Se nos escapó un corto torneo de transición y también culminó el corto ciclo de Aníbal Biggeri como DT de Atlanta. En poco tiempo, nos ilusionamos con dos ascensos, pero nuevamente las ilusiones se transformaron en frustración, y ahora la revancha deberá esperar una temporada completa, con un nuevo entrenador. Los números de Biggeri en el banco bohemio son muy buenos, con una alta efectividad de puntos obtenidos. Llegó a finales de la temporada 2015 para reemplazar a Sialle y con el objetivo de levantar a un equipo que había mostrado poder de gol pero también una gran irregularidad. Ya la posibilidad del título era remota pero la idea era apuntar al Reducido. Biggeri casi no metió mano en el equipo pero sus dirigidos experimentaron un envión anímico y un fortalecimiento futbolístico. Atlanta llegaba entonado como el gran candidato a ascender por el Reducido, pero una fatídica noche ante Almagro cortó muy prontamente el sueño de ascenso.
Lamentablemente, para afrontar el torneo de transición 2016, Atlanta sufrió importantes bajas en su plantel. Los mejores jugadores, con excepción del emblema Mancinelli, partieron hacia clubes de categorías superiores, dejando un plantel diezmado. Había que rearmar todo de cero, y con un torneo muy breve esperando. Pese a contar con un presupuesto elevado, no se armó un plantel de la jerarquía esperada. Quizá el mayor error de Biggeri en Atlanta haya sido el armado de la plantilla, aunque luego demostró también su capacidad para sacarle el mayor jugo posible al pobre material disponible. En las primeras fechas pagó muy caro el tener un equipo totalmente nuevo. Lo pagó con varias derrotas que luego costó remontar. Aun con grandes limitaciones futbolísticas, Atlanta encontró su lugar. Con mucha entrega y compromiso, logró convertirse en el equipo más goleador del campeonato. Acumuló sufridos y ajustados triunfos que le permitieron meterse en la pelea. En un torneo mediocre, primer animado por Fénix, luego por Colegiales y por último por Flandria, el Bohemio no encontró el camino para hacerse con la punta pero llegó a la última fecha con chances de superar a su rival en la cima y ser campeón. Le faltó apenas un gol pero también un abismo.
Entre las individualidades, las figuras más destacadas fueron las de Losada, Mancinelli y Pons. El joven arquero empezó con dudas pero demostró seguridad y temperamento. Mancinelli, el ídolo, fue muchas veces el alma del equipo y el principal argumento ofensivo. Pons se lesionó en su mejor momento, cuando era el goleador del campeonato. Quizá, otro hubiera sido el resultado final de haber tenido a Pons hasta el final. La delantera fue uno de los puntos más flojos. Olego mejoró su rendimiento en la segunda mitad del torneo pero no hubo reemplazo posible para Pons. En el medio, Marrone se ganó el puesto de volante central recién en las últimas fechas. Cardozo fue irregular, y Rodríguez se puso al hombro la responsabilidad de conducir y asociarse con Mancinelli, aunque con intermitencias. A Atlanta le faltó fútbol. La defensa por su parte fue por momentos el sector más flojo del equipo, pero se afirmó hacia el final gracias a la solvencia de la dupla central Alonso-Otermin. El uruguayo Pérez dejó una buena imagen final por su garra, pero no cumplió en general una buena labor defensiva.
Ojalá pueda mantenerse la base de un equipo que estuvo ahí de obtener el ascenso, manteniendo a los jugadores más importantes. Sin embargo, son necesarios también refuerzos, en lo que respecta a los marcadores laterales, un volante central, un volante creativo y delanteros. Todo dependerá también de los gustos del entrenador entrante. Los demás estaremos ahí como siempre hemos estado.
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