Lamentablemente no es muy difícil de explicar cómo Atlanta, el puntero del campeonato, no pudo derrotar a Flandria cuando jugó una buena parte del partido con dos hombres de más, y otra buena parte con uno de más. La ventaja numérica no le alcanzó para establecer una ventaja en el marcador y apenas pudo llevarse un punto de Jáuregui. Sin embargo, pese a haber obtenido solamente 5 puntos sobre 12 en juego en este 2013, sigue como único líder. Ahora le lleva tres a San Carlos, el escolta. En un torneo parejísimo en donde ningún equipo sobresale del resto, el Bohemio sigue como único puntero y por ahora le alcanza para mantenerse ahí. Pero claro que el Destino no le deparará la misma suerte si sigue con estos malos resultados: pronto habrá que mejorar en el juego y en la cosecha de puntos si se quieren conservar los privilegios de punta.
Entonces, ¿por qué no pudo ganarlo Atlanta? Tuvo la posesión de la pelota a su completa disposición, pero no supo qué hacer con ella. Palisi y Villalva llegaban con el balón hasta la más adelantada de las dos líneas de cuatro que puso Flandria, y no sabían cómo resolver, cómo clarificar, cómo abrir el juego. Sobre el final incluso se rebeló Soriano y bajó a buscar la pelota, intentando encontrar la solución a la falta de ideas. No fue cuestión de actitud ni de ambición ni de ganas: a Atlanta le faltó fútbol. Alguien que eludiera, que gambeteara, que dejara en posición de gol a un compañero. Porque cuando intentó ir a los tumbos, con centros a la olla, chocó contra los férreos defensores locales, que sacaron todo. Era imposible ir al ataque más que cómo lo hizo el conjunto de Rondina: el problema es que cada vez que se encontró con la resistencia rival terminó desperdiciando la pelota, con centros imprecisos, pases poco inteligentes, o inútiles maniobras individuales. Pese a tener tanto la pelota, Atlanta generó poco, aunque ciertamente tuvo un par de chances clarísimas para convertir. Y ahora estaríamos hablando de otra cosa. Tampoco hay que restarle mérito al conjunto local, que hizo un enorme esfuerzo para mantener el cero y se defendió con fiereza. Incluso el habilidoso Barbieri les dio varios dolores de cabeza a los defensores bohemios.
Párrafo aparte para el árbitro Paletta, de actuación vomitiva. Los números naturales no sirven para calificar su desempeño. El partido se le fue de las manos con la primera amarilla que le sacó a Valdez a poco de iniciado el encuentro. Con el mismo criterio, siguió sacando amarillas y, en una muestra de su autoridad, echó en poco tiempo a dos jugadores locales. El descontrol total. No pudo evitar comenzar a inclinar la cancha para compensar, y la expulsión de un jugador visitante estaba al caer. Valdez fue la víctima.
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