sábado, 14 de noviembre de 2015

La hora de la verdad

Se terminaron los compromisos, y ahora empieza lo que realmente importa, lo que se estaba esperando desde hacía tiempo, cuando ya el título se había convertido en algo casi imposible y el lugar en el Reducido estaba asegurado. Queda un ascenso en juego y para lograrlo hay que superar tres instancias eliminatorias. Atlanta llega con la esperanza por el buen momento del equipo aunque también con el peso de un maleficio que corroe las ilusiones de los hinchas.
En la última quincena de años, Atlanta disputó siete series eliminatorias por un ascenso, y en todas ellas perdió en primera instancia, sin ganar un solo partido y habiendo convertido un solo gol de local: Sarmiento (2000 y 2004), Tristán Suárez (2004), Morón (2005), Armenio (2008), Almagro (2013) y Platense (2014). En 2004, 2008 y 2013 sufrió la desgracia de caerse anímica y futbolísticamente en el tramo final del campeonato, y llegar totalmente disminuido a las finales. La última chance la tuvo el año pasado, cuando después de un pronunciado bajón se intentó un cambio de rumbo con la asunción de Mayor. Pese a la mejoría, no alcanzó, pero el Bohemio estuvo cerca y cayó por penales ante Platense. Imitando aquella decisión, la dirigencia reemplazó a Sialle este 2015 cuando sintió que el equipo no daba respuestas. Esta vez, Atlanta nunca peleó de cerca el torneo. Se mantuvo siempre a una distancia prudente, en la vanguardia y entrando cómodamente en el Reducido, pero sin chances de ilusionarse con el primer ascenso. Era poco para un equipo que se había armado para luchar arriba, con un presupuesto bastante elevado. 
La llegada de Aníbal Biggeri fue muy positiva. No metió mucha mano en el equipo: se inclinó por Serrano en vez de Galeano, y revivió a Guzmán. Pero hubo un cambio anímico, de actitud, de carácter. Se vio un Atlanta más regular, con mayor convicción en su forma de jugar y autoridad para imponerse al rival. Los números le sonríen a Biggeri, que acumuló muchas victorias en este ciclo. Este gran presente es el sostén bohemio para creer que esta vez puede quedarse con el ascenso. Los antecedentes cercanos son nefastos, pero nunca Atlanta había llegado tan bien como ahora a esos partidos definitorios. 

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