No hace falta ser un genio para darse cuenta de que algo se hizo mal para que Atlanta ocupe el anteúltimo lugar en la tabla de posiciones y tenga el peor promedio de la categoría. Los magros 16 puntos no son un cuento, no son invenciones. Tampoco se puede negar que -objetivamente- el equipo está jugando mal. Jugadores, técnicos, dirigentes: hubo fallas, errores. Las sigue habiendo, sólo queda encontrar la forma de solucionarlas.
Ante este panorama, la aparentemente más simple solución que algunos ofrecen es la de hacer todo lo opuesto a lo anterior. La sencilla lógica detrás de esta propuesta sería: "Si esto funcionó mal, lo opuesto debe funcionar bien". De este modo, el mandato es "Korz, Ghiso y este plantel no sirven". Sin embargo, las decenas de hinchas-técnicos que habitan el Libro de Visitas de esta página no se ponen de acuerdo en qué es lo que conviene para el equipo. Están lo que piden una apuesta más audaz para intentar ganar los partidos, y por otro lado están los que piden un doble cinco raspador para intentar sacar al menos un punto. Paradójicamente, estas propuestas netamente antagónicas se reconcilian en un punto en común: "Ghiso no sirve". Lo mismo ocurría con Javier Alonso, cuando era criticado al mismo tiempo por cagón y por ser demasiado descuidado en defensa.
Dentro de esta normativa de "hacer lo opuesto", surge la tentación de pedir por los desconocidos pibes de la cuarta división, por los suplentes e incluso por los que no están más en el club. Es decir, por todos aquellos que no tuvieron oportunidades suficientes de demostrar en este campeonato que no están aptos para esta categoría. De esta manera, el siempre presente Lucas Ferreiro hace goles en Flandria, y algún hincha se lamenta por su ausencia, cuando hace un año estos mismos jugadores del plantel actual pasaban por arriba a los rivales que hoy enfrenta Flandria. Muchos hinchas reclamaron la presencia de Bielkiewicz en el equipo titular, sobretodo después del gol salvador ante All Boys, reclamando que "los Soriano eran buenos en la B Metro pero no en el Nacional". Bielkiewicz era justamente el suplente de aquellos dos mellizos que supieron romper redes en campeonato pasado. Esto no implica que el 9 proveniente de Lanús no merezca su lugar en el equipo: si se lo gana, será por su buena labor en la pretemporada, en los entrenamientos, y en los minutos que tiene en cancha.
Con esto no quiero decir que nada debe cambiar. Definitivamente hay que hacer cambios. El presidente del club deberá buscar la forma de recomponer una dirigencia endeble por los temblores institucionales. Habrá que elegir de forma muy precisa los refuerzos, lamentablemente con el diario del viernes. Hay que cambiar, pero de manera ordenada, de forma racional, no cambiar por cambiar, deshaciendo todo lo anterior. El éxito en el fútbol responde a la planificación, pero es también un proceso contingente, generalmente impredecible. Por algo la mayoría de los hinchas estaba ilusionada con hacer una buena campaña este torneo. La premisa era mantener la mayor parte posible del plantel campeón, y sumar algunos refuerzos. Se hizo un gran esfuerzo por ejemplo por mantener a Andrés Soriano, hoy blanco de algunas críticas. ¿Quién hubiera dicho en julio que "ese rubio sólo sirve en la B Metro"? ¿Quién hubiera dicho en ese momento que lo mejor era desarmar el plantel campeón y empezar de cero con buenos refuerzos, al revés de como hicieron Tigre y All Boys? De nuevo, el fútbol no es algo lineal: cada historia es única e irrepetible. A Almirante Brown bastante bien le va con Nievas y Gojmerac en la defensa, jugadores que en Atlanta, una categoría abajo, pasaron con más pena que gloria. ¿Hubiéramos aceptado esos refuerzos a principios de este torneo para reemplazar a los entonces encumbrados Arancibia, Cherro?
No será fácil encontrar una salida a este momento tan difícil que está viviendo el fútbol bohemio. Nadie quiere descender, todos tenemos bronca. Pero antes de contribuir al caos y la confusión, cada uno deberá preguntarse a qué contribuye con eso, si al bien de Atlanta o a hundirnos en más caos y confusión.
3 comentarios:
Acuerdo en general con la nota. Cambiar las cosas es una herramienta para mejorar. Ahora, un punto básico es saber qué es lo que hay que cambiar. Y en este caso, hubo que cambiar un DT, el esquema de juego y la formación en reiteradas ocasiones hasta identificar que el problema, en realidad, es tener un plantel sin la jerarquía necesaria. En el medio, se perdió una rueda, con todo lo que eso implica.
Como diría un abogado, el proceso del Nacional B está viciado desde un principio. El grueso error, entonces, está en ese principio, cuando se planificó el plantel.
A partir de lo anterior, el error deja de ser error para pasar a ser negligencia y falta de capacidad.
En mi opinión, el Nacional B es el torneo donde mayor relación hay entre plantel y resultados. Claro que hay excepciones, como en todo.
Entonces, la negligencia y la falta de capacidad se agrava más.
¿Tiene que renunciar la dirigencia? Acuerdo que no. Pero tiene que asumir su negligencia y falta de capacidad e intentar revertir la situación. ¿Cómo? En principio, haciendo lo opuesto a lo que hizo: armar para la segunda rueda un plantel con categoría para la divisional.
Y cómo hacemos?? SI uno de los problemas es un plantel no apto para esta categoría, cambiamos los jugadores?? Cuantas incorporaciones se pueden hacer en el receso?
Mejor imposible, es cierto que el el tema abordado entra dentro de lo que todos consideramos "opinables", pero en mi opinión lo felcito: "mejor imposible".
Padre Perrupato
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