lunes, 22 de noviembre de 2010

La verà de la Moilanesky : Atlanta 1 - Platense 0


Las voces bohemias retumban cada vez más fuerte. Son voces cargadas de alegría, llenas de esperanza. Porque su equipo sigue dándoles satisfacciones y sigue siendo el único puntero de la categoría, un privilegio que sin embargo por ahora significa poco a esta altura del campeonato. Se ha ganado una nueva batalla, una batalla dura por cierto. Por eso la alegría, porque se avanzó un paso más para cumplir el sueño bohemio.

Atlanta le ganó a Platense. Sin brillar, sin lucirse, sin la comodidad que hubiera representado una diferencia mayor en el marcador, pero ganó, y merecidamente. Ganó un partido chivo, de esos en que en otros momentos debía conformarse con el empate. Pero este equipo buscó y buscó el triunfo, y luego lo defendió con los dientes apretados, abrazándose a esa victoria que tanto necesitaba para seguir ahí arriba, a la vanguardia de sus competidores en esta lucha tan ardua, que no da respiro y que no da margen para el error. Ganar es la obligación.

Ya se ha acostumbrado el conjunto de Alonso a festejar en Villa Crespo y armar una fiesta en cada partido. Esta vez, no fue la excepción, y no decepcionó al público que se acercó con las mismas ganas de siempre. Si bien el equipo no exhibió el nivel futbolístico de otras presentaciones como local, con lo que hizo le alcanzó para ganar con suma justicia, pese al sufrimiento en el segundo tiempo. Platense, de buen rendimiento actuando como visitante, y un rival con historia pese a su magro presente, estuvo potencialmente cerca de empatarlo, pero realmente poco hizo para llegar a la igualdad. Desde el punto de vista de los méritos, el triunfo no se discute. Lo que sí podríamos preguntarnos es si era necesario sufrir tanto.

Atlanta hizo todo el gasto en el primer tiempo. Fue más que el Calamar,y lo demostró con una mayor posesión de la pelota, una actitud agresiva, y la constante búsqueda del gol, materializada en diversas situaciones de peligro que hicieron destacar la figura del arquero visitante. La pelota no quería entrar, hasta que Abel fue el responsable del desahogo, con un pechazo, otra forma peculiar con la que definió el mellizo. En la segunda parte, el Bohemio temió por la integridad de su ventaja conseguida, y se fue reatrasando cada vez más, pasando además a un 4-4-2 con intenciones más defensivas. Por decisión local exclusivamente, Platense se vio obligado a responder y tomar la iniciativa. Con cierta incompetencia intentó acercarse al empate, pero no pudo arrebatarle el triunfo a su dueño.

Resulta valioso haber ganado pese a no haber tenido un gran rendimiento. Mancinelli y Cherro fueron lo mejor del equipo, y también se mostraron sólidos los defensores Arancibia y Segovia, y el eterno San Llinás, que como siempre tapó un par de pelotas clave. En el mediocampo, fallaron Pogonza y Galeano, y el equipo sufrió este desequilibrio en la segunda parte. Andrés, peleado con la pelota, no pudo marcar diferencia, y el ataque bohemio perdió potencia. Sin sus individualidades en su mejor nivel, Atlanta pudo superar a su rival y seguir sumando de a tres. Vale.

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