viernes, 21 de junio de 2013

Que no se vayan todos

Terminó un campeonato con sabor a frustración porque no se pudo obtener el ascenso que en algún momento parecía cercano, y la primera tentación fue borrar y empezar de cero. La gente pidió la cabeza del técnico, siempre resistido, y Rondina fue el primero en irse. El "que se vayan todos" incluyó a veces también a dirigentes, y en menor medida, a los jugadores. Error: los proyectos serios, los éxitos, no se logran deshaciendo lo hecho cada vez que se sufre una caída. Hoy todos se llenan la boca sobre bancar los proyectos, pero la realidad marca que técnico que no asciende, técnico que no sigue. Está claro que si bancar un proyecto es solamente bancarlo cuando las cosas andan bien, eso no es bancar nada. La responsabilidad es de dirigentes y también de los hinchas, que opinan, reclaman, exigen.
Ahora bien, construir un proyecto futbolístico no tiene porqué implicar mantener a un técnico durante varios años. Ejemplos en el fútbol sobran de equipos que han cambiado de técnico pero han mantenido el plantel, y allí encontraron la clave del bienestar duradero. Es más fácil cuando se mantiene la base del plantel, cuando se quedan los referentes, la columna vertebral, apuntalada con refuerzos y con la promoción de juveniles, que pretender armar un plantel de cero, un nuevo grupo, una apuesta de riesgo trayendo jugadores de presente incierto, aunque resulte tentador en primera instancia deshacerse de jugadores de los cuales el hincha ya se cansó. "Ya cumplieron su ciclo", dicen. Quizá no los valoren, quizá no tengan el reconocimiento que se merecen. Pero otros sí lo reconocen. Los Andes se está armando fuerte, y esto incluye a Gagliardo, Segovia y Soriano. Andrés es ídolo casi indiscutible en Atlanta pero tanto Gagliardo como Segovia fueron muy cuestionados por los hinchas. ¿Podremos traer otro arquero y otro defensor de jerarquía equivalente? No será sencillo. Ni que hablar del caso Soriano, que no solamente es un símbolo bohemio sino también uno de los tres o cuatro mejores delanteros de la categoría, sin duda. Otros que parecen tener el destino fuera de Villa Crespo son Mancinelli y Valdez, pilares del equipo. 
Ver muchas caras nuevas puede ilusionar, puede generar en el hincha la esperanza de ver nuevos aires, de esperar algo distinto, pero también es una apuesta muy riesgosa, que puede salir muy mal, como tantas veces ha salido mal en Atlanta. No es casualidad que el último gran equipo que vimos, el campeón 2010/11, se haya armado de a poco, lentamente, en varios años. En 2007 llegaron Cherro y Llinás, en 2008 Arancibia, en 2009 Segovia, en 2010 Andrés Soriano, y finalmente Abel, Mancinelli, Pogonza y Ferragut. Fue un equipo se fue consolidando, creciendo con los años. Hubo que aceptar frustraciones (en dos temporadas Atlanta no clasificó al Reducido), hubo que mantener a Javier Alonso contra la resistencia del público. 
Ahora ¿cuál es el proyecto? Empieza el ciclo de Sebastián Méndez, una incógnita. 

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