Es difícil explicar que lo mejor que se haya visto de Atlanta en este campeonato haya sido en este partido en Adrogué en donde terminó cayendo goleado por 3-0. El resultado es preocupante y desesperanzador como la paupérrima campaña del equipo en el torneo, en donde lleva un empate y dos derrotas. Tras el descenso a la Primera B Metropolitana, los hinchas esperaban ver un equipo protagonista que peleara por el ascenso, pero la realidad les está mostrando un panorama oscuro. Sergio Rondina queda con poco margen, obligado a ganar la próxima fecha ante Flandria en Villa Crespo.
Poco importará -y todos olvidarán- lo bien que jugó Atlanta en la primera media hora de partido. El resultado de tintes catastróficos opaca lo que había sido un comienzo esperanzador del equipo en el comienzo del encuentro. Arrancando con un esquema 4-3-1-2, con Francés y Gabriel López desde el inicio, el Bohemio empezó siendo claro dominador del juego. La clave estuvo en un mediocampo mcho más firme y una actitud más agresiva y dinámica. Mamberti manejó la pelota y de su pie salieron algunas de las situaciones más peligrosas. Si en los anteriores partidos el gran déficit estuvo en la generación de juego, la creación y el abastecimiento de los delanteros, lo de los primeros 30 minutos fue realmente excepcional. Atlanta no sólo dominaba la pelota sino que también llegaba con gran número de oportunidades favorables, pero Alfaro y Soriano fallaron en la definición. Hubo además dos goles anulados por posición adelantada.
Por supuesto, los goles que no se hacen en un arco, se hacen en el otro. Y Brown de Adrogué se hizo eco de este refrán, convirtiendo en gol la primera chance clara que tuvo. 100% de efectividad e inmerecida ventaja frente a un Atlanta que había hecho méritos como para llevar dos goles de diferencia, pero que pagó caro su falta de eficacia en la red. Con el 0-1 en el marcador, el partido pasó a ser otro totalmente distinto. Brown, más tranquilo, fue creciendo en el juego y llegando con más peligro. El Bohemio, nervioso, confundido, se perdió en la cancha y no pudo reaccionar para ir en busca del empate. No supo cómo reencontrarse con el juego de los primeros minutos y casi no tuvo chanches para remontarlo. El Atlanta del segundo tiempo se pareció más al de los partidos anteriores: apático, sin ideas, débil. Los ingresos de Acuña, Henneberg y Guzmán no aportaron nada fresco. Y los errores defensivos terminaron de redondear una goleada en contra en lo que fue la peor actuación de la defensa en lo que va del campeonato, con muy malas labores de Vega y Lopes, quien había sido la figura contra Barracas.
Segunda derrota consecutiva, ante un rival que no es de los mejores de la categoría. Preocupó la inseguridad defensiva, la inexistente reacción del equipo frente a la desventaja en el marcador, y la anemia goleadora que conspira contra cualquier intento de triunfo. El técnico prueba algunas variantes pero ninguna parece ser la solución. La clave para ir por el buen camino será reproducir lo hecho en la primera media hora, agregando más certeza en la definición.
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