lunes, 4 de abril de 2011

The Real Comment: Chicago 0 - Atlanta 1

NACIO UN HIJO EN MATADEROS
¡Gracias al Zeus tronante, al Dios Todopoderoso, al gran Mahoma y a los espirales Buda, que son todos hinchas de Atlanta! Sino, mi fiel escudero ¿Cómo explicar el habernos traído tres puntos de la republiqueta de Mataderos sino es por la milagrosa intervención de la Divina Providencia?
O es que lo mayas en su infinita sabiduría, decretaron en su calendario que el equipo de Atlanta debe consagrarse Campeón antes de que llegue la fin del mundo pronosticada para el 2012.
Porque los chicaguense nos cascotearon el rancho de lo lindo todo, sobre todo en el segundo tiempo y parecía que, además del gran Don Rodrigo Llinás estaba parado el hombre invisible, en la línea del gol.
Pero el bohemio está de liga y se trajo una victoria mas valiosa que una vaquillona de los Corrales, porque hizo un gol y porque aguantó como los trescientos espartanos en las Termóphilas, las embestidas verdinegras.
Atlanta llegó al barrio Los Perales con la baja del “Mariscal” Arancibia, herido en una de sus piernas y el Xavi Alonso debió apelar a losa servicios del lanusero Matías Valdés para relevarlo. Así que con ese solo cambio, el único y lejano puntero del Campeonato saltó de esta manera en la soleada tarde del pasado sábado: Don Rodrigo Llinás; Mancinelli, Cherro, Valdés y Segovias; cuatro volantes con el Guzmán, Pogonza, Galeano y Ferragut; y adelante Andrés y Abel Soriano.
Antes que nada hagamos un minuto de silencio en homenaje a los pibes que murieron inútilmente por los caprichos de los militares genocidas que quisieron usar Las Malvinas para perpetuarse en el poder.
Volvamos al fútbol: al principio la cosa fue pareja, con la escuadra visitante más replegada entregándole tierra y libertad a su adversario y dejando que se venga para presionarlo con rigor ni bien cruzaba la mitad de la cancha.
Allí el pulpo Pogonza, el poeta Galeano y el zurdo Ferragut establecían la primera línea de choque, mientras que a sus espaldas esperaban los cuatro zagueros con los dientes bien apretados.
La idea era salir rápido de contra aprovechando las escaladas de Mancinelli, la velocidad del chaqueño Guzmán y la capacidad para definir de los mellizos Soriano.
En los momentos de paridad se advertía que quienes mejor trataban a la de cuero eran los hombres llegados de Villa Crespo y eran los que mejor entendían de que como se juega a la pelotita. Chicago era ganas y empuje, nada más.
Y en medio de ese equilibrio, pasadita la media hora, Ferragut desde Liniers le hace un brillante cambio de frente a Mancinelli que venía desde Lugano y el defensor- volante se lleva puesto a Domenez que dormía apaciblemente la siesta y fusila sin ningún tipo de miramientos al portero del Torito.
Gol, no muy merecido pero gol al fin y Atlanta que pasa a ganarle a Chicago 1 a 0.
Los de la avenida Cárdenas empezaron a reaccionar y a asediar la ciudadela visitante, pero como dijo el gran filósofo bohemio Confusio, “Sí querés ser campeón tenés que tener un gran arquero”. Y Atlanta lo tiene, y en sus benditas manos se ahogaron un par de llegadas claras que tenían destino de red.
Pero si había que sufrir (como siempre) faltaba el segundo tiempo y ellos se vinieron con todo de la mano de Pablo Ruíz y el ex Vélez, Berón y cada centro llegado al área bohemia era una puñalada trapera dirigida al medio del corazón.
Los delanteros chicaguenses se deglutían los goles de palomita, de cabeza, con los pies para adelante, o algún defensa de Atlanta casi lo mete en contra o sino el monumental Rodrigo Llinás aparecía para la salvación.
Sin embargo sería injusto achacarle todo a la suerte y a la impericia de los delanteros mataderiles. Nuestros bravos backs aguantaron valientemente jugándose la vida en cada pelota.
Allí estaban Cherro y Valdés resistiendo con todo el cuerpo los ímpetus del rival. Allí estaban Segovia, Mancinelli y luego Lolli y Palisi poniéndoles el pecho a las balas para soportar las tempestades más bravías.
Porque este equipo que nos enorgullece a demostrado que cuando faltó fútbol sobraron cojones para defender la gloriosa divisa azul y amarilla.
Y así a pura resistencia llegamos al final y hasta casi Mancinelli se manda su doblete en la postrera jugada del encuentro.
Cuarto triunfo al hilo en el torneo para seguir firmes en la cúspide de la tabla y con algo que ya se hizo costumbre ganarle a Chicago tanto en Villa Crespo como en Mataderos.
¿Qué no lo merecíamos? ¡A llorarle a San Pantaleón y Fernando Niembro!

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