Tan gusto a nada tuvo el viejo clásico entre los Innombrables y Atlanta que el partido ni siquiera se terminó. Esta vez no fueron los cánticos discriminatorios ni la violencia de los salvajes: la culpa la tuvo la oscuridad brutal que invadió la tarde de San Martín, a causa de la tormenta que finalmente explotó en torrencial descarga. Sin grupo electrógeno en el estadio y por lo tanto sin forma de aportar la iluminación que el encuentro requería, no quedó otra que suspender el cotejo, cuando quedaban 30 minutos por jugarse.
Hasta el momento, se había jugado muy poco en los primeros 60 minutos. Dos equipos con miedo a perder, con pocas ideas, sin argumentos futbolísticos, armaron un partido pobre, mal jugado. Los Exiliados fueron un poco más, apenas más ambiciosos, quizá por su obligación como locales, y tuvieron la más clara con un tiro en el poste, pero en general el trámite fue parejo y trabado.
En esta segunda presentación, el Bohemio volvió a mostrar algunos de los problemas que había mostrado en la primera fecha. Un equipo apático, sin jugadores desequilibrantes, que no arriesga demasiado y sin demasiadas ideas de cómo herir al rival. En contraposición, lo mejor del equipo es que parece estar bien parado, ordenado, y firme en defensa. Pese a que no jugó Valdez, figura contra Defe, Lopes y Segovia cumplieron en la zaga central. Y Gagliardo, que había tenido un debut muy malo, se hizo fuerte en San Martín y a fuerza de atajadas dejó más tranquilos a los bohemios con respecto al arco. Sin embargo, sigue siendo una incógnita cómo logrará Atlanta mejorar en la parte ofensiva, de la mitad de cancha hacia adelante, para arriesgar más y buscar los partidos con mayor peso en ataque. Quizá haya que hacer alguna variante.
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