Uno de los argumentos que mayor apoyo pareciera encontrar en la población en favor de la nueva reestructuración de los torneos de fútbol argentino es el de la supuesta necesidad de federalizar el deporte más popular del país. ¿Quién podría negarse a semejante argumento? ¿Quién podría rechazar a los hermanos del Interior? Aparentemente, solamente un porteño egocéntrico y soberbio.
Sin embargo, hay que tener cuidado. Es cierto que el fútbol argentino se ha caracterizado históricamente por ser protagonizado casi exclusivamente por equipos de Buenos Aires y sus alrededores, a diferencia de otros países en donde hay varios equipos importantes en cada ciudad (Brasil, Colombia, México, España, Italia, Inglaterra, etc). Pero también es cierto que Argentina es un país poco federal, en el sentido de que Buenos Aires ha siempre concentrado toda actividad política, económica, cultural. El fútbol es un ejemplo. No se puede pretender que federalizando el fútbol se logre federalizar el país entero: el proceso debe ocurrir a la inversa. Si Brasil tiene equipos igualmente fuertes en Rio, San Pablo, Porto Alegre y Belo Horizonte es porque son ciudades más o menos igualmente fuertes también.
La Historia nos enseñó que experimentos como éstos no ayudan a federalizar, sino a exponer las grandes diferencias que existen entre los equipos. En 1967 se dio la primera gran reestructuración del fútbol argentino, con la inclusión de los equipos del Interior en los torneos Nacionales. Previamente, el sistema era claramente injusto porque ningún equipo del Interior podía participar de la Primera División a menos que se afiliara directamente a la AFA. Aquella reestructuración permitió el crecimiento y fortalecimiento de equipos exteriores a Buenos Aires como Rosario Central, Newell's (que ya participaban de todos modos en Primera porque estaban afiliados), los cordobeses Belgrano, Talleres, Instituto y Racing, y en menor medida algún que otro equipo con campañas dignas. El resto en general mostró un nivel muy por debajo de la categoría. Puerto Comercial de Bahía Blanca recibió la peor goleada en Primera en el profesionalismo: 13-1. Muchos partidos no tenían demasiado interés, y los torneos Metropolitanos eran más atractivos porque jugaban mejores equipos.
Pronto los cordobeses fueron incluidos en los Metropolitanos y en 1985 volvió a reestructurarse el fútbol. Desaparecieron los Nacionales: luego de casi 20 años el fútbol argentino se había federalizado muy poco. La creación del Nacional B fue una decisión correcta: de esa manera se podía determinar qué equipos jugarían en Primera en base al mérito deportivo y no por pertenecer a una determinada región. Los ascensos y descensos a lo largo de estos casi 30 años de Nacional B mostraron, con oscilaciones, que los equipos del Interior nunca llegaron a "copar" la Primera División por méritos propios. Hubo equipos de Chaco, Corrientes, San Juan, Mendoza, Tucumán, Jujuy, Salta, pero siempre fueron una minoría, y en general peleando por el descenso. Nunca un título de Primera viajó más lejos que Rosario.
No se puede federalizar por decreto, no se puede inventar lo que no existe. Esto no es discriminación positiva. Los clubes del Interior no son las provincias relegadas por el puerto de Buenos Aires en la época de Bernardino Rivadavia. Tienen detrás importantes sponsors y el dinero y el apoyo político de gobernadores e intendentes, algo de lo que no gozan los pequeños clubes de Capital Federal, que en estos tiempos han sido los peores perjudicados en la repartija de favores y ayudas. Que no nos metan más el verso de la federalización del fútbol argentino.
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