Atlanta sumó sus primeros tres puntos, pero no ganó. Es que los sumó todos de a uno, partido por partido, puntito por puntito. Así avanza a paso lento en sus primeros andares de esta temporada en la que la lucha por la permanencia será muy dura. Está claro: sin triunfos, no hay salvación. Pero hay sin embargo una luz de esperanza que se enciende en este equipo que no desentona en la categoría y parece estar a la altura de las circunstancias. Podemos estar tranquilos de que Atlanta dará pelea porque tiene un equipo competitivo, que no es menos que la mayoría de sus rivales.
Un empate ante Rosario Central en otros momentos hubiera sido bienvenido. Por cómo se dio el partido y por la necesidad de obtener el primer triunfo en el campeonato, ningún bohemio se fue conforme con el resultado. Todos se quedaron con las ganas de ganarle al puntero en Villa Crespo, y la verdad es que lo más justo hubiera sido quedarse con los tres puntos. Pero no pudo ser, el gol se le negó a Atlanta en algunas muy claras oportunidades, y el hincha bohemio no pudo festejar, no pudo sacarse ese peso de encima. Pese a la insatisfactoria igualdad, despidieron a sus jugadores con un fuerte aplauso, no solamente por el esfuerzo sino también por las buenas intenciones de juego, por haber hecho más méritos que Central por ganar el partido.
Claro, tampoco es que Atlanta lo pasó por arriba ni nada por el estilo. El encuentro fue parejo en largos tramos, muchas veces trabado y mal jugado; incluso en algún momento Central manejó más y mejor la pelota, y llegó un par de veces de contra. Pero el local tuvo más y mejores situaciones, aunque no demasiadas. El conjunto dirigido por Juan Antonio Pizzi eligió una postura más bien conservadora y no fue protagonista. Tampoco desplegó un fútbol de jerarquía pese a contar con nombres como Paulo Ferrari, Germán Rivarola, Ricardo Gómez y Gonzalo Castilejos. Lo mejorcito se vio del otro lado, en el equipo que venía de la B Metro.
Después de empezar el campeonato con una alineación innovadora, Javier Alonso paró un once titular cada vez más parecido al que salió campeón de la B este año. Volvió Abel a la delantera, formando nuevamente aquella dupla goleadora con Andrés que tantas alegrías brindó. Era algo que venían pidiendo muchos hinchas, y esta vez el Pueblo tuvo razón, porque los dos Soriano fueron muy peligrosos. Sólo les faltó un gol. Abel se mató en la cancha y jugó como para demostrar que está para titular en esta categoría, pese a sus no tan buenos rendimientos en la última recta del torneo pasado.
En el mediocampo, Galeano por derecha y Aparicio como enganche aportaron en cuentagotas ese fútbol que hace falta en cualquier equipo. Pogonza empezó acelerado y se ganó rápidamente una amarilla, pero después, en base a garra y corazón, fue convirtiéndose en el dueño del medio. Lugo alternó buenas y malas, al igual que los dos laterales, Pajón y Segovia, que no estuvieron sólidos como la dupla central Milán-Cherro. Los dos lungos de la defensa sacaron todas, y junto a Llinás lograron asegurar el cero en el arco por segunda vez consecutiva. El equipo en líneas generales rindió bien: éste es el camino. Ajustando algunos inconvenientes en los laterales y con más precisión en ofensiva, deberían llegar los triunfos.
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