miércoles, 5 de octubre de 2011

Vergüenza

Se hace difícil escribir el comentario de un partido así en caliente, minutos después de haber vuelto de la cancha. La sensación unánime del pueblo bohemio era de vergüenza, humillación. Las estadísticas podrán aportar lo suyo, pero todos los hinchas sintieron que nunca habían visto una derrota tan humillante en la historia bohemia. No es la bronca de un partido que se pierde en el último minuto, es la desolación y la tristeza de una caída devastadora, sepulcral, de cementerio. El 7-1 ya es tapa de todos los diarios; los goles se pasean por todos los canales. Y Atlanta es protagonista de una vergüenza que será difícil de olvidar.

Para los hinchas éste era el gran partido esperado en el año, junto al clásico ante Chacarita. Era la chance de volver a jugar con River y de volver a poner el nombre del club en las primeras planas dando un golpe grande. El hincha fue con todo su orgullo bohemio, con todas las expectativas, motivadas también por el triunfo reciente en La Plata y el regreso de Ghiso al banco. Estaba claro sin embargo que una derrota como visitante ante River era algo lógico que podía llegar a ocurrir. El problema es que se afrontó este partido tan trascendental sin dignidad. Existen las derrotas dignas en el fútbol, pero no fue éste el caso.

Si a lo largo de estas fechas hemos visto que distintos equipos le jugaron dignamente a River, sacando a veces buenos resultados, jugándole de igual a igual a un gigante del fútbol argentino, lo de Atlanta fue todo lo contrario. En vez de agrandarse ante un gran desafío, los jugadores se achicaron. Quedaron tan chiquititos que fue como si no hubieran salido a la cancha siquiera. Salieron resignados, a ver qué pasaba. Más allá de la insalvable diferencia de jerarquía individual, Atlanta no pudo compensar esa desventaja futbolística con actitud ni con inteligencia. Era un partido para matarse, pero los jugadores jugaron como en un entrenamiento. Y no pareció haber una estrategia para afrontar semejante partido. El conjunto de Ghiso no supo qué hacer con la pelota cuando la tuvo: sin presencia, sin ideas, sin juego. No propuso. Pero tampoco armó una estartegia para defenderse coherentemente. En una cancha ancha como la de San Lorenzo, las puntas fueron una invitación para cualquier jugador local. La defensa fue un completo desastre: le entraron por todos lados y de todas las formas. Llinás tuvo una actuación flojísima y fue responsable en más de un gol. En realidad no se salvó nadie: todos jugaron pésimo.

River hizo 7 goles pero pudo haber hecho muchos más, porque Atlanta no le hizo oposición alguna. Más allá de los méritos de un River que tiene con qué, el Bohemio le regaló todo lo que quiso. No fue rival, no hubo equivalencias entre dos equipos que parecían estar en categorías muy diferentes.

Fue un golpe durísimo, una paliza fuerte. Pero habrá que superarla. El sábado se juega otro partido y empieza 0-0. Hay que olvidar la goleada lo más rápido posible, pero no se podrá borrar. Ghiso deberá trabajar mucho para levantar anímicamente al plantel y hacerles entender a los jugadores que pueden dar más, que pueden levantar esto. Pero con lo anímico no basta: Atlanta defiende pésimamente, y defendiendo así no hay manera de evitar el descenso a la B Metropolitana.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Cuanta verdad en estas tristes palabras. No encuentro consuelo.