lunes, 26 de diciembre de 2011

¿Dónde están los ídolos bohemios?

El 6 de diciembre salió publicada en Sentimiento Bohemio una nota titulada "El ocaso de los ídolos"(Link: http://sentimientobohemio.info/?p=1951), en donde se vierte una interesante reflexión acerca de la histeria, el exitismo, la ciclotimia, el gataflorismo y la agresividad de una parte de los hinchas bohemios. El ocaso de los ídolos se refiere a lo que ocurrió sobretodo en estos últimos seis meses, cuando los héroes recientes se convirtieron en los malos de la película. Dirigentes, técnicos, jugadores, ninguno se salvó: de la gloria a Devoto en unas semanas.

Los dirigencia, que ostentaba como logros el saneamiento financiero del club, la recuperación de la Sede social, la construcción del estadio y el ascenso como frutilla del postre, volvió a convertirse en el blanco de las críticas por su incapacidad de armar un plantel competitivo en la B Nacional. Korz y su gente pasaron de ser los salvadores del club a un grupo de amateurs ineptos e ingenuos, según el dictamen de los más críticos. Javier Alonso no se salvó: si bien condujo al equipo campeón durante toda la temporada, los malos resultados en los primeros encuentros en la B Nacional lo alejaron del cargo y se terminó yendo por la puerta de atrás muy pronto. Llegó Ghiso, con una historia detrás de logros y cariños, y estalló definitivamente el drama bohemio. Sumó algunos buenos triunfos, pero también derrotas estripitosas. Algunos hinchas confían en la capacidad profesional de Vitrola, pero otros no le perdonan sus polémicas declaraciones, con las cuales quedaron los mismos jugadores en la mira. Ellos, los grandes campeones de la B Metro, se convertían ahora en pequeños aficionados de menor nivel. Los Soriano, Pogonza, Llinás, Cherro, Arancibia, Ferragut, se transformaron en basura desechable.

Paradójicamente, nadie parece haberse quedado con la gloria de haber logrado el ascenso en 2011. Al parecer, los jugadores eran unos burros, el técnico era un inepto y los dirigentes unos incapaces. Así y todo, Atlanta logró ganar el torneo de punta a punta tras doce años en esa categoría...¿tan fácil era? En unos pocos meses, la máquina impiadosa e impaciente trituró a los ídolos que parecían nacer en el seno del club. Ciertamente Alonso nunca tuvo feeling con el público, pero hay varios jugadores en el actual plantel que salieron campeones y tienen una historia larga con el club, con más de 100 partidos en Primera (Llinás, Arancibia, Cherro, Guzmán, Andrés Soriano). El futuro parece claro: si Atlanta se queda en el Nacional, muchos de los jugadores tendrán la oportunidad de ocupar un lugar importante en el corazón y la historia bohemias; sin embargo, un descenso borraría todo rastro de aquella caravana de mayo, cuando hinchas y jugadores festejaron todos juntos.

En definitiva, Atlanta es un club que no ha podido forjar ídolos en estos últimos 15 años. Cierto es que los resultados deportivos no han ayudado, pero los pocos buenos años que hemos tenido han sido manchados u oscurecidos de alguna manera. De la mano de Salvador Pasini llegaron grandes alegrías, pero hoy el polémico DT posiblemente se llevaría más insultos que aplausos si visitara Villa Crespo. En estos años han pasado grandes jugadores pero que no pudieron festejar un campeonato, como Santillo, Ferrero, Pellerano, el Mágico González. En realidad, si tuviéramos que mencionar lo más parecido al ídolo bohemio de estos últimos años sería Lucas Ferreiro, que con sus idas y vueltas sintetiza de la mejor manera la idiosincracia bohemia de estos tiempos. Lucas, como Atlanta, tuvo un andar tormentoso, con altibajos. Podemos recordar grandes momentos, y el cariño no está puesto en duda, pero Ferreiro nunca se pudo consolidar y por eso fue y volvió tantas veces.

Por último, como si no bastara la sequía en la creación de ídolos en estos años, tampoco la pasaron bien los ídolos de antaño. El Bichi Paredes no se retiró de la mejor manera. Cristian Castillo volvió allá en el 2007 pero fue como si no hubiera vuelto nunca. Al Pepe Castro le tocó dirigir en la vuelta a la B, pero ni siquiera pudo terminar la temporada. Y, si nos vamos al presente, el mismo Ghiso se tuvo que enfrentar con la trituradora. ¿O será que los ídolos no existen? ¿Que son meras invenciones, que se deshacen cuando chocan con la dura realidad?

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