Los ánimos estaban caldeados tras las últimas derrotas, y se les apuntaba a jugadores, técnico y dirigentes por la insuficiente campaña del equipo, que nunca fue protagonista del torneo. Alonso hizo cambios importantes para recibir a Almagro: cambios de nombres y tácticos. Sin el Mágico González, lesionado, el DT paró un claro 3-4-2-1, con Soriano como único punta, Galeano y Quiroga de doble enganche, Palisi y Rutili de doble cinco, Lolli y Guzmán por las bandas, y una línea defensiva integrada por Cherro, Arancibia e Izquierdoz. La gran incógnita pasaba por cómo iba a resolver la ausencia del mágico conductor, que estuvo presente en todos los partidos esta temporada.
Se vio que Atlanta, sin el Mágico, jugaba distinto. ¿Peor o mejor? Distinto. Ya no dependía exclusivamente de lo que podía producir un único jugador, y esto permitía que el equipo se apoyase en el juego colectivo, en las pequeñas sociedades. En el primer tiempo justamente se vieron algunos buenos pasajes del juego colectivo bohemio. Atlanta era más que su rival y se mostraba más ambicioso. Logró ponerse en ventaja merecidamente con un cabezazo de Soriano, tras centro de Arancibia. El Pollo volvía a marcar luego de aquel hattrick en Agronomía. En aquella primera etapa, el local pudo haber aumentado la cuenta. Almagro había demostrado muy poco: sin ambición, sin juego y muy tibio arriba. La defensa bohemia no tuvo problemas para alejar cualquier peligro.
En la segunda parte, la historia fue diferente. Ya nos tiene acostumbrados Atlanta a darnos dos facetas distintas en cada tiempo. La clave del éxito será entonces saber aprovechar los buenos momentos, como lo hizo en Ezeiza, pero como no lo hizo en Morón. Almagro, aun con su pobre material, tuvo más la pelota, avanzó en el campo de juego y obligó al local a replegarse. Atlanta estaba desorientado, había perdido el dominio del mediocampo, se defendía como podía de los intentos visitantes, y apostaba al contragolpe para lastimar. La realidad es que Almagro no tuvo muchas ideas al atacar, por ello apeló a los centros más que nada. Pero como el Bohemio no pudo liquidarlo de contra por sus propios errores en la definición, terminamos sufriendo y pidiendo la hora. Finalmente, los hinchas se fueron satisfechos por el triunfo, pero nadie dejó de comentar el evidente conflicto entre Soriano y Quiroga. Un conflicto interno que pudo haber impedido incluso la victoria. Muchachos, resuelvan luego sus problemas: en la cancha dedíquense a jugar para Atlanta.
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