PUNTO Y BANCA
La verdad, mi fiel escudero, es que casi resignado recorrí al galope tendido las 53 leguas que nos separan del antiguo fortín Federación a orillas del Río Salado para ver, con más devoción religiosa que fe al cuadrito de nuestros amores.
Y el pesimismo que me acompañaba, mientras cruzaba las feraces praderas de nuestra pampa húmeda, tenía serios fundamentos, no sólo por la floja campaña de nuestros jóvenes ágiles, sino porque asistimos a una permanente rotación de nombres que nos hace presumir que el entrenador Nigretti todavía no ha dado con la tecla en la formación definitiva del equipo. Y para peor, nos enteramos en la víspera de la ausencia obligada del gran pilar del fondo bohemio, el salteño Arancibia.
Pero se avizoraba, entre tantas malas nuevas, una luz de esperanza en la oscuridad del túnel y ese resplandor lo daba la comprobación que este equipo juega mejor lejos de casa, que en la gramilla del renovado estadio Kolbowski. Y además las canas que peino me enseñaron, que en estos menesteres del balompié, siempre es mejor ir de punto que de banca.
los que se la daban de banca eran los verdes juninianos, que tantos y tantos disgustos nos han ocasionado a lo largo de la historia. Altaneros y confiados en lograr una fácil victoria que les hubiese permitido mantenerse en lo alto de la tabla de posiciones.
Pero como de pronósticos fallidos está empedrado el camino a los infiernos, había que ver a los pingos en la cancha.
Y esta fue la extraña alineación que presentó el team capitalino, en la soleada y primaveral tarde del noroeste bonaerense para el evento: Don Rodrigo de cancerbero; Nico Cherro de Izquierdoz pero por la derecha, Izquierdoz de Arancibia en el centro y Segovia en el lugar de siempre, fueron los tres paradores en el fondo; el petiso Lolli y Silva los carrileros a babor y estribor respectivamente. Improvisó el doble cinco con el camionero Moyano y el rusito Mociulski (No hay caso, al DT no lo termina de convencer Palisi); dos medias puntas con el Mágico y el indultado Quiroga y a que se arregle como pueda en larguirucho Martínez.
Como es costumbre, empezaron mejor los de azul y amarillo que suele, en los primeros minutos, sorprender a su rival, pero nunca provocando situaciones de verdadero peligro: tiritos inofensivos desde muy lejos o centros sin ningún destinatario claro.
Eso sí mucha marca en el medio, donde Lolli en su sector le muerde los garrones a cuanta media color verde se le acerca, y donde el Moyano y el rusito se prodigaban para que evitar que los volantes sarmientino se hicieron del balón y dieran rienda suelta a toda su creatividad.
En la gestación del fútbol, Atlanta en manera cada vez más creciente, depende de lo que iluminen los botines de Miguel González, que tuvo en esta fecha una jornada irregular, donde alternó acierto con otros tantos errores.
A su lado el díscolo Quiroga, que los pocos minutos en cancha no se lo vio muy comprometido en el combate, tal vez por la disminución física que lo obligó a retirarse sentido antes de la media hora de juego.
Atrás, cuando el dueño de casa comenzó a emparejar las acciones, la cosa era para preocuparse, porque Cherro no ofrecía garantías suficientes y Segovia tenía problemas para manejar la de cuero. Suerte que Izquierdoz hizo méritos suficientes para que no extrañemos demasiado la falta a Arancibia. Pero con el tick tack del reloj la última línea terminó afianzándose y redondeando un buen trabajo.
Y sí no estaba Don Rodrigo, siempre presto a solucionar cualquier problema, ya sea por arriba, por abajo o a puro reflejo con una faena, que como siempre lo convirtió en una de las figuras de los villacrespenses. Sí el primer tiempo terminó con el marcador en blanco, se debe a dos atajadas formidables que evitaron un seguros goles del equipo del campo argentino.
Porque sí bien es cierto que en el desarrollo del juego era todo muy parejo, Sarmiento era más ambicioso e incisivo, y sus llegadas hacían transpirar a Llinas, mientras que en el arco de enfrente, su colega Abraham se preguntaba porque no había aprovechado la tarde de sol para ir a pescar a laguna de Gómez.
