domingo, 12 de junio de 2016

ATLANTA 0 FLANDRIA 0

No pudo ser. Esta vez no pasaron cosas raras, no hubo maderitas ni lesiones ni bloopers. Todo se definió adentro de la cancha de fútbol, como debe ser. Afuera, las dos tribunas y la platea fueron una fiesta. Todo el pueblo bohemio se acercó ilusionado ante la posibilidad del ascenso. Explotó el León, pero al fútbol lo juegan 22 jugadores. La historia, el nombre, la gente, no pesan. Y en la cancha Atlanta no hizo los méritos suficientes para ganar el partido, para convertir el gol que le diera las llaves del ascenso. No hubo nada extraño, nada fuera de lo común: el conjunto de Biggeri mostró las mismas virtudes y los mismos defectos que a lo largo de todo el campeonato. No se puede reprochar la entrega, el enorme corazón de este equipo que supo reponerse de grandes adversidades para llegar a esta última fecha con esta chance de campeonar. Ni la lesión del goleador Pons ni la falta de riqueza en un plantel limitado impidieron que Atlanta renunciara a su sueño. Quizá, al final, le faltó ese plus, esa diferencia que permite el desequilibrio, para imponerse y lograr la victoria del campeonato. 
Del partido poco se puede analizar. Se jugó como una verdadera final, o sea, muy poco. Muy poco cualitativa y cuantitativamente. Porque el juego se hizo muy trabado, accidentado, cortado. Flandria vino a hacer su negocio de mantener el cero, y acudió a todas las artimañas posibles para hacer pasar el tiempo y frenar el empuje local. Todo lo que le permitió el tibio Mastrangelo, aunque sin jugar sucio. Atlanta chocó con sus propias limitaciones futbolísticas y contra una defensa inexpugnable. Muy poco intentó jugar el Bohemio. Mucha voluntad, muchas ganas, pero no alcanzó. La actuación de Griffo y de la defensa visitante fue perfecta. El Canario, que jugará en la B Nacional por primera vez en su historia, dio una verdadera lección de fútbol al pueblo bohemio. Algunos ingenuos hinchas de Atlanta piensan que jugar bien es acumular delanteros, arriesgar y atacar locamente, respetando supuestamente la histórica tradición ofensiva de un equipo grande (justo Atlanta que se hizo grande como laboratorio de Zubeldía). Fuimos el equipo más goleador del campeonato y Biggeri es injustamente acusado de cagón. Si su equipo jugaba como Flandria le pegaban una patada en el culo en Atlanta en la primera fecha, porque nosotros somos grandes, ¿se entiende? 

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