No hay más para rescatar que el triunfo, el tercero obtenido en forma consecutiva. La clasificación al Reducido ya es casi un hecho, pero mejor llegar en alza que en baja. En el choque de los dos más grandes de la categoría, Atlanta y Platense solamente presentaron sus nombres, porque en el fútbol estuvieron en deuda. Entregaron un espectáculo muy pobre, sin claridad en el juego, sin jugadas elaboradas, con muy pocas chances de peligro generadas. Ante semejante apatía y carencia de virtudes futbolísticas, lo más justo hubiera sido un empate clavado en cero.
El partido iba camino a esa sosa igualdad cuando Silva entró a la carrera y metió un zapatazo fulminante que se desvió en ¿Bonfigli? y decretó la victoria bohemia. El verdadero autor del gol se los debo, aunque los jugadores fueron a abrazar tanto a Silva, que nunca había convertido en el club, como a Bonfigli, el acostumbrado goleador. El tanto llegó sobre la hora, y el visitante no tuvo tiempo de reaccionar.
Platense demostró porqué está pasando por tan mal momento, con su reciente cambio de entrenador. Salvo un tramo del segundo tiempo en que dominó el medio, no tuvo iniciativa. Jugando así, le va a costar clasificar al Reducido. Atlanta estuvo muy impreciso. Cequeira y Serrano, los encargados, de jugar, no anduvieron bien. Volvió a depender el equipo mucho de Mancinelli. Gracias a las eternas dudas defensivas, pudo haber estado en peligro el cero en el arco. El Bohemio, pese a jugar mal, fue el que buscó e hizo un poco más por la victoria, aunque sin merecerla.
No hay comentarios:
Publicar un comentario