Me entristece llegar de la cancha nuevamente amargado y tener que revivir la segunda humillación que sufrimos en esta semana. Como si el 7-1 ante River no hubiera bastado para derruir los ánimos bohemios, cuando se presentaba la oportunidad de una recuperación vino otro duro golpe, que terminó por derrumbar el edificio anímico y emocional. Perder 0-4 en Villa Crespo es indicio de que algo anda muy pero muy mal, más allá de que Instituto sea quizá uno de los dos o tres mejores equipos del torneo. Si al principio del campeonato dije que Atlanta estaba para jugarle de igual a igual a cualquiera y que no era menos que nadie, ahora la impresión es bien distinta: pareciera que el resultado más probable e incluso indefectible es la derrota. El momento es crítico, con tonos apocalípticos. Se rompió la relación entre los hinchas y los jugadores, y el gesto del final de las camisetas no parece ser una solución. ¿Qué quisieron decir los jugadores con ese mensaje? Ellos deben expresarse en la cancha, jugando al fútbol. No de otra manera.
Intentaré ser lo más parsimonioso y racional posible para pensar este duro momento que vivimos los hinchas bohemios. La sensación de muchos es que ya está decretado el descenso, que ya no hay nada por hacer con un plantel paupérrimo. Pero recién van 10 fechas, todavía falta mucho. Cierto es que las últimas dos nos tocó contra los mejores -y ahora encima se viene Jujuy- pero no podemos resignarnos a descender tan pronto. Probablemente los jugadores que nos dieron el campeonato no son tan buenos para una B Nacional como creíamos, y los refuerzos no están rindiendo, pero hay material para armar un equipo competitivo que pueda pelear la permanencia. El tema es cómo salir de este pozo, lo cual parece muy difícil. Los jugadores están destruidos anímicamente, con una total falta de desconfianza, y el rendimiento individual es por tanto pésimo en general. El clima no es el mejor, y los resultados negativos sólo generan un círculo vicioso de reclamos, tensión y reproches.
Tampoco podemos creer sin embargo que se trate solamente de "poner huevos" o levantar el ánimo del plantel. Futbolísticamente, Atlanta ha demostrado grandes fallas que si no corrige a tiempo no habrá forma de evitar las derrotas. Si con una ofensiva inerte cuesta conseguir triunfos, con un mediocampo inexistente y una defensa espantosa se hace imposible no recibir (varios) goles. La llegada de Mancinelli puede servir para cubrir una posición en la que hoy Atlanta debe improvisar, pero no es Mancinelli un gran defensor sino más bien un gran lateral con proyección. Arancibia, que había tenido malas actuaciones jugando de cuatro, se asentó en su posición natural, de marcador central. Pero la defensa siguió presentando problemas gravísimos y así Instituto no tuvo inconvientes en convertir cuatro goles. Los cordobeses jugaron muy bien, pero Atlanta se la dejó demasiado fácil. A los 9 minutos de empezado el partido, el Bohemio estaba ya 2-0 abajo. Esa desventaja se sumó a la pesada mochila que traía de la cancha de San Lorenzo. En el primer tiempo, con corazón y entrega, arrinconó al conjunto visitante y mereció el descuento. Pero no acertó en el arco rival, y después lo pagó caro.
Atlanta volvió a cumplir una pésima actuación, y recibió así 11 goles en tan sólo cuatro días. La situación es muy delicada y en Villa Crespo se vive un infierno porque en poco tiempo parece derrumbarse el costoso castillo futbolístico construido con el reciente ascenso. Los jugadores y el DT son los únicos que pueden salir de esta situación.
1 comentario:
siempre que vamos a ver a river y perdemos pedimos delivery de sushi para no bajonearnos!
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