El Bohemio finalizó su participación en la Copa Argentina 2011/2012 con una derrota 2-1 ante Quilmes en Catamarca. De esta manera quedó entre los 32 mejores del certamen pero no pudo acceder al choque de octavos frente a River. Luego del violento episodio del domingo en San Martín y con los promedios del descenso como el mayor problema deportivo en estos momentos, Carlos Roldán privilegió la integridad física de sus titulares y de otros suplentes que suelen alternar como titulares. Por eso armó un equipo integrado por suplentes y juveniles para viajar a Catamarca y enfrentar al Quilmes B de Caruso Lombardi. El resultado fue lógico: Atlanta cayó derrotado y se despidió del sueño de la Copa. Un triunfo hubiera significado una buena suma de dinero que le vendría muy bien al club en este momento.
Está claro que las mentes de los hinchas bohemios están ocupadas hoy en luchar por salvarse del descenso y en las repercusiones de lo ocurrido en el clásico con Chacarita. La Copa Argentina no estaba entre las prioridades. Por eso la derrota no duele demasiado, pero se pueden extraer distintos aspectos positivos y negativos.
Entre los positivos, se pueden remarcar ciertas actuaciones individuales satisfactorias, algunas de ellas sorpresivas. Llinás se mostró muy seguro, salvando al equipo en varias situaciones. Resch -en su debut- cumplió como lateral izquierdo, mostrando buen manejo de pelota, por lo cual surge como alternativa para ocupar el puesto que hoy tiene Pasquini en el once titular. En el mediocampo, también debutó el juvenil de inferiores, Gabriel López, que no desentonó. Ferragut volvió a mostrar su mejor cara por momentos y fue de lo más claro del equipo. El chiquitín Sanabria desparramó pizcas de su habilidad y avisó que puede ser una buena promesa de fútbol en el futuro: si mejora físicamente podría convertirse en un jugador muy valioso.
El equipo hizo un buen primer tiempo. Modesto, limitado, intentó jugar por abajo, prolijo, circular la pelota, mantener el orden. Con un buen funcionamiento colectivo, logró controlar a Quilmes y ponerse en ventaja con un gol en contra. Lamentablemente no pudo conservar ni la ventaja ni ese juego. Se retrasó demasiado, le regaló la pelota al rival y resignó toda posibilidad de ataque. Efectivamente en la segunda etapa el Bohemio casi no tuvo la pelota y no atacó. Igual que en San Martín, y le terminó pasando lo mismo, sólo que esta vez Quilmes se lo dio vuelta. Los errores defensivos y los penales (ambos claros) llegaron inevitablemente, y Atlanta se quedó sin nada. Obviamente, con el 1-2 en el marcador, ya era imposible volver a ponerse el traje de protagonista e ir a buscar el empate.
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