El fútbol argentino ya se ha acostumbrado tanto al absurdo que la misma definición de absurdo ha perdido su sentido. El absurdo ya es rutina. ¿Qué tenemos esta vez? El Centro Simón Wiesenthal solicitó a la AFA una sanción a Atlanta por cánticos racistas emitidos en el último clásico, de la misma manera que lo había hecho en 2012, cuando la AFA sancionó a Chacarita con la quita de un punto por cantos antisemitas. Señores, al parecer la pelotudez y la masturbación mental no tienen límites. Está bien que cualquiera opine lo que quiera (vemos tantas gansadas, mentiras, incoherencias, contradicciones, ridiculeces desparramadas por las redes sociales y foros de internet). El Centro Simón Wiesenthal puede opinar las pelotudeces que quiera. El problema es cuando les dan cabida a solicitudes de este tipo y tienen semejante resonancia en los medios masivos de comunicación. Cuando uno tiene esa responsabilidad social de ser una voz reconocida, de tener un respaldo institucional, de representar a alguien, no se puede opinar sin saber, sin informarse, sin realizar un análisis profundo de la situación.
Lo más probable es que la solicitud haya salido en pos de demostrar una supuesta equitatividad u objetividad a la hora de luchar contra la discriminación, como para terminar con el estereotipo del judío que se victimiza e "inventa historias sobre el Holocausto". Por eso queda la duda de si son o se hacen. Yo creo que se hacen y son. Porque no se pueden equiparar dos situaciones diametralmente opuestas como las que sucedieron en este partido y en aquel fatídico clásico de 2012. Aquella vez, en el feudo de la mafia que controla la intendencia, el club y los barras empleados de la Municipalidad, casi ocurre una masacre. De milagro no hubo muertos. El ataque de barras locales fue feroz, cobarde, y totalmente organizado, con evidente complicidad de la Policía bonaerense y los dirigentes de Chacarita. Los cantos antisemitas fueron apenas un condimento más, una caricia en comparación al genocidio que estos energúmenos pretendían perpetrar. ¿Qué hizo el Centro Wiesenthal en ese momento? Pidió la quita de un punto por cantos antisemitas. La AFA absurdamente accedió. Un sinsentido. Obviamente la sanción generó la bronca de los hinchas de Chacarita, que veían el hecho como injusto, dado que no se había medido con la misma vara en otras ocasiones, en otros partidos con otros protagonistas (River, Independiente, etc). Claro que si hablamos de lo que sus dirigentes habían preparado para los periodistas, dirigentes y jugadores visitantes, hubiera correspondido desafiliación por cinco años. Por suerte, no hubo mártir bohemio para que eso ocurriera. Y tampoco hubo revancha, tampoco hubo venganza. En el clásico de hace algunas semanas, unos pocos (los descerebrados de siempre, obvio, que tanto bien le hacen al club) entonaron una vez la canción fatídica racista. Los demás hinchas, la gran mayoría, no sólo no se sumó (como si lo solía hacer en otros tiempos) sino que los calló. El comportamiento de la hinchada de Atlanta fue ejemplar, y estos giles que no saben nada de fútbol y nunca fueron a la cancha, piden un castigo.
Hoy en día, con todos los problemas que tiene nuestro fútbol, con tanta violencia, con tantas mafias, con tanto vínculo entre la delincuencia y el poder, con tanta muerte, preocuparse por los cantos racistas o antisemitas es masturbación mental. Por supuesto que condenamos la discriminación, el racismo, y canciones como "Andate a vivir a Bolivia" no deberían escucharse nunca más en ninguna cancha. Pero lo más importante son los hechos. Y que a uno lo quieran asesinar por haberse atrevido a ir a la cancha de Chacarita como visitante es muchísimo más grave que cantar una canción, sea contra los judíos o contra los bolivianos.
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