Ni bien comienza el segundo tiempo, el pelafustán de Aquino lo faulea de atrás al Mágico y como ya tenía una tarjeta amarilla la segunda vira al rojo, y las duchas antes de tiempo.
No obstante esta ventaja, los atlantes no salen a liquidar a sus enemigos, sino por el contrario refuerza su actitud defensiva y se agazapan para la contra.
Los conducidos por el recordado Finarolli, empiezan a hacer números y retroceden en el terreno. La idea de una repartija de puntos, empieza a tornarse un buen negocio.
Nigretti lo saca al intrascendente Martínez y hace estrenar al guaraní Acosta Cabrera. El entrenador sarmientoso saca a un Zuleta que había fracasado y a Pasquinelli idém y los pone a Acerbo (verdugo en Villa Crespo) y al chiquito Lobianco. Y el conjunto local experimenta alguna mejoría en el campo rival
Los porteños encontraron algunos resquicios y consiguieron construir varias intentonas con superioridad numérica. pero, o el Mágico elegía la peor de las opciones, o Rolón (que había reemplazado a Quiroga) chocaba con un defensa verde o Cubillas, que había entrado por Lolli, se tropezaba.
Parecía que el auriazul estaba más cerca, pero es más fácil que D’Elía gane el Nobel de la Paz a que Atlanta le haga un gol a alguien.
Al final, Sarmiento forzó un par de córner en tiempo de descuento y ya sabemos como habitualmente terminan estas cosas. Por suerte entre los puños de don Rodrigo y la cabeza de Izquierdoz nos evitaron volver viendo el crepúsculo en la ruta 7 con los ojos nublados por las lágrimas.
Y así nos trajimos un puntito y la posibilidad de seguir bancando un equipo que sigue en deuda con su público de la calle Von Humboldt.
Se viene otro encumbrado, el Tristán de Pasini y espero recuperar la memoria de cómo se grita un gol, porque de visitante no puedo gritarlo y de local no los hacemos. Esperemos que este sábado cambie, todo cambie, como cantaba la Negra (hasta siempre y gracias por todo Negra querida).
La verdad, mi fiel escudero, es que casi resignado recorrí al galope tendido las 53 leguas que nos separan del antiguo fortín Federación a orillas del Río Salado para ver, con más devoción religiosa que fe al cuadrito de nuestros amores.
Y el pesimismo que me acompañaba, mientras cruzaba las feraces praderas de nuestra pampa húmeda, tenía serios fundamentos, no sólo por la floja campaña de nuestros jóvenes ágiles, sino porque asistimos a una permanente rotación de nombres que nos hace presumir que el entrenador Nigretti todavía no ha dado con la tecla en la formación definitiva del equipo. Y para peor, nos enteramos en la víspera de la ausencia obligada del gran pilar del fondo bohemio, el salteño Arancibia.
Pero se avizoraba, entre tantas malas nuevas, una luz de esperanza en la oscuridad del túnel y ese resplandor lo daba la comprobación que este equipo juega mejor lejos de casa, que en la gramilla del renovado estadio Kolbowski. Y además las canas que peino me enseñaron, que en estos menesteres del balompié, siempre es mejor ir de punto que de banca.
los que se la daban de banca eran los verdes juninianos, que tantos y tantos disgustos nos han ocasionado a lo largo de la historia. Altaneros y confiados en lograr una fácil victoria que les hubiese permitido mantenerse en lo alto de la tabla de posiciones.
Pero como de pronósticos fallidos está empedrado el camino a los infiernos, había que ver a los pingos en la cancha.
Y esta fue la extraña alineación que presentó el team capitalino, en la soleada y primaveral tarde del noroeste bonaerense para el evento: Don Rodrigo de cancerbero; Nico Cherro de Izquierdoz pero por la derecha, Izquierdoz de Arancibia en el centro y Segovia en el lugar de siempre, fueron los tres paradores en el fondo; el petiso Lolli y Silva los carrileros a babor y estribor respectivamente. Improvisó el doble cinco con el camionero Moyano y el rusito Mociulski (No hay caso, al DT no lo termina de convencer Palisi); dos medias puntas con el Mágico y el indultado Quiroga y a que se arregle como pueda en larguirucho Martínez.
