No hubo caso. Atlanta sufrió una nueva derrota, la tercera en tres fechas disputadas. Está en caída libre y el Mago Capria no le encuentra la vuelta al equipo. Ni una le sale bien. Esta vez cayó por 3-1 en Casanova frente a una mala versión del reciente ascendido Almirante Brown, que no había ganado todavía. Jugó una hora con uno menos por la pronta expulsión de Galeano -que volvía de su suspensión- aunque esta vez estuvo mal expulsado por López Aldazábal. De todas maneras, la diferencia numérica no se notó demasiado. Atlanta tuvo la pelota, encontró espacios y generó chances ante un rival que mostró debilidades. De hecho, Sciorilli marcó el empate transitorio con un gran tiro libre en el primer tiempo, y pudo haberlo empatado con otro tiro libre que estrelló en el travesaño. El enganche, aun con sus imprecisiones, fue de lo mejor en la ofensiva bohemia. Pero como dijimos hace menos de una semana, no importa lo que haga Atlanta en ofensiva si sigue defendiendo como lo hace. Quizá la llegada de un nueve como Cavallo pueda aportar el gol que le falta al equipo, pero no vamos a empezar a sacar puntos si no se corrige lo que es el principal problema del equipo. Capria podrá ser un técnico que mira más el arco de enfrente que el propio pero su primera prioridad debe ser ordenar el fondo y asegurar el cero en el arco. La defensa es un desastre total. A los increíbles errores individuales de Peláez, Francés y Díaz Villán que no veíamos el campeonato pasado se le suma un planteo táctico suicida. La línea de tres conformada por tres defensores lentos, más un mediocampo sin jugadores de marca, son una invitación a los rivales, que mucho no tuvieron que esforzarse en estas tres fechas para convertir. En este campeonato, Atlanta nunca pudo estar en ventaja en el marcador, y nunca pudo sostener un empate por más de media hora. La fragilidad defensiva es alarmante. Está claro que el problema no está únicamente en la defensa. Los mediocampistas deben colaborar también, pero deben elegirse los actores adecuados para esta empresa. El mensaje debe empezar desde el banco. Hay que patear el tablero y ordenar la defensa. Abocarse a la tarea de marcar como un equipo solidario y construir el juego desde la solidez del fondo. Si no, seguiremos teniendo este equipo deshilachado, sin alma, que seguirá siendo humillado.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario