GENERALA SERVIDA
Ya se acerca Noche Buena, ya se acerca Navidad y nuestra querida escuadra, mi fiel escudero, nos regala este collar compuesto por cinco preciadas perlas enhebradas con hilo dorado de los titanes victoriosos.
¿Es posible imaginar esta increíble racha – de la que los dedos de una mano nos alcanzarían para encontrar similares a lo largo de nuestra gloriosa historia – cuando al iniciarse el onceno mes del año estábamos en la asadera con la manzana en la boca?
¿Y con estos mismos jugadores, que en los albores de la primavera no le hacían goles ni a la novena de Yupanqui y ahora campean triunfantes y suficientes dejando en el camino un tendal de enemigos humillados?
¿Este equipo dirigido por el Alonsito, un morochito callado por el que nadie hubiese apostado dos maravedíes, es el que ahora está en el hemisferio norte de la tabla de posiciones, después de haber navegado meses por los helados océanos antárticos?
Pero no nos dejemos encandilar por las luces malas del exitismo y tratemos de analizar, con la menor algazara posible y con el mayor rigor literario, necesario esta nueva alegría que nos ha deparado el cuadrito de nuestros amores.
La víctima de turno en ocasión fue el desparejo Brown surero, que se vino a la Reina del Plata con pocas ambiciones y muchos menesteres.
Enfrente los atlantes tenían una sola variante obligada que era la ausencia, en defensa, del pelado Segovia, castigado por haber completado su quinteto de tarjetas amarillas. Entonces el entrenador bohemio lo puso a Carlos Izquierdoz por el sector que hace juego con su apellido, al salteño Arancibia reapareciendo por el centro de los fullbacks y a Nico Cherro por la diestra.
Todo lo demás siguió tal cual: el petizo Lolli, el rutilante Rutili, el rusito Mociuski y el Huevo Quiroga (aunque este más de media puntada). El Mágico González y los delanteros el Torito Guzmán y el silvestre Walter Cubilla.
Y los de la calle Von Humboldt repitieron los movimientos tácticos y estratégicos que ya les son conocidos: Partiendo de la firmeza de la última línea, y el trabajo de recuperación de Rutili y su buen compañero Mociulski darle la pelota a los que conocen sus secretos como el Mágico y el Huevo y progresar en el terreno sumando las escaladas de Lolli, los intentos de desborde de Guzmán y la búsqueda de un Cubilla cada vez más comprometido con su nueva camiseta.
Así Atlanta borró a los tricoloreados, que de la mano de su enganche Ávalo y del tátara abuelo Zagharián poco y nada pudieron hacer en ese primer tiempo. Entonces los goles llegaron como consecuencia lógica de esa clara superioridad. Ambos de cabeza: el primero de la de Cherro que le quiso pegar para abajo y se terminó metiendo arriba. El segundo tras un centro “a lo Pelé” del Mágico que Quiroga cambió al otro palo del indefenso Bangert.
2 a 0 y no había nada que reclamar.
Pero para el segundo el técnico browniano tenía preparada una sorpresa, e hizo ingresar a un tal Cardone y a Benítez, un delantero que alguna vez nos tuvo a maltraer en la Ensenada de Barragán.
Con estas modificaciones, los de Adrogué resurgieron furiosos del túnel y acorralaron a sus anfitriones contra el arco de Don Rodrigo y hasta la mitad de la etapa le cascotearon seriamente el rancho al noble guardameta bohemio, con algunas salvadas providenciales y goles anulados para contabilizar como resultado del embate de los multicolores.
Pero una travesura del Torito Guzmán que se escapó como una liebre hasta las proximidades de Bangert, obligó a bajarlo de atrás y un nuevo penal para Atlanta en el torneo, un nuevo gol para González y un jugador menos para la visita.
Ahora sí, los brownies plantaron bandera de rendición y todo transcurrió apaciblemente, hasta tal punto, que dos de los ingresados, Martino y Acosta Cabrera pudieron inscribir su derecho de autor en el marcador. Pero el blondo delantero se lo comió increíblemente solo bajo el travesaño y el guaraní le hizo besar al balón el madero del arco contrario.
Sin embargo en el último minuto, el agonizante rival dio el manotazo del ahogado y se la mandaron a guardar a Don Rodrigo tras una ponchada de minutos con la valla incólume.
Segundos antes, Quiroga se prendió tontamente en entrevero menor y se fue expulsado. Así la cómoda victoria, le terminó a Atlanta costando un “Huevo”.
Ahora se viene una bien difícil, pero quien nos va a impedir que festejemos lo conseguido, y soñemos con lo imposible, mientras bailamos al ritmo de la conga ¡Y que siga la milonga!
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