Como es costumbre, empezaron mejor los de azul y amarillo que suele, en los primeros minutos, sorprender a su rival, pero nunca provocando situaciones de verdadero peligro: tiritos inofensivos desde muy lejos o centros sin ningún destinatario claro.
Eso sí mucha marca en el medio, donde Lolli en su sector le muerde los garrones a cuanta media color verde se le acerca, y donde el Moyano y el rusito se prodigaban para que evitar que los volantes sarmientino se hicieron del balón y dieran rienda suelta a toda su creatividad.
En la gestación del fútbol, Atlanta en manera cada vez más creciente, depende de lo que iluminen los botines de Miguel González, que tuvo en esta fecha una jornada irregular, donde alternó acierto con otros tantos errores.
A su lado el díscolo Quiroga, que los pocos minutos en cancha no se lo vio muy comprometido en el combate, tal vez por la disminución física que lo obligó a retirarse sentido antes de la media hora de juego.
Atrás, cuando el dueño de casa comenzó a emparejar las acciones, la cosa era para preocuparse, porque Cherro no ofrecía garantías suficientes y Segovia tenía problemas para manejar la de cuero. Suerte que Izquierdoz hizo méritos suficientes para que no extrañemos demasiado la falta a Arancibia. Pero con el tick tack del reloj la última línea terminó afianzándose y redondeando un buen trabajo.
Y sí no estaba Don Rodrigo, siempre presto a solucionar cualquier problema, ya sea por arriba, por abajo o a puro reflejo con una faena, que como siempre lo convirtió en una de las figuras de los villacrespenses. Sí el primer tiempo terminó con el marcador en blanco, se debe a dos atajadas formidables que evitaron un seguros goles del equipo del campo argentino.
Porque sí bien es cierto que en el desarrollo del juego era todo muy parejo, Sarmiento era más ambicioso e incisivo, y sus llegadas hacían transpirar a Llinas, mientras que en el arco de enfrente, su colega Abraham se preguntaba porque no había aprovechado la tarde de sol para ir a pescar a laguna de Gómez.
Ni bien comienza el segundo tiempo, el pelafustán de Aquino lo faulea de atrás al Mágico y como ya tenía una tarjeta amarilla la segunda vira al rojo, y las duchas antes de tiempo.
No obstante esta ventaja, los atlantes no salen a liquidar a sus enemigos, sino por el contrario refuerza su actitud defensiva y se agazapan para la contra.
Los conducidos por el recordado Finarolli, empiezan a hacer números y retroceden en el terreno. La idea de una repartija de puntos, empieza a tornarse un buen negocio.
Nigretti lo saca al intrascendente Martínez y hace estrenar al guaraní Acosta Cabrera. El entrenador sarmientoso saca a un Zuleta que había fracasado y a Pasquinelli idém y los pone a Acerbo (verdugo en Villa Crespo) y al chiquito Lobianco. Y el conjunto local experimenta alguna mejoría en el campo rival
Los porteños encontraron algunos resquicios y consiguieron construir varias intentonas con superioridad numérica. pero, o el Mágico elegía la peor de las opciones, o Rolón (que había reemplazado a Quiroga) chocaba con un defensa verde o Cubillas, que había entrado por Lolli, se tropezaba.
Parecía que el auriazul estaba más cerca, pero es más fácil que D’Elía gane el Nobel de la Paz a que Atlanta le haga un gol a alguien.
Al final, Sarmiento forzó un par de córner en tiempo de descuento y ya sabemos como habitualmente terminan estas cosas. Por suerte entre los puños de don Rodrigo y la cabeza de Izquierdoz nos evitaron volver viendo el crepúsculo en la ruta 7 con los ojos nublados por las lágrimas.
Y así nos trajimos un puntito y la posibilidad de seguir bancando un equipo que sigue en deuda con su público de la calle Von Humboldt.
Se viene otro encumbrado, el Tristán de Pasini y espero recuperar la memoria de cómo se grita un gol, porque de visitante no puedo gritarlo y de local no los hacemos. Esperemos que este sábado cambie, todo cambie, como cantaba la Negra (hasta siempre y gracias por todo Negra querida).
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