lunes, 21 de febrero de 2011

La verdà de la Moilanesky: Atlanta 2- Sin Maderas 1


ATLANTA 2 SARMIENTO 1

Qué manera de gritar, qué manera de festejar. La cuarta victoria consecutiva en este 2011 se disfrutó al máximo. Villa Crespo se tiñó de fiesta cuando llegó el agónico gol de Lucas Sparapani, que decretó un nuevo triunfo del indiscutido líder de la B. La alegría no podía ser mayor: Estudiantes perdió y quedó a 13 puntos. Chicago está 15 abajo pero todavía debe jugar el partido de esta fecha. Los hinchas se fueron cantando más convencidos que nunca de qué éste es el año para ser campeones. Es que todo equipo que se precie de ir camino al título debe lograr en su camino un triunfo como el de esta tarde: un triunfo que demuestra la personalidad, el carácter de un líder, y también, la suerte del campeón. Todavía falta, pero mientras tanto las distancias con los seguidores se hacen cada vez más grandes.

El Bohemio nuevamente no tuvo uno de sus mejores partidos, pero fue superior a su rival, por momentos incluso jugó bien, y justificó los tres puntos más allá del sufrimiento y de cuánto le costó conseguirlos. Sarmiento realizó un buen planteo en Villa Crespo. Sabía que enfrentaba al mejor equipo de la divisional y vino a pelear cada pelota, dispuesto a no dejar un centímetro para el juego local. Atlanta se encontró con dos líneas de cuatro por momentos muy retrasadas y tuvo problemas para penetrar en la zona de peligro, demasiado habitada por los jugadores visitantes. Sin embargo, intentó de todas las maneras, por abajo, por arriba, y en el primer tiempo exhibió argumentos futbolísticos suficientes como para ponerse arriba en el marcador. Fue gracias a un grosero error del arquero rival que llegó el 1-0.

En el segundo tiempo Atlanta cometió el pecado de dejarse estar. No tuvo convicción para liquidarlo, no intentó seguir jugando como antes, y Sarmiento se vino como pudo. Llegó el empate y Atlanta tenía la responsabilidad de volver a asumir protagonismo y buscar nuevamente el triunfo. Con nervios, sin fútbol, pero con actitud y el empuje de su gente. Ingresaron Sparapani, Guzmán y Bielkiewicz para intentar cambiar la historia. Parecía que había que conformarse con un mísero empate de local, que nuevamente el fantasma juninense aparecía para entorpecernos el camino, pero Segovia se animó, Carou habilitó a Sparapani, y el experimentado enganche ex Almagro definió con sutileza, demostrando toda su categoría. El 2-1 volvió a desatar entonces la loca alegría de los hinchas.

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