Era una parada brava Turdera, un partido complicado, una prueba de fuego para las aspiraciones bohemias. Pero este equipo sigue en la buena senda, y se anotó con un triunfo enorme, como para seguir soñando. La lucha sigue ardua: si bien Defensores perdió, Estudiantes ganó, y no se debe aflojar la marcha en ningún momento. La lucha por el campeonato no perdona, pero por ahora Atlanta cumple con las pruebas que se le vienen presentando. Así, sigue siendo el único puntero, cuando cada vez falta menos para que se termine la primera rueda del torneo.
En una victoria tan resonante, también hay lugar para las críticas. Es que Atlanta jugó muy mal en el primer tiempo, y pudo haberse ido con una gran diferencia negativa en el marcador. Volvió a mostrar fallas en defensa, sobretodo en el sector derecho, y el mediocampo no podía hacer pie. Temperley era más, y dominaba el juego, elaborando varias jugadas de peligro. Los Soriano estaban demasiado aislados, y el equipo visitante no tenía opciones ofensivas. Los locales facturaron: el 1-0 era justo en esa primera parte en que el conjunto de Alonso se las estaba viendo muy negras. Pero al igual que en otros partidos en que comenzó en desventaja, supo reponerse, con paciencia y amor propio. Encontró el gol al final del primer tiempo, con Segovia entrando por el segundo palo en una pelota parada y metiéndola de cabeza. El empate fue la maldición para Temperley, que se quedó en la inacción y la resignación, luego de haber desperdiciado tantas situaciones favorables. Atlanta incluso casi lo da vuelta en un minuto, con un tiro libre de Ferragut.
El segundo tiempo fue todo bohemio. El equipo de Alonso borró de la canca al conjunto local. Salió decidido, con una actitud audaz y la sana propuesta de jugar y atacar al rival. Mejoraron los rendimientos individuales que habían sido en su mayoría muy bajos durante el primer tiempo, y Atlanta volvió a ser el único puntero, metafórica y literalmente. Porque gracias a esta mejoría, inclinó la cancha y acumuló méritos a canjearse por una victoria. A diferencia de Temperley, supo definirlo. El gol de la victoria fue realmente memorable: una corajeada de Cherro, que organizó la contra, fue a buscarla, y finalmente habilitó a Abel para que definiera sin inconvenientes. Todo el equipo se fundió en un abrazo al marcador central que siguió su instinto y aportó la rebeldía, ese plus, que necesitaba Atlanta para darlo vuelta y pasar a ganar el partido. Increíble, después de todo lo que había sufrido en la primera parte. Después, pudo haberlo liquidado, y estuvo de hecho más cerca del tercero que Temperley del empate.
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