LOS CAZADORES DEL ARCO PERDIDO
¡Otra ocasión dilapidada y otro duro golpe a nuestra inoxidable esperanza! Seguro que el martes le ganamos a los brownies en Adrogué, nos subimos a la ilusión y el lunes derrapamos contra Colegiales y así sucesivamente!
¡Porque esto parece un palo enjabonado que cada vez que estás por llegar a la punta, te venís abajo en un santiamén, como la economía griega y, otra vez volver a empezar!
¡Otros dos puntos que se nos escapan en nuestro dulce hogar y otro 0 a 0 para el libro Guinnes de los records de empates sin abrir el marcador en Villa Crespo!
Y os puedo asegurar que el partido contra los canarios podía seguir toda la tarde que ninguno de los dos iba a conseguir mandar la globa a dormir entre las mullidas redes.
Si ese día se sacaban los arcos de la cancha, nadie se hubiese dado cuenta
Porque los delanteros de los dos bandos contendientes se cuidaban de ingresar a las áreas como si estuvieran infectadas con el virus de la Gripe A.
Es cierto con los jaureguiceños tenían tanto interés en hacer un gol, como Kichner de investigar los negociados de Jaime y que entonces la responsabilidad de romper el cero, era exclusivamente del club de nuestros amores.
A lo largo de todo este torneo, en el que tanto hemos padecido, ha quedado demostrado que Atlanta sufre como una Magdalena cada vez que debe convertirse en el muchachito de la película y que no encuentra la forma de penetrar las amuralladas defensas que suelen levantar quienes se llegan hasta Villa Crespo.
Para peor, tenía dos valores fundamentales con averías corporales como el Pollo Soriano y el Mágico González, además de Nico Cherro y otros dos purgando castigos por penas acumuladas: Arnacibia y Segovia.
Entonces el alineador bohemios puso estos once en otoñal tarde de sábado: Don Rodrigo de fiel cancerbero; El petizo Lolli, que fluctúa entre marcador de punta y wing derecho, el camionero Moyano, el Cali Izquierdoz y De Paulo fueron los cuatro defensas; el Torito Guzmán, Leandro Álvarez, el rutilante Rutili y Raúl Quiroga como volantes y el guaraní Acosta Cabrera y la pulga Acuña en la vanguardia.
El partido fue una monótona y desafinada sinfonía, con Atlanta al ataque sin variantes ni imaginación, repitiéndose una y otra vez, en jugadas inofensivas que solo hacían facilitarle la tarea de despeje a los torpes gigantones de la zaga flamenca.
Quiroga fracasaba ostensiblemente en el liderazgo de los suyos en la creación, tampoco ayudaba Álvarez y Rutili jugaba su peor partido desde que Dios lo trajo al mundo. Solo Guzmán y Lolli conseguían llegar hasta el fondo, pero nada más que para mandar centros horripilantes.
Mientras tanto, Acosta Cabrera seguía fiel a su costumbre de chocar con cuanto rival se le cruce y solo la Pulga Acuña trataba de jugar al fóbal, pero perdía casi siempre ante la envergadura física de sus marcadores.
Así y todo logró cabecear un centro solo en el área menor, pero le pegó con la ceja izquierda y la pelota se fue mansita por la línea de fondo. Y esa fue la única
El segundo tiempo era más de los mismo, y Alonso, que veía que las papas quemaban, mandó al campo de juego las joyas de la abuela: al Mágico y a Soriano, pero cuando estos terminaron de entrar en ritmo la tarde ya se moría.
Los flandrios siguieron aferrados al empate, como náufragos al madero y hasta se animaron a alguna incursión por las lejanas tierras de Don Rodrigo Llinás, pero sin ocasionar daño alguno.
Después la película tantas veces vistas, de ir e ir sin ton ni son mientras el reloj implacable consume los minutos en medio de la desesperación y el apuro, que se terminó traduciendo en imprecisión, cansancio e impotencia.
Había empatado Tristón, y perdido Los Andes. A la noche caería derrotado el gasolero y Atlanta no encontró jamás el arco para rubricar una victoria fundamental que lo hubiese acercado como nunca al reducido.
Ahora a esperar un milagro y ganar los tres partidos seguidos, algo tan difícil como ir al baño de cuerpo con el sobretodo puesto.
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