el sector derecho Guzmán y las escapadas de Mancinelli aparecía como argumento de ataque. Álvarez y Ferragut no la veían ni cuadrada y Pogonza no lograba prevalecer en medio de la multitud que se agolpaba en el ecuador de la cancha, esquivándose y chocando constantemente. Arriba cuando uno de los gemelos se hacía del balón, aparecían de a dieciocho las camisetas tricolores para neutralizarlos.
Abajo los zagueros se equivocaban mucho y hasta Don Rodrigo aparecía como un desconocido
No había transcurrido mucho, cuando precisamente el insigne arquero rechazó para el ajo, le dejó la globa en los pies de Villamayor, y este, como si supiera, se la embocó de vaselina por arriba del marote.
Otra vez empezamos perdiendo de visitante: Una película que ya vimos y que generalmente termina bien. Menos este sábado…
Atlanta se fue con honra a por la noble igualdad, y hasta pudo conseguirla sin haber hecho mucho: se lo perdió Guzmán inexplicablemente y el portero adroguense evitó el empate ante Ferragut y frente a Andrés.
Aunque, el bohemio había mejorado algo, siempre fueron los brownies superiores y los merecedores de los laureles que da la victoria.
Nos disponíamos a devorarnos nuestro consabido paty con ketchup ya que se moría el primer tiempo, cuando en la última jugada, el avezado Casado, se la puso con taco y tiza en el rincón de las arañas a Don Rodrigo, en otra vaselina de antología.
0 – 2 en contra y mal pronóstico para el segundo tiempo.
El Xabi mueve la estantería, lo saca a Álvarez que no hizo un sorongo, lo pone al ruso Bielkiewicz de punta – que no hizo mucho más- lo tira a Andrés como armador y con ese esquema se reinicia el combate.
Los locales se abroquelan bien, deja que su adversario se cocine en su propia salsa de impotencia y falta de ideas, y siempre bien orientados desde adentro del field por el pelado Casado y sustentados por el fondo por otro veterano como Del Río terminan construyendo un triunfo indiscutible.
Sin embargo faltaba el torbellino de acontecimientos sobre el último cuarto de hora, donde Atlanta acaba con dos penales en contra, Pogonza expulsado y Cherro, Arancibia y Andrés con una semana de vacaciones más producto de respectivas amarillas.
Suerte que Llinás le detuvo la canchareadita al fanfarrón de Villamayor y el bisabuelo Zagharián estrelló su tiro en el palo, porque nos hubiésemos vuelto por el Camino Negro con una tricota en pleno verano.
Un tiro de lejos del ingresado Matías Castro, lo más destacable de los de azul amarillo sobre el final y no hubo nada que hacer.
Se perdió y chau.
Ahora a descansar disfrutar del sol, la playa o la montaña y regresar recargados el año que viene. Ha sido solo un tropezón, que no es caída, y que siempre puede suceder cuando lo que se transitan son los arduos caminos que conducen a la gloria.
¡FELICES FIESTAS Y UN BUEN 2011, PARA TODO EL PUEBLO BOHEMIO!
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