Atlanta ganó dos partidos seguidos por primera vez en la temporada y fue además su primer triunfo en Villa Crespo. Los hinchas pudieron irse festejando del Gran León como hacía tiempo que no se veía, tras tantas frustraciones y amarguras. Aquella oscura tormenta que dejó como saldo dos goleadas en contra dolorosas parece haber quedado atrás. La crisis, el caos, el apocalipsis, han sido muy recientes, pero estos dos triunfos han permitido recuperar la fe y la esperanza. Si el 4-0 en Jujuy fue el golpe de efecto que sorprendió a todos y significó la increíble resurrección del equipo de Ghiso, ahora como local tenía la gran chance y la obligación de ratificar la recuperación en un partido clave por la permanencia, ante Guillermo Brown de Puerto Madryn, otro de los recién ascendidos al Nacional. Atlanta cumplió: ganó bien, 2-0, con amplia justicia, y se llevó tres puntos que lo sacan del descenso directo. No es poco que el Bohemio haya ganado el partido que tenía que ganar.
Después de la goleada en el Norte jujeño, parecía lógico que Ghiso repitiera los mismos once. Sin embargo, las lesiones -que tanto acosan a este plantel- lo impidieron. El juvenil de Lanús Hernán Lopes tuvo la chance de debutar en lugar de Milán, Galeano quebró el doble cinco de marca al reemplazar a Pogonza, y Pepito Castro ocupó el puesto del fracturado Aparicio. Atlanta fue muy superior en el primer tiempo. Con una defensa firme, un Mancinelli picante, un Lorefice que se hizo dueño del mediocampo, y el juego de Galeano, Castro y Andrés Soriano, el conjunto de Ghiso dominaba el encuentro y generó situaciones de peligro en exceso como para ponerse en ventaja. Pero entre la mala suerte y la mala definición, no se pudo quebrar el cero. Brown demostraba ser un rival muy flojo, nada inquietante en ofensiva, y ofreciendo amplios espacios en su campo. El partido era accesible, el gol tenía que llegar, había que ganarlo.
La lesión de Mancinelli -que siguió jugando- le impidió mantener su marcha arrolladora al lateral derecho. En el segundo tiempo, el Bohemio salió sin actitud, impreciso, y se vio confundido ante un rival que salió a presionar más arriba y a controlar la pelota. El partido se ponía parejo, complicado. Se diluía todo lo bueno hecho en el primer tiempo. Sin embargo, la justicia llegó de forma retroactiva, y en el peor momento del equipo, Galeano clavó un gol desde afuera del área, con un efecto loco que violó las leyes de la mecánica newtoniana. Poco después, Guzmán se mandó un jugadón y habilitó muy bien a Castro, que definió con la serenidad de un nueve experimentado, clavando el 2-0. Fue el resultado final.
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