martes, 13 de octubre de 2009

El Commento del Marques:Atlanta 0-T.Suarez 1


EL TIRO DEL FINAL


¡Mala forma hemos tenido para festejar los 105 años de nuestro querido Atlanta, mi fiel escudero! Impropia e inmerecida para la historia de nuestro querido club.
Es cierto que los sinsabores siempre han predominado por sobre las alegrías a lo largo de estos años de apasionada fidelidad y el sufrimiento se nos ha hecho carne, como un compañero de ruta en nuestro terrenal trayecto por este valle de lágrimas.
Pero también es cierto que un hálito de optimismo me invadía este domingo, cuando me llegué al trote suave de mi redomón a nuestro coqueto estadio, bajo un sol primaveral y una brisa acariciante, y el mismo era producto de haber visto algún síntoma de recuperación en el último partido disputado en la lejana Junín.
Para mejor, nuestros heridos estaban casi todos repuestos de sus diferentes magulladuras -salvo el eficiente Izquierdoz- y el ahora desempleado Nigretti, podía escoger a voluntad la oncena de soldados necesarios para la batalla contra los altivos lecheros, que arribaban a Villa Crespo en la cúspide misma de la tabla de posiciones y dirigidos, nada menos, que por el polémico Salvador Pasini.
Así el equipo del centenario más un lustro saltó al raleado césped con Don Rodrigo a la puerta. Los tres del bajo fondo fueron de derecha a izquierda Cherro, el salteño Arancibia y el pelado Segovia. La línea siguiente la conformaron el petiso Lolli, Catalán, el rusito Mocuilski y el díscolo Quiroga; más adelante el Mágico Gónzalez con el barullo Rolón y el guaraní Acosta Cabrera, adelante para concretar la utopía de un gol, que finalmente no llegó.
Ni bien la bola echó a rodar, quedaron de manifiesto dos realidades: por un lado, un equipo sólido, bien parado y que sabía lo quería (aunque no fuera muy loable) y enfrente otro que es todo fragilidad y desorientación. Adivine el avisado lector cual de ellas corresponde a cada una de las escuadras contendientes.
Los de Ezeiza vinieron con el claro objetivo de sacar un empate y limitarse a controlar las timoratas e improductivas intentonas atlantes. Y para tales menesteres se arreglaba con poco: una línea de cuatro a los que Rolón y Lolli le llegaban a la cintura y Acosta Cabrera a la tetilla; tres volantes en el medio y Cordone como una suerte de enganche. Arriba el temible Greco, que llegó a Villa Crespo con la pólvora mojada, seguramente por el temporal de la víspera.
Lo de los tristones era neutralizar, controlar y ver que pasaba.
Claro que por el lado de sus contrincantes no pasaba naranja, y eso que de entrada nomás casi convierte con la mejor jugada concebida en la ya terminada era Nigretti. Y fue con el sello “made in Lanús” cuando tras un desborde de Rolón habilitó a Lolli que hizo trabajar por única vez en todo el domingo al amigo Albano Anconetani.
Pero enseguida el pelafustán de Quiroga se hace echar estúpidamente cuando los jugadores recién se estaban desperezando. Sí Atlanta no le hace goles ni al arco de Tito con once, imagínense con uno menos.
Esta baja no hizo, sin embargo, mudar la actitud del visitante que no tiene la ambición de los Kichners precisamente; pero así y todo fue progresando en el campo del honor y de a poco fue haciendo lo que hacen todos los rivales de Atlanta: convertir a Don Rodrigo en figura.
Para colmo de males, a la media hora, al hombre que sonaba como el posible Palermo de Villa Crespo, se le desgarran las fibras musculares y el resistido Martínez a la cancha y Peralta Cabrera a la exigida enfermería bohemia.
Termina el primer tiempo y en el segundo más de los mismo: conformismo lechero e impotencia atlante sumado a la impaciencia que a viva voz comienza a bajar desde las gradas donde habita su público.
Atlanta sigue dependiendo de lo que pueda hacer Miguel González con todos sus claroscuros y sus irregularidades. Bien el pelado Segovia que atrás resiste y empuja. Flojo Catalán que en el circo central pierde más de lo que gana y algo aporta para el tránsito lento el rusito Mociulski. Un poco más adelante Rolón es solo voluntad junto a un Martínez - que si bien es un cúmulo de limitaciones- no le tiran una redonda ni por casualidad.
En ese estado de cosas Suárez había tenido un par de acercamientos a la valla local, mientras que Anconetani se entretenía peleándose con los plateístas de Atlanta, para no morirse de aburrimiento.
Pero a eso de los 25 llegó la puñalada que faltaba, cuando Aquino desde afuera se la pone en el rincón de las arañas al pobre de Don Rodrigo y con su tiro marca el final de la gestión Nigretti .
Ante este fatal desenlace, como manotazo del ahogado, el alineador (ex) villacrespense pone a Alderete por Lolli y a Cubillas por Rolón, pero ya la suerte está echada y no hay vuelta de hoja.
Final de juego, nueva derrota, otra fecha sin goles, y Nigretti a comprar el Clarín y buscar laburo en los clasificados.
Y nosotros nos quedamos con la amarga sensación de festejar el cumpleaños cargados de tristeza y con la sospecha de que hemos perdido un año más. De esos que no sobran.

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